Es complicado intentar expresar con letras
lo que siento. Hace doce años publiqué mi primera novela —Escorts, una semana
en París—, justo en Diciembre del 2013.
Estaba nerviosa, mucho, era la primera vez
que conseguía que uno de los sueños que tenía desde niña, se materializase.
Pero… ahora es todo diferente; la vida y
los años colocan a una donde corresponde. Y es por eso por lo que anunciar el
nacimiento de esta novela o diario —como quieras llamarlo—, es muy importante
para mí.
Es una historia escrita desde el alma, con
el corazón y sin anestesia alguna.
La historia que vas a leer en El diario de Ena. La paciente que escribía, transcurre desde julio de 2024 a 24 marzo de 2025. Justo nueve meses. El tiempo de una gestación.
Durante esos meses a Ena la fecundaron de miradas, de gestos, de silencios, de ambigüedad, que pesaban más que
cualquier palabra. Lo que otros quizá hubieran querido olvidar, ella lo llevó
dentro y lo transformó en literatura.
No ha sido un hijo lo que ella ha parido,
sino un libro; que a pesar de tener dos padres, nacerá sin apellidos.
Comenzó a gestarse en su pensamiento el 24
de marzo, día en que afrontó una de esas situaciones que marcan un antes y un
después en la vida. No se sentó a escribirla hasta el 9 de mayo, sin imaginar
que apenas una semana después, el 16, perdería a su padre. Se fue de su
vida, pero no de su corazón. Ya que la dejó la responsabilidad de
llevar su apellido y todo lo que ello conlleva.
Al día siguiente fue su cumpleaños.
Mientras recibía mensajes felicitándola, se encontraba en el tanatorio, velando
a su padre. No fue el cumpleaños que hubiese deseado. El 18 se despidió de él.
Y desde el día siguiente se aferró a esta novela como quien lo hace a una tabla
a la deriva en alta mar.
Entonces se dio cuenta de que, de nuevo,
debía su vida a la literatura. Tú y ella, sois los que de alguna manera habéis
logrado que Ena se mantuviese en pie.
Así que no se ha concedido el lujo de
llorar… hasta ahora, mientras que está anunciando el alumbramiento de su nueva
“hija”: El diario de Ena.
El 22 de mayo la operaron,
regresó a su casa el 25. La primera parte de las grapas se la quitaron el 4 de
junio y la última, el 6 de junio.
Pero... fue el 8 de junio cuando su madre
se cayó. Pasó la noche en el suelo. El 9 la llevó al hospital. Y desde el 10 de
junio al 10 de julio estuvo en su casa casi siete horas cada día, cuidándola,
sosteniéndola y, al mismo tiempo, escribiendo. Para, de esa forma, sostenerse a
sí misma.
Escribió en los pasillos de la clínica.
También lo hizo en casa de su madre. Pasó noches en vela escribiendo. A veces
le faltaba el aliento. Otras, le invadía la rabia. Y en otras, el deseo. Fue la
única forma para no venirse abajo.
Aun con todo lo que has leído, esta novela
la finalizó el pasado 9 de julio, desde entonces, ha estado días encerrada en
la biblioteca corrigiéndola, siendo en algunas ocasiones su propia editora y en
otras, verdugo.
Hoy, agosto de 2025, la presenta. Y no es
casualidad que sea el día 30: justo la fecha en la que, un año
antes, un profesional de la medicina cruzó la línea entre lo
profesional y lo ético, entre lo correcto y lo que nunca debió suceder.
Nueve meses de silencio se transformaron
en un libro. Y ahora te la entrega, entre vísceras y sangre, con la certeza de
que cada página es fruto de esa espera y que leyéndola te vas a emocionar tanto
o más como ella, escribiéndola.
Ena
25/08/2025
P.
D. En cuanto la criatura esté oficialmente en el mundo —es decir, a la venta—,
haré un nuevo comunicado con el enlace, para que quien lo sienta, pueda
acogerla entre sus manos.
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