domingo, 7 de febrero de 2016

No todo tiene que tener un porqué.

 

          Hoy podía ser un viernes cualquiera, pero sin embargo no lo es. De nuevo esas malditas voces que se hacen presentes en mis oídos a modo de acufenos vuelven a resurgir de las lúgubres y tenebrosas arenas movedizas donde durante un tiempo han estado ahogadas por la impotencia de no poder ultrajar mi mente; pero hoy lo han logrado... Pese a mi resistencia, lo han conseguido.  

          Necesito hablar y como siempre esta es la manera más inteligente, la de escribir gritando. Qué metáfora tan difícil de comprender para quien no se sienta mudo en ocasiones aún teniendo la virtud de hablar. 

          No sé realmente porque estoy escribiendo, ni tampoco que mensaje quiero transmitir. Solo sé que tengo miedo, que un folio en blanco me da miedo, pero que esas voces que constantemente martillean mi mente hacen que me enfrente a intentar unir unas cuantas letras y lograr una vez más captar la atención del lector.  

          Estoy más de doce horas fuera de casa, mi calidad de vida no es quizás la que desearía, soy una de esas millones de personas que trabajamos para ser pobres y que el sueldo que cobramos a lo único que me ha ayudado es a ser "economista" sin tener la diplomatura. ¡Vaya otra metáfora! 

          Por la mañana y como de costumbre desayuno antes de comenzar mi jornada laboral, aquella que impide que me dedique a mi pasión, a lo que es y será el gran amor de mi vida: la literatura. Mientras tanto oteo la prensa y me encuentro la disputa de una presidencia del gobierno, la ambición desmesurada de todos los políticos en busca de una buena situación... Y me indigno, me da rabia. Que si vicepresidencia, que si quiero ministerios, que si siendo el tercer partido político más votado estamos en el gallinero del senado... ¡Bla, bla y más bla!  

          ¿Quién se preocupa por éste país? ¿Quién va a lograr que los españoles tengamos la calidad de vida que antes teníamos? ¿Quién va a conseguir que el paro baje? —pero baje, de verdad... no temporalmente y con contratos mediocres y sueldos vergonzosos.         

          ¡Me voy hacer política!, si y voy en serio... —Como diría Pedro Sánchez—. Voy a crear un partido político: "El Solo di No" 

          ¡No! a la gentuza que juegan a gobernar sin saber como hacerlo, ¡no!, a la hipocresía, demagogia y comentarios pueriles que se leen en periódicos y se oyen en televisión y radio de esos que quieren ser... ¿Políticos?, o enriquecer su patrimonio y ¡no! a quien no piensa en los españoles sino es su propia y desmesurada ambición. 

          En fin no sé porque he escrito esto. Ni si te unirás a mi partido político, no ofrezco sobres en "b", tan solo te ofrezco la oportunidad de comentar un texto con la dignidad que muchos de "esos" que juegan a gobernar, perdieron, hace mucho, mucho tiempo atrás.

          Como siempre y una vez más: salud y suerte. 

          ¡Vaya pese a no escribir con frecuencia creo que no he perdido calidad!
            
                                                                                     Eva Mª Maisanava Trobo
 

domingo, 29 de junio de 2014

Segunda presentación de Escorts. Una semana en París.





¡Sí!, sé que todavía queda mucho, mucho tiempo. Pero la ilusión que se apodera de mí, hace que crea el evento ya. Tiempo habrá de ir recordándoos poco a poco mi motivo de felicidad, que no es otro, que mi hija "Giselle Bayma", la protagonista de Escorts. Una semana en París, editada por ediciones Seleer, será presentada el 15 de noviembre en la librería Ícaro. Esta librería esta situada en una de las ciudades con más encanto de España, la Granja de San Idelfonso.


Seré presentada por los dueños de una librería que apoyan a literatura y que me ha recibido con los brazos abiertos y donde en breve podréis adquirir en papel ejemplares de la novela.


Será un placer para mí departir sobre la novela, hablar sobre un tema del que todavía hay demasiadas críticas, donde el gran porcentaje de las personas se atreven a juzgar, sin ni tan siquiera por un ápice de segundo tener empatía con las personas y pensar... ¿Y si la vida me pusiera en esa tesitura? ¿Qué seríamos capaces de hacer por salvar la vida a los nuestros?


El ser humano, cuando es llevado a una situación extrema es cuando se da cuenta, que la gran mayoría de las veces los principios y el orgullo, han de ser relegados a un segundo plano.


Evidentemente estas palabras os sorprenderán si no leéis el contenido de la novela. Porque cualquier mujer y cualquier hombre, en definitiva, cualquier ser humano, puede llegar a comportarse como Giselle Bayma.



