miércoles, 26 de junio de 2013

Una ilusión...


 
Se han ido mis musas,

y con ellas mi inspiración.

Te fuiste de mi vida,

y contigo, mi corazón.

Ahora estoy sola,

vacía, desolada

y perdiendo la razón.
 

Solo al cerrar los ojos,

de nuevo,

recobro la ilusión.

Te acaricio...

Te beso...

Te sueño...

Y vuelvo a ser yo.
 

Pero al despuntar el alba

y al abrir los ojos,

me doy cuenta

de que eres solo...

"Una ilusión"

 
Eva Mª Maisanava Trobo

domingo, 16 de junio de 2013

Desde la ventana.


          Todo había terminado entre tú y yo. Tan solo nos unían unos recuerdos que a golpe de llorar ya se estaban desvaneciendo.

          No había ni una conversación, ni un hola, ni un te quiero, solo un frío hasta luego.

          Nuestros encuentros distaban mucho de lo que hace años eran; tal vez mi carácter se había agriado, o quizás la preocupación de tener que hacer cábalas para llegar a fin de mes, me habían convertido en esa mujer que ahora era: insegura y con miedos.

          Aquel día cuando viniste a visitarme por última vez, a hacer uso de lo que considerabas de tu propiedad; te rechacé.

          Fue entonces cuando te conocí. ¿Qué ironía, verdad? Después de haber estado años y años, dándome a ti y resulta que lo único que conocía de ti, era tu físico; jamás había reparado en indagar sobre tu personalidad.   

          Hasta que llegó ese momento en el que quise arrebatarme la vida y poner un punto y final a esta maldita agonía.

          Sangre, temblores, lágrimas y miedo, sobre todo miedo, eran las palabras que más se acercaban a definir lo que me hiciste vivir. Pero todo ese dolor tenía cura, todos, menos el desgarro de mi corazón. Mataste mi ilusión, mientras que mi cuerpo, ultrajado por el dolor, con el tiempo se recuperaría.

          Tarde algún tiempo en volver a creer en mí, en apartar de mí la sensación de creer que lo había provocado todo.

          Gracias a Dios, ahora tengo ganas de volver a sentirme viva, de querer sentirme de nuevo mujer entre los brazos de un hombre, y de querer refugiarme en esos abrazos que tú, me negabas.

          Quedan minutos para que él acuda a la cita que tenemos. Lleva meses ayudándome a olvidar, a superar mis miedos.

          Ahora —desde la ventana— de mi alcoba, veo como el hombre de mi vida se baja del coche, para subir a mi habitación. Tengo miedo, y mucho; le amo y a pesar de todo, los fantasmas del pasado se apoderan de mí.       

          Quiero ser fuerte y olvidar, quiero ser libre y volar, pero... me da miedo que al despertar, él se vaya de mi lado, y nunca más... pueda volver a soñar.
 
 
Gyselle Bayma

domingo, 9 de junio de 2013

Pensando, sin querer pensar.



          De nuevo esos duendecillos desalmados se han apoderado de mis manos y son ellas las que a pesar de las órdenes que mi cerebro les emite, van por libre dejándome en mal lugar, escribiendo estos sentimientos.
 
          Durante mucho tiempo, tanto que ya ni lo recuerdo. Ese hormigueo que se siente cuando estás ilusionada, se ha vuelto apoderar de mi estómago, impidiéndome que pueda ingerir cualquier tipo de alimento.
 
          Siempre pensé que éste estado era propio de una adolescente, pero jamás me imaginé cerca de los cuarenta años, observándome como una niña asustada por lo que siente.
 
          Y pese a que lucho con todas las fuerzas por no sentirlo, no puedo.
 
          Estoy ilusionada, y no sé porqué, ni creo que tenga motivos. O tal vez conozca el motivo, pero me quiera engañar para no admitirlo.
 
          ¿Se pueden controlar los sentimientos?, siempre pensé que había controlado cualquier tipo de sentimiento; pero lo que había hecho no era controlarlo, sino salir huyendo cuando sentía esa estúpida sensación que se siente cuando al amanecer el primer pensamiento que tienes es el de una persona que sin saber cómo ni porqué, hace que en tus labios se dibuje una sonrisa.
 
          Lo sencillo sería arrancarme el corazón, salir huyendo de nuevo, no enfrentarme a esta situación y posiblemente con el tiempo, dejaría de sentir lo que por él siento.
 
          Pero... Ha llegado la hora de enfrentarme a mis sentimientos, aún a sabiendas de conocer su reacción y lo que es peor, su desprecio.
 
          Me he querido engañar, he querido encontrarle mil defectos, pero por más que quiera hallarlos, no los encuentro. Y no los encuentro, no, porque no los tenga, si no porque mi estúpido corazón se ha enamorado.
 
          Siempre me dijeron, Giselle, por más que quieras no podrás dominar cada minuto de tu vida. —¡Maldita verdad la que me dijeron!—.
 
          Ahora estoy aquí, pensando, sin querer pensar, y teniendo que admitir que sin querer, le quiero.
 
          Me encantaría poder escribir de una manera más positiva, quizás sabiéndome amada y porqué no, deseada.
 
           Pero me siento inerte, como una hoja que flota en el agua, queriéndome esconder en las olas, desaparecer, y esperarle en un lugar donde poder estar a solas; para tener el valor de decirle que le quiero, y que sin sus besos...muero.
 
          Fdo:
          Giselle Bayma