domingo, 9 de junio de 2013

Pensando, sin querer pensar.



          De nuevo esos duendecillos desalmados se han apoderado de mis manos y son ellas las que a pesar de las órdenes que mi cerebro les emite, van por libre dejándome en mal lugar, escribiendo estos sentimientos.
 
          Durante mucho tiempo, tanto que ya ni lo recuerdo. Ese hormigueo que se siente cuando estás ilusionada, se ha vuelto apoderar de mi estómago, impidiéndome que pueda ingerir cualquier tipo de alimento.
 
          Siempre pensé que éste estado era propio de una adolescente, pero jamás me imaginé cerca de los cuarenta años, observándome como una niña asustada por lo que siente.
 
          Y pese a que lucho con todas las fuerzas por no sentirlo, no puedo.
 
          Estoy ilusionada, y no sé porqué, ni creo que tenga motivos. O tal vez conozca el motivo, pero me quiera engañar para no admitirlo.
 
          ¿Se pueden controlar los sentimientos?, siempre pensé que había controlado cualquier tipo de sentimiento; pero lo que había hecho no era controlarlo, sino salir huyendo cuando sentía esa estúpida sensación que se siente cuando al amanecer el primer pensamiento que tienes es el de una persona que sin saber cómo ni porqué, hace que en tus labios se dibuje una sonrisa.
 
          Lo sencillo sería arrancarme el corazón, salir huyendo de nuevo, no enfrentarme a esta situación y posiblemente con el tiempo, dejaría de sentir lo que por él siento.
 
          Pero... Ha llegado la hora de enfrentarme a mis sentimientos, aún a sabiendas de conocer su reacción y lo que es peor, su desprecio.
 
          Me he querido engañar, he querido encontrarle mil defectos, pero por más que quiera hallarlos, no los encuentro. Y no los encuentro, no, porque no los tenga, si no porque mi estúpido corazón se ha enamorado.
 
          Siempre me dijeron, Giselle, por más que quieras no podrás dominar cada minuto de tu vida. —¡Maldita verdad la que me dijeron!—.
 
          Ahora estoy aquí, pensando, sin querer pensar, y teniendo que admitir que sin querer, le quiero.
 
          Me encantaría poder escribir de una manera más positiva, quizás sabiéndome amada y porqué no, deseada.
 
           Pero me siento inerte, como una hoja que flota en el agua, queriéndome esconder en las olas, desaparecer, y esperarle en un lugar donde poder estar a solas; para tener el valor de decirle que le quiero, y que sin sus besos...muero.
 
          Fdo:
          Giselle Bayma

4 comentarios:

  1. Muy bueno, me ha gustado, por un lado el amor que no tiene edad, y el amar a alguien sin ninguna lógica, donde el corazón es el que gobierna! Saludos!

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    1. Muchas gracias, Juan. Me alegra saber que te ha gustado. Un besazo.

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  2. "Ahora estoy aquí, pensando, sin querer pensar, y teniendo que admitir que sin querer, le quiero." ¡¡¡ME ENCANTO!!! AUNQUE DICEN POR AHI QUE EL CORAZÓN TIENE RAZONES QUE LA RAZON NO ENTIENDE, PIENSO TAMBIÉN QUE GRAN PARTE DE LOS SENTIMIENTOS TIENEN SU ORIGEN EN LOS PENSAMIENTOS...OSEA QUE DETERMINADOS PENSAMIENTOS GENERAN DETERMINADOS SENTIMIENTOS...SALUDOS

    HOLLMAN

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