viernes, 6 de septiembre de 2024

Escorts, una semana en París. Introducción.


Dedicado a todas esas personas que a pesar de las adversidades que la vida les pone en el camino, luchan, por tener un futuro mejor.

La autora


Los personajes que aparecen en esta historia
al igual que todas y cada una las situaciones,
son fruto de la imaginación de la autora
Cualquier parecido con la realidad,
no es sino pura casualidad.




Introducción:



Había dejado de ejercer la profesión a la que me dediqué durante más de cuatro años y me juré que no volvería a realizar ningún servicio más, si bien es cierto que esta profesión tiene un gran atractivo que te permite poder conocer a gente "vip", también es cierto que llegada cierta edad, es mejor tomar la decisión de dejarlo a tiempo, ante de caer en el error en el que cayeron muchas de mis compañeras, que dejándose llevar por el lujo, el glamour y el dinero fácil, estaban cayendo en declive y sus servicios apenas eran requeridos.

Es mucho el desconocimiento que hay de esta profesión; y no voy a negar que la gran mayoría de las veces terminaba dejándome llevar por el instinto más primario que todos tenemos y dando rienda suelta a la pasión, pero jamás era una cláusula impuesta por la agencia, era una decisión libre que yo tomaba y no con todos.

Pero...otras muchas veces, tenía que aguantar veladas interminables con la mejor de mis sonrisas a uno de esos muchos ejecutivos que necesitan ser escuchados, puesto que ésas —tan dignas— que se creen por llevar un anillo en el dedo, no lo hacían.

No voy a negar que muchas veces tenía que luchar por no quedarme dormida, escuchando conversaciones llena de tecnicismos en la que me resumían sus interminables y agotadoras jornadas laborales, pero...otras veces os juro que hubiera deseado no darme cuenta de que las dos horas por las que había sido contratado mi servicio, ya estaban llegando a su fin.

Ganar mil euros por dos horas, estaba lo suficientemente bien pagado, si lo comparaba con mis amigas, que ganaban lo mismo casi en dos meses.

Y es que afrontar una vida sencilla después de haber bebido las mieles del placer y haber tenido a un montón de hombres a tus pies, dispuestos a costear todos y cada uno de los caprichos que tenía; costaba hacerse a la idea de que ahora tendría que buscar un trabajo "normal", ser consecuente con la decisión tomada y por lo tanto con el cambio de vida.

Ya casi rozaba los cuarenta años y sé que sería difícil encauzar de nuevo mi vida, me sentía tan vacía que no encontraba la manera de salir de esta maldita depresión que se estaba apoderando de mí.

La verdad es que, si no fuera porque había sido bastante compulsiva a la hora de comprar, no tendría que estar ahora haciendo cábalas para poder llegar a fin de mes.

Pero la moda era mi vicio y el impulso de comprar, era mucho más fuerte que yo, no podía negarme ningún capricho, bolsos, zapatos, perfumes y desde luego que no me conformaba con cualquiera baratija; por lo que era muy normal encontrar en mi closet complementos de las firmas más deseadas… Louis Vuitton, Manolo Blahnik, Loewe, Chanel; ya que debido a mi profesión conocía a la gran mayoría de los directivos de esas firmas, que en más de una ocasión, habían requerido mis servicios, para tener a una mujer atractiva con la que posar delante de un photocall en los diversos eventos que organizaban.

Pero la realidad era otra, ése era mi pasado y ahora mi profesión como la de la gran mayoría de los españoles era la de sobrevivir; debía tres meses al casero, de la compañía de luz ya había recibido un aviso indicándome que si no pagaba me iban a cortar el suministro y en la cuenta del banco solamente tenía cincuenta euros para lo que restaba de mes.

Supongo que sorprenderá, pero...cómo hubiera deseado una llamada de la agencia, para hacer el último servicio y tapar los agujeros que tanto me asfixiaban.

En más de una ocasión pensé que tenía el teléfono pinchado por el que era mi jefe, ya que fue terminar una conversación que mantuve con mi amiga Erika en la cual le decía lo mal que lo estaba pasando, para instantes después sonar el teléfono.

—¡Si!, contesté.

—Giselle soy David, ¿cómo estás? Era el director de la agencia.

—La verdad es que me siento perdida, es un cambio demasiado brutal, pero...ya sabes que soy firme cuando tomo decisiones.

—Respeto tú decisión, pero escucha lo que te voy a decir y solamente después de pensártelo bien, toma una decisión.

—Te escucho, dime. Contesté con desgana.

—¿Te acuerdas de Musa?

—Si claro, si mal no recuerdo es el embajador de Palestina.

—Efectivamente ese mismo, requiere tus servicios.

—David, ¡ya te he dicho que no! —Contesté irritada—.

—¿Y si te digo que me ha ofrecido un cheque en blanco si te vas a París con él una semana a todo lujo y con todo pagado?


Continuará... 


No olvidéis que tenéis una cita conmigo el próximo viernes 13 de septiembre. 

Hasta entonces, ser felices, ser malos, pero es sí... no me seáis infieles.


Eva Mª Maisanava Trobo 


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