A duras penas llegué a mi casa andando, sin conseguir que mis piernas dejasen de temblar, quizás lo que menos me importaba era tener que regresar y asumir que tarde o temprano tendría que ser de Musa, lo que más me dolía era que mi padre estaba cada vez peor, y que, si no era capaz de llevar bien la estrategia que estaba planeando para dejar a Musa un buen agujero en su cuenta corriente, mi padre moriría.
Había llegado empapada de la calle, la cazadora con capucha, apenas me sirvió para protegerme de la lluvia que finalmente terminó dando paso a un granizo.
Me desnudé, para terminar, dándome una ducha bien caliente y poder entrar en calor, relajarme y hacerme a la idea de que tendría que sacar de nuevo a esa mujer fría y calculadora, que había querido enterrar.
Desde luego que me vino estupendamente, me sequé y me vestí con tan solo un camisón de seda de color negro, me dejé caer en la cama y comencé a pensar, en que cualquier persona en mi situación, hubiese tomado la misma decisión que yo.
—¡Total!—, que diferencia había entre liarse con un tipo cualquiera un fin de semana en una discoteca, a realmente hacer lo mismo, pero con una notoria diferencia, una gran cantidad de dinero, que ayudaría a mi padre a su recuperación y a mí, a solventar mi economía para finalmente ser la dueña y señora de mi vida.
Siempre pensé que la belleza es y será un arma de doble filo, pero que, usándola con inteligencia, se tenían más posibilidades. Y es que afortunadamente conocía a la perfección cuáles eran las debilidades de Musa. No hay peor error que pueda cometer un hombre, que tomar unas copas de más y dejar que por su boca salga cierta información, que para nada le vendría bien que se diera a conocer.
—Tenía una amante y su mujer acababa de dar a luz a su segundo hijo—. Sin duda le convendría ceder a mis humildes peticiones, no fuera que sin querer pudiera hablar más de la cuenta.
Desde luego que fui bastante disciplinada en mi formación de escorts y siempre me guardaba un as en la manga por lo que a mí persona le pudiese suceder, toda la precaución que tomase era poca, guardaba todos los correos de los clientes, grababa las conversaciones telefónicas y en alguna velada, si el cliente que había contratado mis servicios no despertaba la suficiente confianza en mí, grababa las conversaciones. —¿Frialdad?— ¡Sí!, pero en esta profesión el corazón se deja para tu vida privada, en las horas laborales, solamente el tener todo controlado, hacía que ningún cliente pudiera pasarse de listo, cómo más de uno quería hacer.
—¡Vamos! que valía más por lo que callaba, que por lo que contaba—.
El sonido del telefonillo hizo que tuviera que levantarme de la cama.
—¿Quién es?
—Soy de la agencia UPS, le traigo un sobre.
—Déjelo en la recepción, ahora no puedo bajar gracias. —Colgué el telefonillo—.
Estoy convencida de que se trataba de la documentación que David me hacía llegar y por la cuenta que le trae, espero que no se haya olvidado de la American Express con los seis mil euros, ya que eso, no solamente ayudaría a mi padre a poder iniciar su tratamiento en la clínica; sino que también significaría que estaría empezando a controlar a Musa. —¿Quién dijo que jugar a las damas era sólo un juego de mesa?— El saberme dominadora de la situación, hizo que mi ambición se apoderase de mí.
Que mejor manera de celebración, que despojarme del delicado camisón que llevaba, dejarlo caer al suelo, tumbarme en la alfombra del suelo, abrirme al placer, dejando que de mis labios saliera un grito, que hizo que toda la tensión acumulada, se ensombreciera con el orgasmo que acaba de tener.
La verdad es que necesitaba evadirme por un rato, para empezar a calcular y dominar cada palabra, cada gesto, y cada paso que iba a dar a partir de mañana.
Me vestí con lo primero que cogí en el armario, con un sencillo chándal, para bajar a por la documentación que habían dejado en la recepción.
Lo abrí temblorosa y las lágrimas empezaron a resbalar, cuando vi la tan ansiada tarjeta de crédito… ¡Por fin mi padre podría iniciar el tratamiento!, poco importaba ya lo que en adelante sucediese, ya podía llamar a mi madre y darle la noticia de que en breve se tendrían que ir a Houston.
—Hija, ¿qué tal todo? ¿Has encontrado ya trabajo?
—¡Si mamá!, pero... Dime, ¿cómo sigue papá?
—¡Mal, Giselle!, necesita iniciar el tratamiento con urgencia.
—Por eso te llamaba. He conseguido un trabajo, es poco tiempo una semana sólo, como guía de viaje, tendré que ir a París, me han dado seis mil euros por adelantado, te lo envío hoy mismo por mensajero, mañana ya estaré allí.
—¡Pero hija!, ¿por qué tanto dinero? ¿No estarás metida en algún lío?
—Confía en mí, por favor. Ahora lo que importa es que os vayáis cuanto antes a Houston; en el sobre te envío unos billetes de avión, y una tarjeta con dinero para ir afrontando los gastos del tratamiento. Dile a papá que le quiero. Estoy segura de que algún día tarde o temprano, estas lágrimas se transformarán en risas. Tengo que dejarte, he de hacer el equipaje. Te llamaré desde París.
—Te quiero, pequeña.
—Y yo a ti, más que a mi vida y más que a mis principios. Colgué el teléfono.
Con la emoción de llamar a mi madre, había pasado por alto que, dentro del sobre, había un sobre cerrado a mi nombre; lo abrí de inmediato y me puse a leer en voz alta el contenido de la nota, mientras que me sentaba en el sofá, para estar más cómoda.
Querida Giselle.
Es un honor para mí saber que voy a poder pasar unos días con usted en París, que mejor ciudad para poder seducir a una mujer tan especial como usted, seguramente que estará más atractiva que la última vez que la vi.
Está todo dispuesto como David me indicó, le envío los billetes de avión en clase "vip", sin duda alguna no iba a consentir que viajase una mujer tan exquisita como usted en clase turista; a la llegada le estará esperando mi chofer, que la trasladará al Hotel Ritz, he reservado una suite a su nombre, contigua a mi habitación y como ya sabe ambas están comunicadas.
Por motivos de trabajo, no podré reunirme con usted hasta el martes; en el sobre, como habrá visto hay una llave de una caja fuerte donde he depositado la cantidad suficiente para que lo disponga como crea conveniente hasta mi llegada.
Un afectuoso saludo
Musa
La verdad es que no puedo negar las buenas maneras que tenía Musa. Pero lo que no sabía, es que su plan de seducción, le iba a salir más caro de lo que él jamás se hubiera imaginado.
Tenía que acostarme pronto, mañana a las ocho de la mañana salía el vuelo con destino a el Aeropuerto de Paris Charles de Gaulle, y el único equipaje que me llevaría sería un neceser y mi bolso de Loewe. Con el dinero de la caja fuerte y aprovechando que no vendría hasta el martes, me compraría la ropa allí.
Mentiría si no digo que París era una de mis ciudades favoritas, y poder hospedarme en la misma habitación donde Diana de Gales y Dodi Al-Fayed habían dormido, no sólo me gustaba, es más, me encantaba. Solo esperaba no tener el mismo fin que ella. Ya me veía por las calles de París, con las manos llenas de bolsas, llevando a cabo mi urdido plan y al regresar, poder decir Paris je t'aime.
Sin duda será una semana prometedora.
Continuará...
No olvidéis que tenéis una cita conmigo el próximo viernes 27 de septiembre.
Hasta entonces, ser felices, ser malos, pero es sí... no me seáis infieles.
Eva Mª Maisanava Trobo
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