Este
relato es la continuación a una historia escrita a cuatro manos. Y que escribí,
junto con Fernando Alonso Barahona en Agosto del 2013, nunca pensé que me
atreviese a hacerlo; pero no todo tiene un por qué.
Para
saber de qué va la historia, tendréis que leer la anterior y quien ya lo haya
hecho, espero os guste.
https://larevistadetodos.blogspot.com/2013/08/algo-mas-que-una-presentacion.html
Todo
surgió aquél día, en aquella presentación.
Mi
vida como escritora estaba yendo viento en popa; ya quedó atrás mi época de
escorts, —con el último servicio—, la noche en la que estuve con Roberto.
Ahora, estaba completamente volcada en mi profesión de periodista, sin dejar a
un lado mi pasión por la escritura y la promoción de mi novela. La
presentación de "Entre dos mares", había sido todo un éxito. Jorge,
mi editor, estuvo a mi lado en el día más feliz de mi vida. Ya todo estaba
aclarado, ya no había ningún rastro de confusión por mi parte, ahora, aunque
tarde y después de haber llorado lágrimas de sangre, sabía que le querría el
resto de mis días como a un amigo.
Aunque...
tengo que ser sincera, como siempre me ha gustado serlo, y confesaros, que
hubiera dado mi vida porque Roberto, me presentase. Aunque lo más sensato,
después del affaire que tuvimos, era dejar pasar el tiempo.
Con
mi jefe, había llegado a un acuerdo para que no me volviese a enviar a cubrir
ningún evento en el que él estuviera presente, por más que solicitasen mi
presencia.
Las
jornadas de trabajo en la oficina eran extenuantes, tan sólo me permitía la
licencia de conectarme un par de minutos al día a mi correo personal, para
comprobar si había alguna noticia interesante entre mis amistades.
Y
justo fue en ese instante cuando me enteré de que Roberto, había presentado la
obra de la que habíamos hablado hace tiempo en el congreso de San Sebastián.
Me
hubiera gustado poder estar a su lado, ver ese brillo de su mirada y esa
sonrisa tan contagiosa, que al recordar y después de tanto tiempo, todavía
dibujaba en mi rostro esa felicidad que sentí aquella noche entre sus brazos.
Tal
vez, la ambición, tal vez, el querer llegar rápidamente a mis metas, había
hecho que me comportarse como una mujer interesada y hasta desleal.
Me
observo en el reflejo del monitor, y me doy cuenta de que estoy llorando.
Extraño esos momentos en los que hasta el silencio, que de una manera arrogante
se hacía protagonista entre nosotros—hasta en esos instantes—, yo era feliz a
su lado.
Nunca
me quedó claro, si realmente nuestros encuentros eran porque compartimos la
misma pasión hacia la literatura, o por el contrario —nos veíamos a
escondidas—, porque la complicidad, el respeto y el entendimiento que existía
entre nosotros, tal vez... podría ser con el tiempo una verdadera historia de
amor.
Todavía
conservaba el número de su teléfono en la agenda de mi móvil y en más de una
ocasión tuve la tentación de mandarle un mensaje, para saber de él; pero el
miedo a volver a confundir mis sentimientos paralizaban todo intento.
Emocionalmente
estaba tranquila, sin lugar a duda, era el mejor momento de mi vida. Tenía todo
por lo que había trabajado duramente, un trabajo que hacía que cada día me
sintiera más realizada, mi primera novela en la calle y con una aceptación
bastante buena, y lo más importante con ideas y proyectos interesantes.
Pero
leer el email de Roberto, en el que me pedía que estuviera con él en su día,
hizo de nuevo, que esas cenizas que en su día no llegamos a apagar, ahora, otra
vez prendiese la llama de esos sentimientos, que despertó en mi aquel día, en
aquella presentación; en la que mi editor Jorge Andrade presentaba su libro
"Hacia el infinito".
Fue
el sonido del móvil, quien hizo que volviera a la realidad, dejando aparcado el
recuerdo de los besos de Roberto.
Era
mi amigo Nando, quería verme, llevábamos un tiempo saliendo, pero pese a que él
estaba completamente enamorado de mí, yo por el contrario, aunque que le quería
con locura, me faltaba ese punto de comprensión, que solo encontraba en las
conversaciones con Roberto.
Nos
fuimos a cenar a un restaurante vanguardista de una elegancia sin igual, pero
nada de eso, nada, hacía que me quitase de la mente a Roberto; tal vez si no hubiera
abierto el correo, si no hubiera visto su email, seguramente ahora estaría
camino de un hotel, para subir con Nando a la habitación de un hotel para dar
rienda suelta a la pasión. Y sin embargo, cuando intentó besarme, le rechacé.
Salí corriendo del restaurante, cogí el primer taxi que pasó y me fui a mi
apartamento.
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Tal
vez quería encontrar una respuesta y armarme de valor para poner en
conocimiento a Roberto, de lo que hoy en día todavía sentía por él.
Acumular este sentimiento en mi interior, sólo hacía que me sintiera cada vez peor, y decidí embriagada por el aroma de las rosas, escribir, un email a Roberto.
Querido Roberto.
Tal
vez ni tan siquiera leas ese email, posiblemente termine en la papelera o al
entrarte como “spam”, ni lo leas, pero mi corazón atribulado una vez más, me ha
empujado a decir lo que siento.
Me
alegra saber que por fin has publicado ésa obra, de la que estoy segura, será
un ópera prima, compuesta de versos y capaz de llegar a los corazones más
insensibles, cautivándolos con el sonido de esa melodía de pasión, ternura y
amor, que siempre se encuentran en cada una de las palabras que escribes.
Cierto
es que ha pasado mucho tiempo desde que coincidimos en la presentación del que
hoy es editor de ambos, pero hoy te escribo para decirte que todo lo que siento
—todo surgió aquél día, en aquella presentación— en la que desde
el minuto cero, cuando quedamos momentos antes de que empezase el acto, para
hablar, desde ese instante que nuestras miradas se cruzaron, —ésa mirada
escrutadora que tanto te gustaba de mí—; desde entonces y aunque me he
disfrazado de insensible en ocasiones, de liviana en otras dándome a quién no
me merecía, pese a todo, hoy, tengo que decirte que te quiero.
Pero
este te quiero, no sé si es tan fuerte como para querer plantearme el hecho de
luchar por ti, contra viento y marea; o tal vez sea que a tu lado, tengo el
valor de seguir luchando en este mundo de letras, de fantasías, de envidias y
de pasión...
—¡No
lo sé, Roberto!—, solo sé que necesito de nuevo besarte, para saber si esto que
siento, esto que estoy escribiendo es real, y no un capítulo más...
Siempre tuya
Giselle
Bayma
P.d. No me leas, compréndeme.
Eva Mª Maisanava Trobo
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