jueves, 19 de abril de 2012

¿Por qué escribes?, me preguntan.



Si tuviera que vivir sin voz, sería duro pero… podría
Pero vivir sin manos y sin escribir me mataría 

Es mi mano quien es esclava de mis sentimientos
quien empujada por mi pasión,
convierte mi vida en un mundo de ilusión
en una vida aislada de los sufrimientos. 

Aunque me encerraran en un zulo y sin ver la luz del día
con un lápiz y una hoja mis miedos mitigaría 

No me preguntes más por que escribo
por que sin hacerlo mi vida no concibo 

Por qué para vivir
mi corazón tiene que latir
y para ello tengo que escribir
para que de esta forma no pueda morir

¿Por qué escribo?
 ¿Todavía me lo preguntas? 





Eva María Maisanava Trobo
17/Marzo/2012

Cómo duele no poder…


El querer besarte y no poder
tener que ser tu amiga y por...
dentro arder

No sé si querré volver a verte
sí no me permites besarte

Nada entre tú y yo cambiaría
tan sólo yo, que más feliz sería.

Que diferencia hay entre querer besarnos
sí estoy segura de que ambos lo deseamos

La amistad sería mucho más sincera
tendría unos cimientos más forjados
y eso no implica que estuviéramos enamorados
tan sólo habría nacido una amistad verdadera

Vivir en el engaño
sólo nos va hacer daño

Me tendrás que denunciar
pues cuando te vea un beso te voy a robar.



Eva María Maisanava Trobo
12 de Abril del 2012

Ya no más maltratos


Mi nombre no creo que sea tan importante
como lo que en esta historia quiero expresar 

El otro día vi a una amiga llorar
y solo un abrazo la hizo calmar 

En su rostro se apreciaba una mirada de miedo
le pregunté y me dijo: “yo tengo la culpa”,
quise saber el porqué y salir de aquel enredo
aturdida por la frase, le dije, ¿disculpa? 

Se empezó a confiar y me dijo que le amaba
y que cada día él siempre la maltrataba,
pero… que su corazón le perdonaba
por que no era digna de ser amada 

Indignada ante tales palabras
le dije, escúchame y comprenderás 

Hace un tiempo ame como tú,
mendigue cariño, besos y abrazos como tú,
me deje pisar como tú. 

Llevábamos varios años en pareja
yo tenía 30 años y mucha vida por delante.

Y de nuevo por su parte hubo una queja,
me paralizó de nueva esa mirada inquietante. 

Solamente que en esa ocasión, no fue solo una mirada
empezó a insultarme, a pegarme y en el suelo me dejó tirada

El salió de la habitación muy cabizbajo
una vez más le disculpé por que tenía mucho trabajo. 

Una noche de verano en un hotel de Toledo
hizo que cayera de nuevo en su enredo.

Él tan galante con su buena labia
por la noche me entregaba
a quien después me despreciaba. 

Una mañana al despertar
una sensación extraña sentí 

Me vestí y me fui a la farmacia
un predictor me compré
y feliz me sentía cuando el resultado ya intuía.
estaba embarazada algo que siempre soñé. 

Ansiosa por verle
y con ganas de contarle. 

Venia borracho y con mal humor
y de nuevo su rabia en mi descargó.
y empecé a sentir temor
cuando de nuevo me pegó. 

No me dio tiempo ni a comunicarle
que un hijo iba a darle. 

Por la tarde en su ausencia
de mi entrepierna sangre ya brotaba.
Llamé a una ambulancia
para salvar la vida que en mí anidaba. 

Ya no había excusas por el trabajo
ni venda que me impidiera ver la realidad

Me dije YA NO MAS MALTRATOS
y fue entonces cuando mi amiga recuperó su dignidad

Me miró a los ojos y me dijo

Nunca más me dejaré violentar
más mi dignidad voy alimentar
 él no es digno de mi admiración
ni tampoco de mi compasión 



La mujer sin rostro
11/02/2012
Eva María Maisanava Trobo

Caricias de vida...

Era invierno y hacia frío. Noelia salía del trabajo y se dirigía a comer, toda su historia cambió, cuando de pronto se encontró con Julián.

Él era de las personas que a primera vista te encandilaban, era de tez suave y de ojos verdes, aparentaba alrededor de unos 30 años.

Todo empezó por una sonrisa (sí, algo tan simple), que cambiaría toda la vida de Noelia.

Una vez en el Restaurante, no dejaban de mirarse el uno al otro.

Pasaron varios días y la situación se repetía, en el mismo lugar y a la misma hora.