Os espero el 15 de noviembre en la Librería Ícaro, dispuesta a contestar a todo tipo de preguntas que queráis hacerme sin tapujos, sin tabúes y siempre con la verdad, mi mejor vestimenta.


Librería-Café Ícaro

Calle Real, nº 8

40100 La Granja de San Idelfonso

Segovia.

Tfno: 921 47 01 03



miércoles, 21 de mayo de 2014

Sin preguntas, ni porqués; habitación 303.


          Llevaba tiempo encerrada en mi estúpido intento de dar vida a un relato. Escribía unas cuantas letras y las tachaba, ninguna maldita palabra colmaba de expectativas lo que quería decir en un relato. La pérdida de tiempo era cada vez mayor. Mi planteamiento de querer dejar esta locura por escribir cada día estaba más cercano. Sin querer, en lugar de disfrutar escribiendo, me había convertido en una esclava de mis musas; a la espera de que de alguna manera apareciesen en mi vida, como antes lo hacían.

          Pero, nada... Todo intento era inútil y la espera un sin vivir.

          Lo que anteriormente para mi era sencillo, se había convertido en una tortura que me estaba destruyendo por dentro; tal vez porque respetaba demasiado a mis lectores, y quería cuidar al máximo mis apariciones en blogs para no defraudarles.

          —¡Qué necedad de pensamiento! A fin de cuentas, muchos de ellos me querían, eran mis amigos, mi familia; no iban a juzgarme, ni a lapidarme porque la calidad no fuese la de antes. Pero no podía evitarlo. No quería que fuese un relato más, quería que fuese el único relato, aquél relato que aún leyéndolo más de una vez, consiguiera erizar cada vello de tu piel. ¡Y si, eso es lo que quiero!

          Intento ser menos exigente, pero no puedo. Me angustia la idea de haber perdido el buen hacer de hacerte sentir vivo, de hacerte dudar entre la mentira y la verdad, de hacer que tu pensamiento navegue a la deriva intentando averiguar que hay de verdad en el relato y qué de burda mentira. ¡Qué fácil me resultaba antes!

          Dicen que la experiencia es un grado.

          —¡Mentira! Si fuera así porqué ahora no puedo escribir, por qué no puedo escribir con palabras lo que me gustaría susurrarte al oído: ¿Por qué?

          La escritora que llevaba dentro ha muerto. Leo todo lo que escribí y me entran ganas de morir. Ya nada volverá a ser como antes, cuando escribía un relato y mi corazón temblaba; era tan grande la emoción que me embriagaba, que por momentos yo misma dudaba de si lo que te contaba era cierto o por el contrario una falsa.

          —¡Maldita sea mi estampa!—, nunca más volveré acariciar tu alma con mis palabras.

         

          Era inútil comerme más la cabeza. Tiré el folio a la papelera, me preparé una copa y me puse a navegar por internet, sin saber por qué lo hacía ni qué quería conseguir con ello. Tal vez olvidar, tal vez evitar de esta manera el suicidio de quien pudo ser una gran escritora.

          En estados de ansiedad, lo único que me calmaba era ver cuadros de mujeres desnudas, me daba paz; quizás porque en lo más profundo de mi ser, se encontraba sepultada una verdad que me daba miedo a reconocer.

 

          De repente vi esa imagen, a esa diosa desnuda y fue entonces cuando me acordé de él, de aquél hombre, de ése gran escritor.

          Hace muchísimo tiempo que no nos veíamos, tal vez desde que mi amiga presentó su novela de erotismo.

 

Desde aquél día que nuestras miradas se cruzaron,

desde entonces mi corazón estaba a la deriva.

Andaba perdida en mis recuerdos,

seguía siendo la musa de sus fantasías

y sin embargo, las mías, mis musas,

mendigaban  su atención,

con la esperanza de volverme a sentirme viva.

 

          Sentimientos dispares despertaba ese señor en mi, miedo, respeto, admiración, pero sobre todo, deseo. ¡Sí, deseo! Era imposible controlar mi deseo cada vez que le veía. Encender el ordenador, conectarme a las redes sociales y tenerle que vez como contacto, me enloquecía.

         

¡Qué difícil es controlar el deseo!

Que injusta es la vida,

que te pone la miel en los labios,

cuando tus labios rebosan vida.

 

          Y eso es lo que a mí me sucedía, quizás por eso estaba estancada entre dos océanos, sin rumbo y a la deriva.

          Amaba demasiado a mi pareja, tanto que el corazón me dolía cada vez que mi pensamiento —en contra de mi voluntad—, pensaba en él, en Roberto.

