miércoles, 26 de febrero de 2025

Enamorada de las letras

 



Dicen que escribir no sirve para nada

que soy una estúpida enamorada;

que la literatura ni te llena la nevera

 ni te paga una sola factura.

 

 Pero para mí,

mi amor hacia las letras

 no tiene más pretensión

 que la de sanar mi alma

 y acariciar tu corazón.

 

Escribir lo hace cualquiera,

pero escribir con el corazón

 no se aprende con el tiempo,

 pues se ha de nacer con ese don;

ya que el escritor se hace,

pero “el poeta” nace.


Ena 26/02/2025 19:02



“Nunca dejes morir a la niña o al niño, que habita en ti”

 


No sé si bastarán cien palabras

 para decir lo que siento por ella.

La conozco desde siempre,

 habita en mi mente y en mi corazón.


Soy solo una escriba que,

 sin su niña interior,

 no sabría qué escribir.


 Gracias a ella y a sus sueños,

 hoy estoy aquí,

 frente a una hoja en blanco,

 escribiendo con el corazón,

 como ella me enseñó.


Porque solo así encuentro el valor de escribir,

lo que con palabras,

no me atrevería jamás a decir:

"Nunca dejes morir a la niña o al niño que habita en ti."


Ena 26/02/2025 18:51


domingo, 23 de febrero de 2025

El delirio de una escritora

 


Son las 13:41 del 23 de febrero de 2025. Podría estar afuera, disfrutando del sol, dejando que sus rayos me inunden y llenen mi cuerpo de esa vitamina D que tanto me falta. Pero no. Estoy aquí, atrapada por un resfriado que me tiene sin voz, con fiebre intermitente y un cansancio que me pesa en los huesos… y en el corazón. 


No quiero pensar en ti. Pero lo hago. No sé si es la fiebre, que aparece de forma insultante y sin permiso, o si simplemente te has enquistado en mi mente y no encuentro la forma de sacarte de ahí. Dicen que cuando piensas mucho en alguien, es porque esa persona también piensa en ti. Nunca he creído en esas cosas.

Seguramente tú estarás por ahí, quemando rueda con la moto, mientras yo estoy aquí, en pijama, despeinada… pero pensando en ti; o tal vez la otra opción sea que mi musa está de viaje, sobrevolando las nubes, abandonándome a mi suerte y no sé qué escribir, que sea digno de ti.

Hay días como hoy en los que siento una necesidad imperiosa de gritar lo que llevo dentro, pero no encuentro la manera. Mi corazón dice una cosa y mi mente otra.

—¿A quién hago caso?—

No quiero saber la respuesta. No puedo controlar mis pensamientos, pero… ¿soñarte? Eso ya es demasiado. Y eso sí que no lo voy a escribir, porque solo Dios sabe cuánto desearía, que ese sueño se hiciese realidad.

Voy a dejar de escribir. Creo que estoy delirando. Son las 14:00, la fiebre subió a 38°C. Si este relato logra emocionar a alguien. Si de todo esto saco algo en claro, es que soy algo más que una simple escriba: soy la voz de lo que siento y pienso.

Sé feliz, estés donde estés y con quien estés…


Ena 23/02/2025 14:20



viernes, 21 de febrero de 2025

—Gracias a todos—


Buenos días, tardes o noches a todos:

Hace bastante tiempo que no hacía un comunicado para indicar las visitas que recibo. Una semana más tarde, justo el día de San Valentín, este humilde blog tenía 39.744 visitas. Hoy tiene 40.206. En una sola semana, ¡462 visitas!

—Gracias a todos, de corazón—.

En ocasiones, no me resulta sencillo generar contenido; no porque no tenga nada que contar, ya que escribir es vital para mí, sino… porque también tengo una vida privada. Ahora que estoy un poco cojita, mis amigos vienen a verme a casa y así no lo llevo tan mal. Porque con lo activa e independiente que soy, el estar sin poder hacer la vida que suelo hacer me está entristeciendo. Menos mal que con el ordenador y una hoja en blanco de Word, ya soy feliz.

