domingo, 24 de marzo de 2013

Lágrimas de pétalos.


          De nuevo estaba sintiendo esos sentimientos que por vergüenza, quería esconder. Atrás quedó aquella gatita en celo, aquella aprendiz de loba, que a tu lado, día y noche quería aullar.

          La última noche que nos vimos, sentí que nada de lo que había sucedido tenía sentido. ¡Y no lo tenía!, ¡no porque no hubiese valido la pena!, sino porque amarte fue mi mayor castigo.

          Ahora estoy sentada en el sofá de mi habitación, disfrutando de la fragancia de la rosa que me regalaste, mientras que inconscientemente voy quitando pétalo por pétalo. Tal vez queriendo de esa forma arrancarme de mis pensamientos, cada beso, cada caricia, cada te quiero...

          ¡Vive, Dios!, que me siento igual que una rosa: suave y delicada a simple vista, a la par que llamativa y con espinas.

          Quizás estos días de infinita soledad, de vacío, de lágrimas de sangre, tan rojas... que se confundían con pétalos, me hayan servido para darme cuenta: que prefiero estar sola y relajada, que acompañada de una efímera sombra.

          Sé que volveré a tus recuerdos, sé que me asomaré de nuevo a tus sueños, sé que te retorcerás de soledad, al saber que son sólo recuerdos.

          Pero prefiero ser un recuerdo, a sólo un deseo.

          ¡Estoy mal, sí! Tal vez sería fácil arrebatarme lo que un día mi madre me dio, e irme a un lugar, donde sea una mera telespectadora de una realidad, irreal.

          Pero tengo ganas de leer el guión, que el destino me tiene preparado, y aunque ahora esté con el alma hecha jirones, sé que la vida es un sueño, en el que solamente yo, soy la protagonista. Donde las desilusiones son meros teloneros, que me abren la vista, para poder interpretar mi mejor obra al final; justo cuando ya sé qué soy y qué es lo que quiero...
 
Eva Mª Maisanava Trobo

jueves, 14 de marzo de 2013

¿Cuando aprenderás, caballero?

De nuevo el fuego interior se apoderaba de mí, después de varios días de calma, pensé que la aprendiz de loba, había calmado su sed, y me había dejado ser esa mujer serena y calmada, que todo el mundo de puertas para fuera solía conocer. 

¡Pero, no! Tuvo que hacer su presencia, cuanto más lejos sentía su ausencia, apareció sin pedir permiso, se adentró en mi interior e hizo que sacara de nuevo, a esa mujer que necesita pasión, como quien necesita respirar. 

El miedo, de no saber si era una enfermedad, incontrolable, las ganas de sentir una piel nueva, un aliento nuevo, unos labios nuevos y unos besos diferentes, me estaban haciendo pensar, que realmente, en la consulta de los Psiquiatras, había pacientes por menos motivos.  

¿Y si realmente fuese Ninfómana?, aunque este término, quizás esté usado frívolamente por los hombres; cuando una "mujer", les hace la competencia, en estos lares, que solo consideran propios de ellos. 

Pero... ¿Cuándo aprenderás, caballero?, que he jugado, juego y jugaré a ser inofensiva, para cuando estés confiado, sacar las garras, rasgarte la ropa, desposarte de tu careta de lobo, que ante la sociedad tienes que llevar para aparentar... 

Si, te ha tocado a ti. ¡No!, no mires para otro lado, no gires la cabeza, es absurdo, hagas lo que hagas, por más que luches, no tendrás escapatoria, serás mío. 

Así que déjame que te seduzca, déjame entrar en tus sueños, en tus fantasías y anhelos, para conseguir noche tras noche, día tras día, que esos anhelos, sean a partir de esta noche, verdaderos recuerdos. 

-        ¡Schhhh, calla!, valió la pena, leer este texto. Te hice olvidar por un instante, todos tus miedos, para transformarlos, en bellos y gratos recuerdos...

-        ¿Cuándo aprenderás, Caballero?, que soy la dueña y señora de tus sueños... 

 

Escrito por
Eva Mª Maisanava Trobo

domingo, 10 de marzo de 2013

Desde mi cielo...


Siempre nos dijeron que para todo, teníamos que estar preparados; pero es difícil estar preparado para cuando esa mujer fría, sigilosa y sin alma; te quiere arrebatar la tuya, y dejarte sin alas. Para ese instante, no se está preparado.
 
Es cuando sientes esa sensación gélida, esa famosa luz brillante; cuando valoras lo que tuviste, y por orgullo, no valoraste.
 
Cuando me llegó la hora, y tuve que marchar, no era la sensación de miedo lo que se apoderaba de mí, sino saber lo que sufriría, mi gente, al tener que partir.
 
¡¡Y no sufre más el que se queda, sino el que se va!!
 
Desde mi cielo, libre y con alas para poder volar,
me siento prisionera, de manos atadas, al verte llorar.
 
Y ahora lloras porque no me tienes.
Pero... Cuando me tenías, ni tan siquiera, me sentías...
 
Duele escuchar, ahora, de tus labios un "te quiero", al que no puedo contestar.
Solo puedo estar en tus sueños, y no siempre me permites, estar.
Si ese, "te quiero", lo hubiera escuchado tiempo atrás;
hoy sabrías lo importante que es "hablar" y no "callar".
 
Porque hoy estás en este mundo, y mañana... ¡Mañana, Dios, dirá!
 
Escrito por:
Eva Mª Maisanava Trobo