sábado, 15 de febrero de 2014

¿Y de postre, amor? —Tus labios, siempre tus labios—.


Nando, mi mejor amigo; era una hombre diferente a todos los demás.
Resultaba todo un enigma el poder descifrar el significado de su mirada, al igual que tampoco podía saber como iba a reaccionar ante las diferentes situaciones en las que esta vida caprichosa te pone a tus pies.
         
No sabría decir si era el atractivo de su mirada, si lo era el halo de misterio que le envolvía, pero... quería conocerle más allá de lo que él me mostraba de sí mismo; —aunque mi intuición femenina me decía que nunca llegaría a conocerle del todo—.
         
Nos conocimos en una reunión de amigos, él se dirigió a mí, sin entender el por qué, el caso y lo que importa, es que lo hizo.

Llevaba mucho tiempo sin verle, casi desde el verano; en aquellos días donde el calor que se respiraba en Madrid era insoportable.

Por fin llego ese día esperado en el que volvería a verme reflejada en su mirada. 
Entre el recuerdo de aquellos días, unido a la temperatura de mi cuerpo que aumentaba al pensar en él, hacia que el frío que se metía por cada poro de mi piel se evaporaba...
Amistad, respeto, atracción, quizás el compartir las mismas aficiones, hacia que aunque de tarde en tarde, quedásemos para hablar, para vernos y tal vez para disfrutar en silencio de nuestra compañía.
 
Aquél día, más que ningún otro, tenía ganas de verle; aunque no iba a comportarme de ninguna manera que delatase, que en verdad había anhelado durante tantos meses el disfrutar de su compañía.

¡Qué difícil es fingir amistad, cuando lo que sientes es atracción!, aunque... ¿Cómo se puede saber que esa atracción es amor y no solamente deseo?
¡Sí!, tal vez la única solución era que yo diera un paso adelante, aún a riesgo de romper esa amistad. —¿Y si le pidiera un beso? ¿Cómo reaccionaría?—.
         
Tendría que aprovechar un momento en el que bajase la guardia o que me insinuase algo; necesitaba aprovechar una oportunidad para poderle besar. ¡Solamente así sabría si lo que sentía era amor o una gran amistad!

Tenía muy claro que prefería perder arriesgando, a estar sufriendo en silencio, por mantenerme callada... y seguir soñando con sus labios.
         
Quedamos en un restaurante bastante elegante y con un nombre precioso; discreto, acogedor y con un ambiente que hacía que todavía me sintiera más cómoda de lo que ya me sentía a su lado normalmente. Cada lugar que escogía para vernos, era siempre diferente, con lo que conseguía que cada cita fuera especial. Aunque todos los sitios tenían un nexo en común: eran distinguidos y elegantes al igual que su manera de ser y su saber estar.
Mientras que le esperaba, escuchaba por megafonía las diferentes salidas de los trenes de la estación de Atocha y eso hacía que el par de minutos que le esperé, parecieran una eternidad.
Cuando le vi subir por las escaleras mecánicas, el corazón me latía rápidamente; hubiera querido dejar de ser esa mujer que estaba acostumbrada a dominar cada reacción de su cuerpo y salir corriendo para abrazarle.

Pero su forma de ser, me confundía; por una parte sabía que tendría su amistad de por vida, no solo por como se comportaba, sino también porque me lo demostraba. Sin embargo, había contestaciones y desplantes, que me daban miedo, que erizaban mi piel al pensar que podría perder esos "momentos" en los que era auténticamente feliz, —esos "instantes" en los que desearías parar el tiempo para exprimir minuto a minuto cada sensación que tenía—.
Como siempre había reservado mesa en el restaurante —ése gesto siempre me había gustado en un hombre y más en él—, así te evitabas la famosa respuesta: —Disculpen, está todo lleno—.
Ya ni recuerdo lo que comí. En ocasiones aunque le miraba mientras me hablaba, en mi foro interior estaba pensando: ¡Vamos, ahora, lánzate! Pero... ¡no!, ¡maldita sea mi estampa! No tenía el valor de hacerlo. Solo me limitaba a rápidamente posar mi mirada en sus labios, para que él se diera cuenta. Pero... ¡No!, o no se daba cuenta, o bien esa timidez que por desgracia compartíamos, unido al miedo de perder la amistad, hacía que ambos ocupásemos el lugar que nos correspondía. 

