De nuevo estaba
sintiendo esos sentimientos que por vergüenza, quería esconder. Atrás quedó
aquella gatita en celo, aquella aprendiz de loba, que a tu lado, día y noche
quería aullar.
La última noche que nos vimos, sentí
que nada de lo que había sucedido tenía sentido. ¡Y no lo tenía!, ¡no porque no
hubiese valido la pena!, sino porque amarte fue mi mayor castigo.
Ahora estoy sentada en el sofá de mi
habitación, disfrutando de la fragancia de la rosa que me regalaste, mientras
que inconscientemente voy quitando pétalo por pétalo. Tal vez queriendo de esa
forma arrancarme de mis pensamientos, cada beso, cada caricia, cada te
quiero...
¡Vive, Dios!, que me siento igual que
una rosa: suave y delicada a simple vista, a la par que llamativa y con
espinas.
Quizás estos días de infinita soledad,
de vacío, de lágrimas de sangre, tan rojas... que se confundían con pétalos, me
hayan servido para darme cuenta: que prefiero estar sola y relajada, que
acompañada de una efímera sombra.
Sé que volveré a tus recuerdos, sé que
me asomaré de nuevo a tus sueños, sé que te retorcerás de soledad, al saber que
son sólo recuerdos.
Pero prefiero ser un recuerdo, a sólo
un deseo.
¡Estoy mal, sí! Tal vez sería fácil
arrebatarme lo que un día mi madre me dio, e irme a un lugar, donde sea una
mera telespectadora de una realidad, irreal.
Pero tengo ganas de leer el guión, que
el destino me tiene preparado, y aunque ahora esté con el alma hecha jirones,
sé que la vida es un sueño, en el que solamente yo, soy la protagonista. Donde
las desilusiones son meros teloneros, que me abren la vista, para poder
interpretar mi mejor obra al final; justo cuando ya sé qué soy y qué es lo que
quiero...
Eva Mª Maisanava Trobo
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