lunes, 2 de septiembre de 2024

No me leas, siénteme. Capítulo: Añorando mi infancia


Pasar los días en pleno encierro —salvo para salir a comer—, me mantenían en un completo estado de melancolía.

Necesitaba irme a Madrid cuanto antes, estar aquí solo me aportaba malos recuerdos.


En estos instantes y más que nunca desearía volver a mi infancia, ésa que en ocasiones rechazamos con absurdas pataletas y con ansias de tener una edad más adulta para dejar de estar bajo el yugo de los padres y hacer lo que en verdad deseamos. Y ahora que me veo envuelta en una situación non grata, desearía volver a esa infancia, en la que solo tenía la obligación de estudiar y poco más.


Añoraba a mi madre y me dolía no tener noticias suyas, no saber lo que sintió al leer la carta que la dejé antes de partir me consumía por dentro.


En su foro interno sé que hubiera salido en mi busca, y sin embargo ése al que tengo que llamar padre de seguro se lo impediría.


—¡Qué duro era ser mujer en aquella época en la que solo se esperaba de una el que fueses buena esposa, mejor madre y sobre todo saber mantener la boca cerrada!—.


Tener una mentalidad abierta en una época en la que todo el mundo que te rodea la tiene cerrada, es complicado.


Siento que he nacido en una época en la que no encuentro un lugar donde poder ser yo, sin tener que ser hipócrita y disimular.


Menos mal que este diario hace que en estos momentos pueda volcar todo lo que llevo en mi interior.


—¡Hasta consigue hacer las veces de psicólogo!—.


La rabia que me da es que por muchas hojas que rellene en este diario, jamás podrán ver la luz.


A nadie le interesaría conocer la vida de una futura marquesa, aunque lo único que difiera de una persona sin título sea quizás la economía, pero en contrapartida está el tener que estar pendiente siempre del que dirán y no poder ser como desearía.


En este preciso instante desearía ser esa sirvienta que gozó de la misma forma que yo lo hice en los brazos de Felipe. Ella, sin estudios, sin posición social, había conseguido tener lo que yo jamás tendría por mucho dinero y propiedades que tuviera en mi haber. Ella, había conseguido formar mi mayor anhelo, mi mayor sueño: una familia.


—¿Por qué el gran porcentaje de las personas piensan que tener estabilidad económica es sinónimo de ser feliz?—.


No voy a negar que ayuda y bastante. Pero no aporta la felicidad. Es más... con los años te das cuenta de que la felicidad como tal no existe, sino que son escasos momentos en los que te sientes feliz. Pero una felicidad completa es una utopía. Y siendo escritora y teniendo tanta sensibilidad, me atrevo a decir, que ser feliz es más complicado que sentirse incomprendida y en ocasiones hasta desdichada.


Ahora que estoy asomada a la ventana, resguardándome del día lluvioso, observo a varios niños saltando felizmente sobre los charcos sin importarles si se manchan o no; eso jamás lo pude hacer. Mi institutriz, mi adorada Aurora, nunca me hubiese permitido hacer nada que fuera impropio de una muchacha de mi condición social.


Añoro mi infancia, pero he de mirar hacia adelante. Escucho como llaman a la puerta, es el dueño del hotel. Me imagino que viene a traerme la tan esperada carta de mi padrino con noticias nuevas.





Querida ahijada;


Cuánta triste me da conocer tu situación. Huelga decir que no has de pedirme que te haga un hueco en mi hogar, puesto que también es el tuyo Dulcinea. 

Ser padrino es algo más que sujetar un cirio en tan solemne ceremonia como lo es la del bautismo. Es a mi modo de ver, estar pendiente y velar por los pasos del ahijado e intentar estar siempre en lo bueno y en lo malo. Y esa responsabilidad la asumí de muy buen grado.



El próximo sábado estaré en Madrid. El presidente de la república D. Niceto Alcalá Zamora ha convocado a todo el cuerpo diplomático y como tal he de asistir —aunque sabes de sobra que soy monárquico—, pese a que Alfonso XIII como rey, ha dejado mucho que desear.

Estaré hospedado en un hotel en la calle Princesa. Dejaré recado al personal de recepción para que a tu llegada te acompañen a tu habitación. Hablamos largo y tendido después del acto mencionado anteriormente que tendrá lugar en el Palacio del Pardo.

Muy a mi pesar he de dejar de escribir, tengo una reunión ineludible.

Intenta ver el lado positivo de la vida —aunque sea complicado—, de los momentos más amargos son de los que uno más aprende.




Con todo mi afecto
Tu padrino


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