Como me hubiera gustado, poder entrelazar nuestras manos y escuchar de sus labios: —¿Y de postre, amor?—, y yo por fin poder contestar: —Tus labios, siempre tus labios—.

Pero en fin, lo único que rozó mis labios aquél día, fue el chocolate de la tarta que ambos compartimos. Seguiré soñando con el sabor de sus labios.


Eva Mª Maisanava Trobo

sábado, 25 de enero de 2014

Todo surgió aquél día, en aquella presentación.

Mi aportación, da continuación a una historia escrita a dos manos. Nunca pensé que me atreviese hacerlo; pero no todo tiene un por qué, solo que mi alma me gritaba que lo hiciera.

Para saber de qué va la historia, tendréis que leer la anterior y quien lo haya hecho ya, espero que os guste.

http://escribiresmiformadevivir.blogspot.com.es/2013/07/algo-mas-que-una-presentacion.html



 Todo surgió aquél día, en aquella presentación.

Mi vida como escritora estaba yendo viento en popa; ya quedó atrás mi época de escorts, —con el último servicio—, la noche en la que estuve con Roberto. Ahora, estaba completamente volcada en mi profesión de periodista, sin dejar a un lado mi pasión por la escritura y la promoción de mi novela. La presentación de "Entre dos mares", había sido todo un éxito. Jorge, mi editor, estuvo a mi lado en el día más feliz de mi vida. Ya todo estaba aclarado, ya no había ningún rastro de confusión por mi parte, ahora, aunque tarde y después de haber llorado lágrimas de sangre, sabía que le querría el resto de mis días como a un amigo.

Aunque... tengo que ser sincera, como siempre me ha gustado serlo, y confesaros, que hubiera dado mi vida porque Roberto, me presentase. Aunque lo más sensato, después del affair que tuvimos, era dejar pasar el tiempo.

Con mi jefe, había llegado a un acuerdo para que no me volviese a enviar a cubrir ningún evento en el que él estuviera presente, por más que solicitasen mi presencia. 
Las jornadas de trabajo en la oficina eran extenuantes, tan solo me permitía la licencia de conectarme un par de minutos al día a mi correo personal, para comprobar si había alguna noticia interesante entre mis amistades.
Y justo fue en ese instante cuando me enteré que Roberto, había presentado la obra de la que habíamos hablado hace tiempo en el congreso de San Sebastián.

Me hubiera gustado poder estar a su lado, ver ese brillo de su mirada y esa sonrisa tan contagiosa, que al recordar y después de tanto tiempo, todavía dibujaba en mi rostro esa felicidad que sentí aquella noche entre sus brazos.

Tal vez la ambición, tal vez, el querer llegar rápidamente a mis metas, había hecho que me comportarse como una mujer interesada y tal vez, desleal.

Me observo en el reflejo del monitor, y me doy cuenta de que estoy llorando. Extraño esos momentos en los que hasta el silencio, que de una manera arrogante se hacía protagonista entre nosotros—hasta en esos instantes—, yo era feliz a su lado.
           
Nunca me quedó claro, si realmente nuestros encuentros eran porque compartíamos la misma pasión hacia la literatura, o por el contrario —nos veíamos a escondidas—, porque la complicidad, el respeto y el entendimiento que existía entre nosotros, tal vez... podría ser con el tiempo una relación de verdadero amor.

Todavía conservaba el número de su teléfono en la agenda de mi móvil y en más de una ocasión tuve la tentación de mandarle un mensaje, para saber de él; pero el miedo a volver a confundir mis sentimientos, paralizaba todo intento.

Emocionalmente estaba tranquila, sin lugar a dudas, era el mejor momento de mi vida. Tenía todo por lo que había trabajado duramente, un trabajo que hacia que cada día me sintiera más realizada, mi primera novela en la calle y con una aceptación bastante buena, y lo más importante con ideas y proyectos interesantes.           
Pero leer el email de Roberto, en el que me pedía que estuviera con él en su día, hizo de nuevo, que esas cenizas que en su día no llegamos a apagar, ahora, otra vez prendiesen la llama de esos sentimientos, que despertó en mi aquel día, en aquella presentación; en la que mi editor Jorge Andrade presentaba su libro "Hacia el infinito".