 

          Intentaba encontrar un equilibrio entre el deber y el querer, pero te juro, que no podía. No sé que me sucede con él, ni porque siento que todo me supera. Pero me atormenta reconocer, que sólo con él, que sólo al lado de Roberto, que sólo cuando estoy cerca de él, es cuando mis musas hacen su aparición de una manera insultante, tanto que me causa desazón. Puesto que me es imposible ordenar mis ideas, todas rebosan pasión y vida. Son ellas las que me convierten en esclava de mis letras, las que hacen que sin querer coja el móvil, busque tu teléfono, te mande un whatsapp con este contenido: Sin preguntas, ni porqués; habitación 303. El próximo día que nos veamos. Te espero como esta mujer que aparece en el lienzo: desnuda, sin miedo, convencida y con el deseo de acariciar el cielo entre tus brazos...


         

Una espera diferente.

A pesar de ser un viaje que solía hacer con bastante frecuencia, ése día la espera en la estación de Atocha era distinta.

La exagerada puntualidad que me caracterizaba, hizo, una vez más que saliera con prontitud de mi casa, para que me diese tiempo a desayunar tranquilamente y luego coger el ave destino a Zaragoza.
Ése viaje iba a marcar un antes y un después en mi vida.


Llevaba un par de meses saliendo con un chico y estábamos en ese momento de la relación en la que la amistad se tiñe de respeto, de amor incontrolable y de planes, muchos planes...


Mientras que estaba sentada en un banco, esperando a que mi tren fuese anunciado por megafonía; observaba a las personas que a mi alrededor había, como jamás antes lo había hecho, con alegría y optimismo.

A saber de las historias dispares que se ocultaban detrás de todos los que allí estábamos; sin embargo, mi estado de felicidad hacía que fuese capaz de imaginar lo que poca gente imaginaría.


Quizás por ese motivo, me decidí a coger un par de folios y dar comienzo a un relato que tenía que presentar para la revista que dirigía.


Era curioso observar a aquella chica sentada, esperando... al que podría ser el amor de su vida, mientras que yo intentaba escribir un relato —lleno de sentimientos— como siempre lo hacía, pero con la incomodidad de escuchar por megafonía constantemente como anunciaban las diferentes salidas del Ave.

De repente, levanté la vista del folio y justo en aquél momento llegada él, un poco triste. Tal vez porque sabía que había hecho esperar a esa niña de mirada penetrante. Sosegada a veces como el agua de una balsa, y otras... agitada, inquieta, como las olas de un mar poderoso, rompiendo con sus olas todo lo que se encontraba a su paso.

Pude percibir como discutían, y eso me dolía. A simple vista parecían la pareja perfecta: jóvenes, apuestos y casi con los mismos objetivos en la vida.

Al rato se besaron dejando atrás toda esa sensación gélida que anidó en mi corazón mientras les observaba.

Se dirigieron a una cafetería. Mientras estaban desayunando, las miradas cómplices decían más de su relación, que la mejor declaración de amor; y es que se amaban, tímidamente, pero se amaban.


Les perdí de vista cuando entraron a facturar sus equipajes.

Ya no sé como terminaría esa historia o quizás si comenzaría una relación sólida e indestructible.

¡A saber que pasaría entre ellos! Por más empeño que ponga, nunca lo sabré...


Solo sé, que ahora me encuentro sentada en un asiento, rumbo a una ciudad que me tiene enamorada; llena de ilusión, con miedo, pero ilusionada.

A mi lado, esta él, aquél chico que entró en mi vida hace un par de meses; sentado, escuchando música y respetando mi vida de escritora...

Una espera diferente la de aquél día, porque es la espera, que llevaba esperando toda la vida.


Esa sensación de paz, de amor y de solidaridad.


—¿Qué será de esa pareja?

—¿Se amarán?

—¿Lucharán por su felicidad?

No lo sé, pero si puedo escribir lo que deseo que sea: el comienzo de una verdadera historia de amor.



viernes, 2 de mayo de 2014

¿San Valentín o Sant Jordi?





Perdida en mis recuerdos,
llena de vida, de amor y de sentimientos.
Me doy cuenta que hoy estoy escribiendo,
como antes nunca lo había hecho,
con el corazón lleno de fuego.

Hace ya unos meses,
sentía que navegaba a la derivada,
perdida, desorientada y sin ganas.

En San Valentín, día del amor;
mi corazón se teñía de recuerdos,
de miedos, de fantasmas y sobre todo, de dolor.

Hoy acercándose el día de Sant Jordi,
de nuevo, mi corazón, vuelve a latir
con ímpetu y con ganas de vivir.

El amor apareció de nuevo en mi vida,
poco a poco y sin prisas...
Ahora está germinando en mi interior,
llenándome de nuevo de sensaciones,
que estaban soterradas en un corazón
con miedo a creer en el amor.

Como escritora soy feliz,
el día de Sant Jordi por fin llegó.
Y como mujer, ¡ay!, como mujer...
Vivo cada día enamorada,
como no lo estuve
aquél día, en San Valentín.