Ya tengo en mis manos los marcapáginas
definitivos de El diario de Ena. La paciente que escribía.
Podría parecer un simple trozo de cartulina, pero para mí es mucho más: es el puente entre la historia escrita y la persona que la recibe.
Cada detalle tiene un porqué. En el anverso, la frase que me define: “Me aferré al pasado para encarar el presente”. Y más abajo, otra confesión: “Si bien mi belleza pudo ser una maldición, del mismo modo fue: mi ambición, un castigo”. Palabras que resumen la esencia de la obra: una mujer enfrentada a sus luces y sombras, a su dignidad y sus heridas, a su fuerza y a sus límites.
En el reverso, la portada del libro: Ena, de espaldas, caminando por un pasillo que no solo es médico, sino vital. El camino de cualquiera que se enfrenta a sus propios silencios. El marcapáginas invita a seguirla, a entrar con ella en la historia.
Incluí también un código QR que lleva
directamente a mis redes sociales, porque este proyecto no termina en el papel.
La literatura se completa cuando alguien del otro lado lee, comenta, pregunta,
se reconoce. Ese diálogo me sostiene, y este marcapáginas quiero recordarlo: “¡Gracias
por sostenerme!”
Hoy siento que este pequeño objeto es un
símbolo. Así como un lector sostiene con él el lugar en el que ha dejado su
lectura, también yo he encontrado sostén en quienes han caminado conmigo
durante la escritura y ahora lo hacen en la publicación.
Los marcapáginas acompañarán los
ejemplares de El diario de Ena. La paciente que escribía, ya disponible
en Amazon. Espero que, cuando lleguen a vuestras manos, no sean solo un
señalador de páginas, sino un recordatorio de que cada lectura es un acto de
encuentro.
Ena 28/08/2025 13:44
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