Fue el sonido del móvil, quien hizo que volviera a la realidad, dejando aparcado el recuerdo de los besos de Roberto.

Era mi amigo Nando, quería verme, llevábamos un tiempo saliendo, pero pese a que él estaba completamente enamorado de mí, yo por el contrario, aunque que le quería con locura, me faltaba ese punto de comprensión, que solo encontraba en las conversaciones con Roberto.


Nos fuimos a cenar a un restaurante vanguardista de una elegancia sin igual, pero nada de eso, nada, hacía que me quitase de la mente a Roberto; tal vez si no me hubiera abierto el correo, si no hubiera visto su email, seguramente ahora estaría camino de un hotel, para subir con Nando a la habitación de un hotel para dar rienda suelta a la pasión. Y sin embargo, cuando intentó besarme, le rechacé. Salí corriendo del restaurante, cogí el primer taxi que paso y me fui a mi apartamento.

Confusa, me senté en el sofá y fui arrancando pétalo a pétalo, descomponiendo así, el ramo que Nando me había entregado al subir a casa a buscarme.

Tal vez quería encontrar una respuesta y armarme de valor para poner en conocimiento a Roberto, de lo que a día de hoy todavía sentía por él.

Acumular este sentimiento en mi interior, solo hacía que me sintiera cada vez peor, y decidí embriagada por el aroma de las rosas y empujada por la pasión que despertaban en mí, escribir un email a Roberto.

         
   Querido Roberto.

Tal vez ni tan siquiera leas ese email, posiblemente termine en la papelera o al entrarte como spam, ni lo leas, pero mi corazón atribulado una vez más, me ha empujado a decir lo que siento.
Me alegra saber que por fin has publicado esa obra, que estoy segura de que será un ópera prima compuesta de versos y capaz de llegar a los corazones más insensibles, cautivándoles con el sonido de esa melodía de pasión, ternura y amor, que siempre se hayan en cada una de las palabras que escribes. 
Cierto es que ha pasado mucho tiempo desde que coincidimos en la presentación del que hoy es editor de ambos, pero hoy te escribo para decirte que todo lo que siento, todo, surgió aquél día, en aquella presentación; en la que desde el minuto cero, cuando quedamos momentos antes de que empezase el acto, para hablar, desde ése instante que nuestras miradas se cruzaron, —ésa mirada escrutadora que tanto te gustaba de mí—; desde entonces y aunque me he disfrazado de insensible en ocasiones, de liviana en otras dándome a quién no me merecía, pese a todo, hoy, tengo que decirte que te quiero. 
Pero este te quiero, no sé si es tan fuerte como para querer plantearme el hecho de luchar por ti, contra viento y marea; o tal vez sea que a tu lado, tengo el valor de seguir luchando en este mundo de letras, de fantasías, de envidias y de pasión...
¡No lo sé, Roberto!, solo sé que necesito de nuevo besarte, para saber si esto que siento, esto que estoy escribiendo es real, y no un capítulo más...

         Siempre tuya
          Giselle Bayma
P.d. No me leas, compréndeme.


      

domingo, 12 de enero de 2014

Para todo aquel que quiera hacerse con un ejemplar de: Escorts. Una semana en París.

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Vídeo realizado por Eva Mª Maisanava Trobo 

 

martes, 24 de diciembre de 2013

Lo sencillo, sería desearos una Feliz Navidad; pero en épocas como estas no puedo evitar plantearme el verdadero significado de la Navidad, y si de verdad existe.

¿Qué es la Navidad?, ¿lo que vemos en la televisión? ¿Lo que El Corte Inglé...s nos quiere vender? ¡No!, para mi la Navidad, si de verdad existe, dista mucho de lo que nos quieren vender.

Haciendo una burda comparación, sería como equiparar el día de Navidad, con el día de San Valentín.