Pero como en todos los trabajos, este también tiene un horario (o por lo menos me lo he puesto). Es de 12:00 a 18:00, de lunes a viernes, con una hora para comer, donde intento repartir el tiempo entre este blog y el de la revista, que es el que más trabajo me da. Al fin y al cabo, en este blog estoy sola y solo tengo que editarme a mí misma. Gracias a la aplicación ChatGPT, que me ayuda a crear imágenes preciosas, seguro que lo habréis notado. De esta manera, no tengo que volverme loca buscando ilustraciones por internet, arriesgándome a que me puedan denunciar. Así, las imágenes son únicas e inéditas, porque soy yo quien le dice a la aplicación cómo quiero que sea. Siempre he sido muy creativa y me encanta que mi blog personal sea lo más atractivo a la vista posible.
 

Hasta el próximo comunicado. Sed buenos, sed malos, pero… no me seáis infieles.


Ena


martes, 18 de febrero de 2025

Dicen...

 



Dicen que la distancia es el olvido,

que lo que no ves, con el tiempo se olvida.

Dicen que un clavo saca a otro.

Que digan lo que digan…


Que ni te olvido, 

ni quiero un clavo que saque a otro.

Prefiero “ser tu olvido”, 

que tener que ser de “otro”.

 

Ena 18/02/2025 19:05

lunes, 17 de febrero de 2025

Comunicado Sant Jordi.

  

Buenas tardes a tod@s, aunque, seguramente much@s seguís disfrutando del especial de San Valentín. Pero...yo: nunca paro.

El próximo especial será el 23 de abril, Sant Jordi, el día más especial del año para mí, porque aúna mis dos grandes pasiones: la literatura y las rosas rojas. 

No puedo hablar en nombre de tod@s l@s que amamos escribir, pero sí puedo decir que mi mayor ambición es, algún día, firmar en Sant Jordi.

Nunca he sido corredora de sprint, sino de fondo, y sé que, si algo está destinado a sucederme, tarde o temprano llegará.

Desde 1995, gracias a la Unesco, Sant Jordi es también mundialmente reconocido como el Día del Libro.

Recuerdo que, cuando era una estúpida adolescente, un niño que me pretendía me regaló un libro… y lo desprecié. En aquel entonces, no sentía esta pasión tan fuerte como ahora.

—Hoy, como escritora, es el mejor regalo que me pueden hacer—.

Y, bueno… si viene acompañado de una rosa, tampoco voy a decir que no. Eso sí, nunca aceptaría una rosa roja. Al igual que el abanico, tiene su propio lenguaje, las rosas también tienen su propio idioma. El significado de la rosa roja es: romanticismo, pasión y sentimientos profundos. Representan el amor por excelencia. 

Espero que disfrutéis de este día tanto como lo habéis hecho hasta ahora. Y si conocéis a alguien que quiera participar, puede enviar su aportación antes del 4 de abril a larevistadetodos@outlook.esEn el asunto tendréis que poner: "Colaboración revista". Cada texto tendrá que ir acompañado de una ilustración y al ser el día del libro, la palabra que debéis incluir en vuestra aportación, será: "libro"


—¡Cuento con vosotros! ¡Gracias!—

Eva Mª Maisanava Trobo

viernes, 14 de febrero de 2025

Escribir es nuestra manera de amar.

 

Ni siquiera sé cómo pude cometer el error de ser tan cercana con él. Había venido a varias presentaciones de mis novelas y siempre estaba en primera fila.

Nunca, jamás, le había dirigido la palabra, salvo para dedicarle algún libro. Pero ese día, por alguna extraña razón, reparé en su mirada como nunca antes lo había hecho.

Siempre tuve claro que mi vida como escritora era lo que más feliz me hacía, y aunque había recibido alguna propuesta de algún seguidor que otro, nunca me propuse cruzar esa barrera. Porque ya se sabe que los rumores corren a la velocidad de la luz, y ahora que estaba empezando a ser reconocida, no quería, por nada del mundo, dejarme llevar, por muchas ganas que tuviera; puesto que mi relación con Javier, mi marido, comenzaba a hacer aguas, y la necesidad de sentirme mujer de nuevo era algo que no podía ignorar.