Todo sucedió un jueves, el día que marcaría su vida.

Esta vez ocurrió algo más que una mirada, él se acercó a ella y le dijo:

- Te llamas Noelia, ¿verdad?

La chica estaba asombrada, le desconcertó el hecho de que un desconocido supiese su nombre.

-¿Cómo sabe que me llamo así?

-Los astros me lo han dicho.

-¿Astros? ¡Ja, ja, ja! (No pudo evitar reírse)

-Jamás he escuchado una estupidez tan grande (le dijo).

Julián tenía la mirada apagada y casi se le saltaban las lágrimas.

Nunca nadie le había hecho tanto daño, un daño que Noelia no le quería haber hecho.

Después de haber comido, ella se marchó a su casa, pero no se dio cuenta de que Julián le seguía.

Al llegar a su casa, sintió que alguien la agarraba del brazo, ella asustada se dio la vuelta y le dijo.

-¿Cómo es que me has seguido?

-¿No crees qué eres demasiado osado?

-Perdona....yo.

-¡Que quieres!

-Sólo tenía que decirte que me gustas.

-¿Estás loco?, no me conoces de nada. Y no me digas que los astros te han dicho cosas sobre mí, porque no me lo creo.

-Te lo creas o no es cierto, desde el primer momento en que te vi sentí algo especial por ti, algo que no sé como describirlo, pero durante estos días ha crecido más y más.

Se ha hecho tan poderoso, que nadie podría cambiar lo que desde hace algún tiempo estoy sintiendo.

Noelia se quedó de piedra, porque las palabras de Julián le hicieron pensar, llegaron tan al fondo de su ser, que una vez allí anidaron.

Se cabreó y le dio un desplante, se subió a su casa con tanta rabia que no pudo evitar ponerse a llorar.

Jamás nadie le había dicho unas palabras tan tiernas y dulces.

Se sentía confusa, todo su cuerpo empezó a temblar.

Durante tanto tiempo se sintió tan sola, que de pronto le asustaba la realidad que Julián le había confesado, una realidad que durante mucho tiempo deseó escuchar.

Al día siguiente, como de costumbre, Noelia salió de su trabajo y se dirigió a comer, pero hoy no se encontró con Julián, en el fondo le echaba en falta, aunque su orgullo impedía que lo reconociese.

Estaba empezando a sentir algo por Julián, algo que cada vez era más fuerte.

Se odiaba, ya que no comprendía como podía sentir eso por una persona, que de la noche a la mañana apareció en su vida.

Pasaron las horas y Noelia salía de su trabajo, y ahí estaba él con un ramo de flores.

Esta vez Noelia fue quien se acercó a él y le dijo:

-Julián, ¿como no has ido al restaurante a comer?

-¿Por qué lo dices?          

-Por que.....

-¡Dímelo, por favor!

-¡Está bien!, yo también tengo que reconocer que desde que te cruzaste en mi
camino, también he sentido algo especial por ti.

Ambos se fundieron en un abrazo, y después sus labios resecos se unieron, sellando así lo que entre ellos empezaba a unirles.

Este sería el primer paso de una relación, que el destino les traería grandes sorpresas y experiencias.

Pasaron los días y su relación iba de maravilla hasta que Noelia empezó a sentir mareos por las mañanas.

Noelia tenía miedo y estaba asustada, ya que hacía casi dos meses que el periodo no le bajaba y tenía motivos suficientes para pensar que podría estar en estado.

No podía aguantar más esta situación y, sin pensárselo dos veces, fue al médico para que le realizase el test de embarazo.

Tardarían más de una semana en darle los resultados y ella se sentía más nerviosa cada vez, ya que Julián desconocía el posible estado en el que podría estar Noelia.

Al cabo de la semana, Noelia bajó al médico y este le dijo que el resultado del test de embarazo era positivo.

En ese instante Noelia, se sentía feliz y llena.

Pero,… ¿como decírselo a Julián?

Cuando Noelia llegó a su casa, Julián estaba preparando la comida, notó en Noelia un brillo muy especial en sus ojos, (el mismo brillo que tenía cuando sus cuerpos se unieron formando un solo ser).

Julián le preguntó que cuál era la noticia tan importante por la que su rostro resplandecía de felicidad.

Noelia le miró fijamente a los ojos, y le dijo:

-Felicidades, vas a ser Papá.

Esta noticia no alegró a Julián, más bien todo lo contrario le enfureció.

Le contestó que no quería el hijo, que sería un estorbo en la relación.