¿Sólo queréis a vuestra pareja ese día? ¿Sólo le hacéis regalos ese día? ¿No amáis a vuestra pareja el resto del año, igual o más que ese día?, quizás aunque sea una comparación inusual, es lo más parecido.

Este planteamiento sobre la Navidad, está más asentado ahora si cabe, ya que yendo el otro día en Renfe con una compañera de formación, y hablando de la Navidad y por lo tanto de la carencia del espíritu Navideño, me dijo:

- Eva, es que este año no hay dinero por la crisis, y no se vive igual la Navidad.

Y sin querer vuelvo a la misma conclusión. Desde niños hemos percibido la sensación de consumismo, y sin darnos cuenta lo hemos asociado a la Navidad.

El único motivo que me impulsa a escribir este relato, (mientras que voy y vengo cada día a la formación a las 8:00 de la mañana, sentada en un asiento de un vagón del tren, mientras que percibo las miradas curiosas de personas ajenas, haciéndome sentir un bicho raro por escribir a esas horas), es para haceros ver a "todos" o a aquellos que tengan un ápice de duda, lo que para mi significa la Navidad, y no sólo el día 25, sino durante todas las Fiestas Navideñas y siempre.

Y lo voy a hacer de la mejor manera que sé, con un relato, por si lo escrito anteriormente no os ha valido para haceros sentir, lo que seguro después de leerlo, si sentiréis.

Esta historia puede ser real, o simplemente fruto de mi imaginación, pero de lo que estoy segura es que esta situación, os hará ver la Navidad desde otro prisma.

Denis un hombre africano de 30 años, sin apenas recursos económicos, teniendo por casa unas tristes ramas que con dificultad protegen a su familia de la lluvia, con suerte de tener ese día un trozo de carne que asar, pero sin pan, sin caviar, sin langostinos, sin un árbol de Navidad, sin adornos Navideños, sin paquetes dorados con regalos en su interior. Pero... con un ingrediente que en muchas casas, aun teniendo lo anteriormente mencionado, no tenemos o hemos olvidado, "el saber compartir
y dar gracias por lo que tenemos".

La salud, la felicidad, el amor y la suerte, no sólo se deben apreciar, desear, ansiar o valorar en estas fechas, sino que deberían estar presentes, en todos y cada uno de nuestros días.

La Navidad es ayudar al prójimo, compartir con los más necesitados, dar Amor, pero no sólo ahora, sino siempre. Por eso me niego al consumismo, y a celebrar la Navidad de la forma que la sociedad nos obliga.

Por eso termino éste escrito, que no es más que un pensamiento en voz alta compartido con vosotros, con una frase.

- ¿Feliz Navidad? ¡No! Salud y suerte.


 
Con cariño

Eva María Maisanava Trobo

lunes, 23 de diciembre de 2013

3ª Reseña de mi novela. Escorts, una semana en París; por Jesús San Gil.


Decía Miguel Delibes en una entrevista que leí hace años, que si alguien quería conocerle tendría que leer su obra.

Los que de una u otra forma tenemos algún vínculo con la escritura sabemos que eso es verdad. Sabemos que la capacidad de expresión de la palabra escrita supera cualquier otra forma de comunicación.

Cabe incluso la posibilidad de que el autor utilice la escritura para hacernos ver una parte de sí que no puede mostrar de otra manera. Escorts, una semana en París, es por encima de todo una novela emocional en la que la autora desnuda su alma para poner frente a nuestros ojos el drama de las urgencias humanas, de las necesidades que conducen nuestros actos y del derrumbe de las barreras tras las cuales ocultamos nuestra verdadera personalidad.

Giselle es una mujer sensible, igual que el inalcanzable Musa o Eva, la autora de este libro. Veo a la protagonista de la novela y me parece ver a su creadora viviendo las mismas experiencias y actuando de la misma forma.

Los personajes, por mucho que se esfuerce el autor de un libro en hacer lo contrario, son herederos directos de la personalidad de quien los perfila y los pone a jugar en el imaginario tablero del papel impreso. Si además, al cóctel emocional y melodramático se le añaden unas gotas de erotismo, la cosa funciona aún mejor.

Definitivamente, quien quiera conocer a Eva Mª Maisanava Trobo, que lea Escorts, una semana en París.

Jesús San Gil