Pero ese día, sin saber cómo, acepté su propuesta y, a la salida de la firma, quedamos en un bar cercano para tomar una copa.

El alcohol, sin duda, logró que perdiera esa timidez tan propia de mí. Así que, entre risas sin sentido, le pregunté por qué se había fijado en mí.

Alejandro no dijo nada. Solo me miró y me pidió mi dirección porque quería enviarme un libro. Dijo que estaba convencido de que me iba a gustar.

Pasaron varios días desde la presentación, hasta que, de pronto, llamaron al telefonillo. —Me levanté para abrir la puerta—.

El remitente del paquete era Alejandro, ese seguidor que, con su mirada, me estaba empezando a cautivar. Lo abrí y, en su interior, encontré el ejemplar de la última novela de un amigo mío que no había alcanzado a comprar. Se titulaba Figuras en un espejo. Pero lo que más me sorprendió fue descubrir una carta de Alejandro dentro del libro.



Te extrañará que te responda ahora, pero me gustaría verte. Siempre dejamos que pase el tiempo en exceso, más nunca se borra la emoción de encontrarnos de nuevo. Tal vez me encuentres distinto. Tienes razón, ya no soy la misma persona. He cambiado y por eso no puedo comportarme de la misma manera, supongo que ya estás acostumbrada a ello. Aunque no sé por qué escribo así. He leído cada frase de tus novelas, cada palabra de tus relatos, soy tu seguidor, tu admirador. Y sé que no me responderás o si lo haces será con una frase literaria.

Puedes encerrarte en ti misma, aislarte. Así no tendrás que desempeñar roles, ni poner caras ni falsos gestos. Piensas. Pero… ¿Ves?

La realidad es atravesada, tu escondite no es hermético. La vida se cuela por todas partes. Estás obligada a reaccionar. Nadie pregunta si es real o irreal, si tú eres verdadera o falsa. O tus personajes son reflejos de ti misma o acaso lo que te gustaría ser y tan solo transmites cuando escribes.

Yo he desnudado pocas veces mi interior y en muchas de ellas contando solo lo que a mí me interesaba… pero a ti te conté más… aunque no todo, me resultaba imposible; ahora necesito exorcizar mis fantasmas para continuar adelante. Pero yo no soy escritor como tú y los pensamientos me ahogan cuando los quiero ordenar.

¿Tú te encuentras bien? Porque yo no lo estoy. Me gustaría verte y solucionar esto. Pero sé que es muy difícil, o imposible porque tú ya estás escribiendo otro libro. ¿Cómo será esa nueva obra? Cambiarás de protagonista, solo fui un personaje más de aquel argumento que vivimos sin soñar, o que soñamos sin vivir.

Te pediría que me abraces, pero mejor no lo hago, deduzco que tienes otros amantes. Es cierto, ¿verdad?

Se me atragantan las palabras, me sucede a menudo. Debes tener paciencia conmigo, te repito que no estoy bien. Me faltan incluso las lágrimas.

¿Cuántas veces me has besado en sueños? Se puede acariciar el silencio. Se puede soñar con el vacío, incluso tendremos que vivir con la ausencia.

Mujer y Luna, piel que se eriza al sentir su desnudez. Eres escritora, si no me hablas al menos escríbeme.

Alejandro



Había una tarjeta con su dirección de correo electrónico. Decidí escribirle, aunque no sé si sería lo más correcto, y contestar a su carta con otra mía...

Alejandro,

No sé qué decirte. La verdad, no me esperaba nada de esto.

Y no sé muy bien cómo pude dejarme llevar. Sabes que estoy casada, aunque jamás te lo haya dicho, y no suelo llevar la alianza. Cada libro se lo dedico a él, a Javier, y tú, como seguidor mío que eres, has tenido que leer cada dedicatoria.