Inclusive le dijo que quería que abortase.

Noelia no entendía como Julián pudo reaccionar así.

Se sentía dolida, nunca nadie le había hecho tanto daño como Julián se lo acababa de hacer.

Cada uno se fue a una habitación distinta, no tenían las suficientes fuerzas como para mirarse
frente a frente.

Al cabo de un rato, Julián se acercó a ella y le dijo que la elección estaba en sus manos:

"Él o el niño".

Noelia no dudó ni un instante y le dijo gritando:

- Sin duda alguna me quedo con mi hijo, el lleva mi sangre y a ti te encontré en la calle.

Julián enfurecido cogió todas sus pertenencias y se marchó.

Noelia se sentía sola, ya que no podía contar con el apoyo de nadie, estaba tan asustada que se sentía como arrojada a un precipicio.

Lo único que sabía es que tenía que ser fuerte para seguir adelante con el embarazo.

Pasó el tiempo y le faltaba menos de un mes para dar a luz.

Noelia estaba tejiendo un trajecito para el bebé, cuando de repente el teléfono sonó.

- ¡Ring, Ring!

Noelia se dirigía hacia el teléfono, ya que en su estado no podía hacer ningún movimiento brusco, puesto que el médico le advirtió en una de sus visitas que podría perder al niño.

La sorpresa que se llevó fue demasiado grande, ya que no se esperaba que fuese Julián el que la llamase.

Noelia sentía tanta rabia, que sólo acertó a insultarle por teléfono, tenía que quitarse todo el dolor y toda la rabia que durante este tiempo sintió por la ausencia de Julián.

Julián no supo otra cosa que hacer que decirle todo lo que durante este tiempo necesitaba decir.

Se quedó de piedra, sentía tanto rencor y odio hacia Julián que no se creía ninguna de las palabras que Julián le había dicho.

Sin pensárselo dos veces, Noelia colgó el teléfono.

Ni tan siquiera le estremeció la conversación con Julián, y se puso de nuevo a hacer el traje del bebé.

Pasó el tiempo, y apenas le quedaba menos de una semana para dar a luz. Cuando de pronto Julián se presentó en casa de Noelia con un grandísimo ramo de flores.

Se creía que con este gesto podría conseguir el perdón de Noelia.

Cuando ambos se encontraron frente a frente, se podía notar un ambiente demasiado frío y tenso.

Julián se quedó asombrado ante el avanzado estado de Noelia.

Julián estaba dolido, totalmente arrepentido y olvidándose de su orgullo masculino, no pudo evitar derramar lágrimas.

Sólo que esta vez Noelia no le trató tan fríamente, le escuchaba atentamente.

De repente Julián se acercó a Noelia, la agarró por la cintura y la dijo:

Mi corazón acaricia tu pelo.
mi corazón acaricia tu piel.
mi sangre acaricia mi ser, con sangre de tu cuerpo.
y entre los dos él acariciará nuestras vidas.

Noelia estaba insegura, no podía perdonar ni olvidar el tiempo que Julián le había dejado sola ante esta situación, un tiempo en la que ella luchó por salir adelante, poniendo así en peligro al Bebé.

Noelia se separó de Julián y le preguntó porqué le había abandonado en esta situación.

Julián le contestó que le sorprendió la noticia, y que no se sentía preparado para ser padre.

Noelia le dijo que tenía que haber sido más sensato, que un hijo era una gran responsabilidad por parte de los dos.

Se cayó un instante y luego empezó a hablar:

Un hijo es lo más grande y bello.
No hay nada tan bonito como sentir que un ser está dentro de ti, que se alimenta de ti, que crece y se forma dentro de ti.
Incluso sus pataditas son sinónimos de que se comunica contigo de la forma en la que él puede.

Julián le escuchaba anonadado, cuando de repente Noelia empezó a sangrar.

- ¡Dios mío!, (grito Noelia), estoy perdiendo el niño.

Julián la cogió en brazos y la bajó hasta el coche e, inmediatamente, le llevó hasta el Hospital más cercano.

Cuando llegaron al hospital Noelia no dejaba de llorar, a ella no le podía ocurrir esto, no podía perder al bebé que durante tanto tiempo estuvo dentro de ella.

Noelia, había perdido mucha sangre durante el camino y perdió el conocimiento.
Julián se odiaba y dijo que si al niño o a Noelia le ocurría algo, él no lo podría soportar.

Afortunadamente los médicos pudieron salvar al niño y a ella.

