Los recuerdos se avecinan a mi mente, de una manera incontrolable; llevaba tiempo sin verle y era evidente las ganas que tenía de compartir con él, esas charlas que tanto tiempo, nos tenían a ambos embriagados, sin ser conscientes del paso del tiempo.
No nos veíamos mucho tiempo, pero...el tiempo que gozábamos de nuestra presencia, era mágico, diferente, único.
No nos veíamos mucho tiempo, pero...el tiempo que gozábamos de nuestra presencia, era mágico, diferente, único.
Era una mañana de Agosto bastante soleada y con un calor en Madrid sofocante, estaba esperando un mensaje suyo al móvil, confirmándome que quedaríamos, cómo teníamos previsto; (recién acababa de regresar yo de mis vacaciones) y tenía ganas de poder verle y por que no decirlo, ¡de abrazarle!; la emoción que albergaba en mi interior, (creo que solamente era mi corazón el único testigo de ella y ahora tú que lo lees), pues cómo caballo desbocado, no hacía otra cosa que latir.
Nuestra amistad, pese a extraña o diferente, cómo es nuestro carácter, era sincera y sólida.
En ese instante el sonido del móvil, me despierta del estado de nerviosismo en el que me encontraba; cogí la bolsa para ir a la piscina, y me dirigí con temblor en mis piernas hacia el lugar donde habíamos quedado.
Allí esta Marc, con esa sonrisa que tanto me cautivaba, con esa mirada tan sincera cómo lejana, nos montamos en el coche y le pregunté a que piscina nos dirigíamos; su contestación me dejó helada cuando me dijo:
- Vamos al Hotel Eurostars Zarzuela Park
(He de confesar que una mezcla de sentimientos muy dispares, se apoderaron de mí)
La habitación era, confortable, con un mobiliario tan elegante cómo sencillo, con un cuadro que me enamoró, (si mal no recuerdo era el Palacio de Cristal de la casa de campo), al asomarme por la venta, vi la piscina que tan impetuosamente, me estaba llamando la atención, para bañarme en ella, y de fondo, cómo no podía ser de otra manera, unas vistas espectaculares de la capital del Reino.
La verdad es que la situación, no tendría nada de especial, salvo que aparte de amigos, ambos nos deseábamos; y allí estábamos, frente a frente, un hombre y una mujer, intentando comportarnos de manera normal, en un lugar que invitaba a "sentir".
Estuvimos bastante rato hablando, le enseñé un libro en el cual había un poema mío escrito, aproveché a decirle que había estado reunida con una Editorial en vacaciones y que no pararía en luchar por hacer mi sueño realidad, "el poder contar una historia digna de ser leída"; huelga a decir que siempre he contando con su apoyo, algo que jamás pase lo que pase, podré agradecérselo lo suficiente.
Cuando me quise dar cuenta, estábamos tumbados en la cama, dándonos, todas las muestras de cariño, que durante tanto tiempo había guardado celosamente, por "miedo" a perder el tesoro más bonito, "nuestra amistad".
Después de un buen rato, en el que creí desfallecer de tantas caricias, nos bajamos a la piscina; imposible encontrar un paraje más relajante, el agua que estaba a una temperatura buenísima, invitaba a sumergirte en sus aguas y después de bañarnos, y ya relajados sobre unas tumbonas, lo único que quebrantaba tanta tranquilidad, era el sonido agradable de los pajarillos
Os puedo asegurar que sí algún día tenéis la oportunidad de estar en el Hotel, comprenderéis que no exagero, o tal vez sea, que el estar a su lado es simplemente embriagador.
El Sol ya estaba yéndose y empezaba a refrescar, cuando nos subimos a la habitación.
Me duché para quitarme el cloro de la piscina; cuando salí él estaba tumbado en la cama, (le acompañé con la única vestimenta de una toalla sobre mi piel) y de nuevo los dos "amigos-amantes", se estaban entregando al deseo de una manera tan dulce, cómo fogosa.
Solamente esa habitación y nosotros, fuimos testigos de lo que allí, en esas cuatro paredes sucedió.
Hoy estoy aquí delante del ordenador, intentando expresar con menos de mil palabras, lo feliz que fui, y quizás y sólo quizás, puedo confesar que fue, el día que más ternura he podido recibir.
Ahora que estoy recordando ese inolvidable día, al escribir éste relato, las lágrimas resbalan por mis mejillas y aunque estoy intentando sacar fuerzas, para contaros, que tal vez algún día, tú estés tumbado en esa cama, leyendo esta historia desde un smartphone, tablet o netbook, y compartas embriagado por éste, "mi recuerdo"... de "una copa de amistad con deseo"
Rubizul