Y, pese a que soy escritora, como bien sabes, quien ahora te escribe es la mujer, y no me está resultando nada sencillo.

Porque no es fácil reconocer que mi marido ni siquiera repara en mi presencia. Ni aunque me vea desnuda. Ni aunque lo busque en la intimidad. Lo único que encuentro es rechazo tras rechazo. Y, pese a que mi género es el erotismo —como bien sabes—, mi vida íntima es inexistente. Creo que llevo cinco años sin estar con nadie en la intimidad.

No puedo seguir escribiendo, Alejandro. No sé si tiene sentido que nos veamos o siquiera que respondas a esta misiva.

Te pido perdón por haberte confesado algo que, hasta ahora, nadie sabía.

—¡Qué fácil es escribir siendo escritora, y qué complicado es hacerlo cuando quien lo hace es la mujer que habita en ella!—

Ena.





Hola Ena, no iba a contestar, tal y como señalas en tu carta, pero me puede tu recuerdo, tus palabras escritas resuenan en mis oídos. Verte desnuda. —Eso me hace temblar—.

Como escritora conoces mucha gente, tienes admiradores, estoy seguro de que alguno se te ha acercado. Yo en cambio no tengo más que los recuerdos. Y amigas también, pero llegan y se van. No dejan huella.

—¿Es verdad que te han invitado a unas jornadas literarias en las islas, junto al mar?

Lo leí en algún periódico—.

—¿Y si me acercara allí en secreto para verte?—.

Nadie seguirá mi pista y puedo pedirme en la empresa algunos días de vacaciones. Serían dos días mágicos, aunque luego cada uno siga su camino y yo no vuelva a escribirte.

No te insistiré; comprendo que no puedas aceptar, pero llevo pensando en ello desde que me enteré de la noticia. De hecho por eso me atreví a escribirte de nuevo.

Alejandro

Hola, Alejandro:

Respondiendo a tu pregunta, he de decirte que hay un seguidor que me atrae, pero… tal vez por su profesión y porque estoy segura de que soy poco para él, ni me planteo el hecho de robarle un beso, aunque… me encantaría.

He de confesar que también he temblado cuando escribiste —verte desnuda—, aunque no sé por qué lo menciono. Tal vez porque en sueños…

Sí, Alejandro, la noticia que has leído sobre las jornadas literarias es veraz. Pero José, el editor del autor del libro que me regalaste, me ha invitado a unos eventos en San Sebastián y, como ya sabes, mi siguiente novela es histórica.

Por eso quiero aprovechar, cuando tenga algo de tiempo libre, para acercarme al Palacio de Miramar. Allí fue donde Alfonso XIII pidió la mano a Victoria Eugenia de Battenberg, y necesito documentarme.

Tu oferta de pasar un fin de semana juntos es muy tentadora, y después, que cada uno siga con su vida.

Te seré sincera… —¡Me apeteces!—, que no es lo mismo que gustarme o sentir amor por ti. No sé si me explico…

Pero he de hacerte una pregunta, Alejandro: —¿No será que es la escritora quien te atrae y no yo, la mujer?—


Da igual, sea como fuere, me despido ya…

Ena

P. D.: Hotel María Cristina. Habitación 503. Sin preguntas, ni porqués.




¿Acaso la escritora no es la mujer? ¿Son dos personas distintas? No lo sé, pero a mí me sedujo lo que me mostraste. Así que tú tienes la respuesta. Tu debes saber si lo que me dejaste ver era la mujer o la escritora. O ambas a un tiempo.

Estoy escribiéndote este correo electrónico porque estoy a punto de llegar a tu hotel. Tengo alojamiento en otra planta, solo una noche. Esta noche, desnuda y evanescente, ardiente y real. Mujer o escritora. Pero con el cuerpo desnudo y el alma tejida con sueños.

Mañana he de regresar; tal vez no nos volvamos a ver. O quizás en otro hotel una noche furtiva.

