Qué fácil es escribir una carta y qué complicado es dirigir la carta a quién deseas conocer pero que nunca has visto, y sin embargo quieres con todo tu ser poderle ver.
Llevo años intentando escuchar el latido de tu corazón y el destino me lo impide. Tu padre y yo deseamos conocerte y no sabemos ya cómo dar contigo. La desesperación en ocasiones puede más que el amor y la pasión que ambos nos profesamos; porque pasan las horas, los días, los meses y nada, no te haces presente.
Ni te puedes hacer a la idea de lo que te quiero. Cuántas veces a lo largo de mi vida le habré dicho a un hombre que era el “amor de mi vida” y… ¡Dios! ¡Qué gran mentira!
— Porque solamente tú eres el gran amor de mi vida y eso que ni tan siquiera te conozco—.
Tal vez no quieras hacerte presente porque sientas que no esté ni preparada, ni a la altura de ser tu madre. Pero nadie nació teniendo esa lección aprendida, solamente el día que te tenga en mi vientre aprenderé a ser madre, porque a quererte, bien sabe Dios que lo llevo haciendo durante años.
¿Sabes? Hace no mucho estuve a punto de perder la esperanza, de no hacer por buscarte y justo en ese instante me llegó un libro con una dedicatoria que decía “La esperanza no es lo último que se pierde, es que no se puede perder”.
Espero que algún día pueda calmar tu llanto en mi regazo, como ahora lo hace tu padre conmigo cuando un mes más no te hallo...
Tu madre que te quiere
Ena
18/03/2019
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