Hace mucho tiempo que escribí este relato, justo el 14 de febrero del 2019, día en que La Revista de Todos hizo el especial de San Valentín. Hoy revisando el contenido para el siguiente especial de Navidad, es cuando me he dado cuenta, de que ha sido una de las entradas más visitadas; supongo que es porque una vez más salgo de mi zona de confort, para meterle un poco de humor al relato, con cierto acento andaluz. Espero que disfrutéis leyéndolo y es que sí, Cupido, debería graduarse la vista… jajajaja.
La
verdad es que nunca pensé que iba a tener que dirigirme a un personaje tan
conocido por todos vosotros y desde hace siglos y siglos, como lo es Cupido.
Pero debido al estado en el que se encuentra una amiga mía no me queda otra que
hacerlo y además ya es hora de que alguien deje de verle como a
una criaturita adorable, rechoncha, que transpira amor por todos sus poros y
con carita de niño travieso, porque creo que no siempre hace bien su trabajo.
Estimado
Cupido;
Me llamo Trinidad, aunque me conocen más por La Trini. Soy de Sevilla y tengo más arte que ná. Cuando he de estar de jarana, lo estoy, me enfundo en mi vestido y a bailar sevillanas en la feria como una loca. Ahora... ¡Cucha! que cuando tengo que estar seria, ¡ozú! Hasta los caballos en el Rocío me abren paso porque cuando me desboco soy peor que cualquier animal irracional. Y claro... cuando se trata de que una amiga mía está por tu culpa en el estado en el que se encuentra. No me queda otra que quitarme la peineta, dejar la "güasa" en la feria, porque te aseguro "que mi chocho no está pá aguantar farolillos".
Pero
ahora sí me voy a poner seria. Me parece deplorable que hasta hoy —aunque tal
vez no sea la primera— nadie te haya puesto la cara colorada. Y es que es
imposible que durante tantos años trabajando las 24 horas del día, no haya
habido un día en el que no hayas enfermado. Porque de no ser así, te aseguro
que no lo entiendo.
Creo
que como en todos los trabajos deberías llevar un control de lo que haces, es
decir... Tirar flechas a los "no" enamorados y a los que lo están
deberías de saberlo, dejarles tranquilos y no complicarles la vida. —¿Por qué
te digo todo esto?— Porque tengo a una amiga locamente enamorada de dos hombres
y por culpa de quién majete. — ¡De ti!— Si es que siempre lo he dicho yo, que
una no se puede fiar de las personas que tienen carita de yo no fui. Y es que
cada vez que veo una escultura tuya que hay en un parque cerca de donde vivo,
te juro que se me envenena la sangre. Al menos dime que ese día estabas
enfermo, que estabas de resaca o dime algún argumento de peso y bien
fundamentado para que pueda creerte.
Ahora
la pobre está que no entiende nada y te aseguro que es una mujer seria, sensata
y madura. Y encima se pasa el día teniendo que escuchar que eso no es normal, que siga
lo que el corazón le dicta. Pero... cuando el corazón ama a dos personas, por
cuál se decanta. Y la culpable no es ella, ¡no!, ni tampoco de los dos hombres
que la aman, sino tuya... que o bien tienes que graduarte la vista, poner al
día tus ficheros de flechazos o lo que sería más sensato... pensar en la
jubilación, cobrar tu pensión y dejar de creerte James Bond tirando flechitas a
diestro y siniestro sin medir las consecuencias.
Porque...
tener a dos hombres que te deseen, que te hagan sentir mujer, que cada día te
manden mensajes diciéndote lo maravillosa, dulce y cariñosa que eres, eso
gusta.
—¡Pá
qué negarlo!—. Pero claro... ahora cuando se acerca San Valentín tener que
rascarse el bolsillo para tener que comprar dos regalos. Eso mi "arma",
eso... ya no gusta tanto.
Aunque
soy de Sevilla, soy de la cofradía del puño agarrao. Por eso, exijo una hoja de
reclamación o por lo menos tengas la deferencia de comprar tú los regalos
en Amazon y hacérselos llegar a los dueños de su corazón.
Sin
más...
La
Trini