Ya casi estoy llegando. Confío que puedas estar libre ya a esta hora.


Alejandro


No llevaba ni media hora instalada en la habitación cuando me llegó el mail de Alejandro. El solo hecho de pensar que ya estaba en el hotel aceleró mis pulsaciones.

Nunca antes me había planteado ser infiel a mi marido, pero, a fin de cuentas, solo iba a ser una noche. Después, todo volvería a ser igual a mi regreso.

La casa, la limpieza, la plancha, la rutina, la distancia… casi insalvable entre Javier y yo me devolvería a mi habitual estado de melancolía. Hasta que la vida, una vez más, me ofreciera la oportunidad de sentirme algo más que una estatua insultantemente atractiva, pero… sola y vacía.

Estaba saliendo de la ducha, apenas me dio tiempo a ajustarme el albornoz cuando escuché los golpes en la puerta.

Abrí. Era él. Alejandro.

En efecto, no hubo ni preguntas ni porqués…

Solo éramos dos personas dispuestas a disfrutar de ese momento que el destino, caprichoso y veleidoso, nos tenía reservado.

Las palabras sobraron, como nos sobró la ropa. Y fue entonces cuando Alejandro—el seguidor, el hombre—escribió con sus besos, sus caricias y su sexo la mejor ópera prima jamás escrita en el cuerpo de una mujer.

Ya no importaba si yo era la escritora o la mujer, si él era el seguidor o el hombre. Solo éramos dos adultos sin prejuicios, capaces de dejar los tabúes a un lado para entregarnos a la pasión, convirtiéndonos, por unos instantes, en un solo ser.

Dos amantes de la literatura y del placer, incapaces de ponerle puertas al campo y de decirle que no al deseo, al amor...

A la mañana siguiente, cuando desperté, Alejandro ya no estaba a mi lado. Solo me quedaban el recuerdo, su olor en mi piel y el calor en mi vientre…

Me incorporé para ducharme y entonces vi una nota en la mesilla.



No es fácil escribir estas notas. No soy escritor como tú. Me gustaría tener esa capacidad para dibujar las palabras. Me quedan las imágenes grabadas en mi mente. Entré en tu habitación y allí estabas envuelta en aquel albornoz rosa. Había fantaseado con quitarte la ropa poco a poco, pero la impresión recibida fue aún mayor.

Completamente desnuda tu piel refulgía, tu cuerpo brillaba con una luz que silueteaba tu intimidad y la convertía en fuego y fascinación.

No encuentro palabras —no soy escritor como te he dicho, solo ávido lector— para describir ese momento, y los que le siguieron. Tu rostro, tu cuerpo erótico pleno de intimidad y misterio, tus manos traviesas, tus pechos erguidos y tu mirada. Sí; fue tu mirada además de tu desnudez la que me transportó a un mundo lejano. Tal vez al mundo de tus escritos, de tus fantasías. Sentí que por unas horas yo formaba parte de ese mundo tuyo de escritora. Y tú dibujabas tus letras apasionadas en mi cuerpo hasta el límite mismo de la excitación, de la locura…

Ahora estamos lejos. El libro se ha acabado de escribir, como todos los libros, pero la escritura queda y el libro vuelve a vivir cuando se lee de nuevo.

¿Volveremos a leer este relato?, o mejor aún, ¿podremos escribir otro nuevo?

Se que nuestros mundos reales se han separado porque son diferentes. Pero releo a menudo aquella frase de tu novela más famosa: escribir es una forma de vivir.

Si no podemos compartir el mundo real podemos vivir nuestro sueño en tu escritura. Esa será nuestra forma de vivir, nuestra manera de hacer el amor. Concebiremos hijos de papel y tu recuerdo será mi recuerdo hecho de palabras y acentos.

Escribe Ena, porque escribir será nuestra manera de amar, nuestra forma de sentir.



Fin


22/01/2025


El regreso de Giselle. Más allá del amor.

 

Pasaron unos instantes hasta que, por fin, logré tranquilizarme tras leer el mensaje de Roberto. Sabía que debíamos vernos, que esa conversación era inevitable, pero no tenía el valor de enfrentarle ni de hablar con él.

Roberto era el único hombre que, pese a conocer mi antigua profesión, quería formar una familia conmigo. Y aunque ser madre siempre ha sido mi mayor anhelo, no estoy segura de querer compartir mi día a día con él.

Podría decir que es perfecto, pero… es demasiado clásico, y eso nos distancia.

No creo que estuviera preparado para saber que nunca podría renunciar a mis encuentros con Davinia, que iban más allá del placer. Lo que sentía con ella era magia. No sé si por la nostalgia y el morbo de haber compartido la misma profesión o porque, al haberme ayudado a criar a mi hijo, se había forjado entre nosotras una unión casi indestructible. A pesar de las discusiones que tuvimos antes de separarnos —y que terminaron por alejarnos—, ella sigue siendo una parte esencial de mi vida.

Pero Roberto es serio, demasiado serio. Y aunque al principio fue precisamente eso lo que me enamoró de él, ahora siento que necesito algo más.

Tal vez la solución sea la misma de siempre: huir. Viajar sola para encontrarme a mí misma.

Quiero volver a ser madre, de eso no tengo ninguna duda. Pero no estoy segura de querer compartir mi vida con él.

Mi hijo y yo estamos acostumbrados a estar solos, a tenernos el uno al otro. Sé que a él le vendría bien una figura paterna, pero me aterra que mi relación con Roberto no funcione. No podría soportar que mi hijo se encariñara con él, para después perderlo. No me lo perdonaría jamás.

Cuando no tienes hijos, empezar una relación es más fácil. No hay mucho que perder si algo sale mal. Pero cuando eres madre, la historia es diferente. La persona que llegue a tu vida debe amar a tu hijo más que a ti, porque ningún padre o madre renunciaría jamás a su hijo por amor. Quienes han estado en mi situación lo entenderán. No es fácil. No puedes ocultar la existencia de tu hijo, pero tampoco puedes negarte la oportunidad de ser feliz.

Y aunque no tengo dudas de que Roberto sea un buen padre para el bebé que espero, eso no es suficiente.

No es lo mismo despertarte varias veces en la noche para amamantar a tu propio hijo o consolar su llanto, que tener que cuidar al hijo de otra persona. Abraham ya duerme de un tirón, pero sigue siendo un niño. A veces tiene pesadillas.

— ¿Estará Roberto preparado para afrontar eso?

         El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos y me obligó a dejar de escribir en el diario.

 —Buenos días, me llamo Josep. ¿Podría hablar con Giselle?

—Sí, soy yo. ¿Quién eres?

—Le llamo de la librería Abantos de Alicante. Estamos organizando una feria del libro cuyos beneficios irán destinados a FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras), y nos encantaría contar con su presencia. ¿Qué le parece?

—¡Claro! —respondí, titubeante. La idea me emocionaba.

—Perfecto. ¿Podría darme su correo electrónico para enviarle toda la documentación?

—Sí, toma nota: Giselle17051976@hotmail.com

—Muchas gracias. Cuando lea la documentación, responda lo antes posible.

—Así lo haré, Josep.

 

Nunca había hablado abiertamente de ello, pero colaborar con FEDER me hacía una ilusión especial. Yo misma padezco una enfermedad rara.

La enfermedad de Darier, o disqueratosis folicular, es un trastorno genético de herencia autosómica dominante causado por la mutación del gen ATP2A2. No tiene cura ni tratamientos realmente efectivos. La padezco desde los catorce años y es horrible. No solo por el picor y, en ocasiones, sangre, sino porque desnudarse ante alguien es un desafío cada vez mayor.

Aunque Roberto conoce mi “heridita” —como siempre la he llamado—, me aterra la posibilidad de que Abraham o mi futura hija pueda desarrollarla con el tiempo.

Siento que tengo un ángel de la guarda cuidándome, porque esta feria es la excusa perfecta para marcharme unos días y aclarar mis ideas sobre Roberto.

Debía llamarlo para decirle que me iría de viaje y que nuestra conversación tenía que aplazarse, pero no tenía el valor. 

Decidí enviarle un audio… 


Continuará…

—¡Gracias por tu regalo!—


 

Querido seguidor/a:


Hoy es San Valentín, el día de los enamorados. Para mí, es el día del amor en su sentido más amplio: cariño, respeto, admiración… Todo eso es lo que siento por ti como lector/a.

Quizás no seas consciente del inmenso regalo que me has hecho durante tanto tiempo. No hay objeto material que pueda compararse con algo tan valioso como tu tiempo. 

Es un obsequio intangible, imposible de cuantificar y, por lo tanto, de olvidar.

Cada vez que accedes al blog, piensas en mí, como yo ahora pienso en ti, mientras que estoy escribiendo esta carta.

¿Acaso hay mejor regalo que compartir parte de nuestra vida, de nuestro tiempo? 

No lo creo, y por eso quiero darte las gracias. —¡Gracias por tu regalo!—.

Vivimos en una sociedad donde expresar lo que sentimos parece estar mal visto. Nos comunicamos cada vez menos, vivimos atrapados en las pantallas. 

Ya no damos un beso o un abrazo al saludar o despedirnos, como si el afecto fuera algo inapropiado. 

Pero curiosamente, cuando alguien muere, todos encuentran tiempo para ir al tanatorio. 

Entonces me pregunto: ¿por qué no lo encontraron antes para tomarse un café? ¿Por qué no se llamaron para decirse lo que sentían? ¿Por qué?

La vida es corta. Solo tenemos esta. La felicidad, como tal, no existe; son momentos, y esos son los que realmente nos llevamos.

Todo lo material —bolsos, perfumes, zapatos, joyas— se quedará aquí.

Solo nos acompañará lo vivido, lo experimentado, lo sentido, lo dicho...

—¡No colecciones cosas, sino momentos!—.

Tal vez sea de las últimas personas que creen en el contacto, en el valor de un beso, de un abrazo. Para mí, son esenciales. Cada uno sabe qué tipo de besos y abrazos debe dar, pero quedarse con las ganas me parece absurdo.

No voy a disculparme por sentir así, porque no creo que sea necesario.

Cada escrito puede tener mil interpretaciones según quien lo lea, pero como escritora, sé muy bien qué quiero expresar con mis letras.

Porque las "letras" se escriben y se leen, mientras que las "palabras" se pronuncian y se escuchan.

¡Feliz día de San Valentín, en el más amplio significado de la palabra “amor”!

 

Gracias por seguirme.

Ena

            P.d: Que lo que ha unido las letras, no lo separe el hombre.


jueves, 6 de febrero de 2025

“Una mujer inerte o una escritora brillante”

 


Si te veo,

tengo miedo.

Si no lo hago,

te extraño.

Todo intento

de querer olvidarte

y de no desearte,

es siempre en vano.

Y aunque hay más peces en el mar,

ni me importan,

ni los veo,

ni los llego apreciar.

¿Y si no te hubiese conocido?

Seguramente viviría más tranquila,

sin sobresalto alguno.

Pero no escribiría

con la soltura

con la que ahora lo hago.

¿Será qué tenía que conocerte?

Si es así,

asumiré lo que el destino,

quiera hacer de mí…

 

“Una mujer inerte o una escritora brillante”


Ena 06/02/2025 20:12






lunes, 3 de febrero de 2025

No debo.

 



 No debo pensarte,

pero te pienso.

No debo soñarte,

pero te sueño.

No debo quererte,

pero te quiero.

No debo amarte,

pero te amo.

No debo desearte,

pero te deseo.

No debo sentir esto,

pero lo siento.

 

No debería escribir esto,

ni tan siquiera sé por qué lo he hecho.

Seguramente porque al tratarse de ti,

ya ni puedo pensar,

tan solo sentir…

 

Ena 03/02/2025 19:30