A la mañana siguiente Noelia despertó y se encontró a Julián dormido en una silla, había estado durante toda la noche a su lado.

Noelia despertó a Julián con una caricia, y lo primero que le preguntó es lo que había ocurrido con el niño.

Julián le dijo que se tranquilizase, que el niño estaba sano y salvo y que faltaba menos de un día para que viniese al mundo.

Noelia no pudo contener la alegría y empezó a llorar.

Julián la besó e hizo que se tranquilizase.

Ahora ambos tenían que estar más unidos que nunca, el niño tenía que nacer en un ambiente lleno de tranquilidad y armonía.

Ambos se quedaron dormidos agarrados de las manos, cuando de pronto Noelia sintió las primeras contracciones.

Avisó a Julián, éste estaba tan nervioso que no sabía que hacer, hasta que los gritos de
Noelia alarmaron a una enfermera que se encontraba en la planta.

De inmediato la trasladaron a la sala de partos.

Los gritos de Noelia hicieron que a Julián le latiera el corazón a cien por hora.

No podía soportar que Noelia tuviera que sufrir tanto para traer al bebé al mundo.

Pasaron tres horas y Julián escuchó el llanto de un bebé, nada le pudo hacer más feliz que saber que el niño ya estaba en este mundo; rápidamente, fue a ver a Noelia, su rostro estaba bañado de sudor y de lágrimas, pero en su mirada resplandecía un brillo, un brillo que todo lo decía.

Simplemente con mirarla a los ojos se podía saber lo feliz que se encontraba, pasaron las horas y Noelia dio su primera toma de pecho al niño, un niño hermoso al que pondrían Alex.

Todo el daño que Noelia sintió, se le pasó cuando tuvo por primera vez al niño entre sus brazos.

Fue el niño el fruto de una relación, que con sus altibajos, salió hacia delante.

Al final la felicidad les unió, formando así una gran familia.




Eva María Maisanava Trobo
Mayo 1996

Pasión turbulenta


Era una tarde de Octubre, aproximadamente las 7:30 de la tarde, salía del trabajo y me dirigía a tomar el autobús, cuando de repente sentí que alguien me atravesaba con su mirada.                        
            
Me di la vuelta y era él, el hombre de mis sueños: alto, moreno y con actitud tranquila, tal y como a mí me gustaban los hombres.
           
Me dirigí segura de mí misma hacia él, cuando de repente, sentí como sus ojos se posaban en mis labios, mirándolos y deseando besarlos; solamente pensar eso, fue como si él hubiera podido leer mi pensamiento.
           
Me abrazó fuertemente contra él, pudiendo sentir cada músculo de su cuerpo, fue entonces cuando poco a poco empecé a sentir su respiración agitada y su aliento ya se estaba acercando a mis labios. Nos fundimos es un beso apasionado, que nos hizo perder la noción del tiempo.
           
Cuando dejamos de besarnos, él me dio un ramo de flores silvestres, como queriéndome decir que cada vez que mirase aquellas flores me iba acordar de aquel beso.
           
Después de lo que pasó, me miró a los ojos y me dijo que si quería ir a dar una vuelta con él.
           
No dudé ni un solo instante, pues estaba muy segura de mí misma, nos montamos en su coche y durante el camino apenas intercambiamos algunas palabras.
           
Cuando llegamos, me dirigí hacia él y de nuevo nos volvimos a besar, pero esta vez no con tanta pasión, pero resultó igual de bonito.
           
Nos cogimos las manos, (tenía las manos muy calientes), yo las tenía totalmente frías, nos fuimos a llamar por teléfono desde una cabina, ya que yo tenía que avisar a mi familia de que llegaría más tarde a casa, cuando terminé de hablar él también llamó a su casa.
           
Cuando dejó de hablar por teléfono, nos metimos en el cuarto de baño de un Burger King, ya que cada uno de nosotros necesitaba relajarse.
           
Más tarde nos volvimos a dirigir hacia su coche, yo confiaba en él (como si lo conociese de toda la vida) y no le pregunte a donde me llevaba.

Estaba temblando, aunque en el fondo quería saber a donde me llevaba y lo que podría ocurrir entre nosotros.
           
Cuando paró el coche, miré a los alrededores y me di cuenta de que ese lugar se trataba de un descampado y que estaba lejos de la contaminación y del bullicio de la gente de la ciudad.
           
No sabía porqué me había llevado allí, pero de lo que estaba totalmente segura, era de que el destino estaba enterado de todo.
           
Estuvimos los dos un rato en silencio, cuando de repente me di cuenta de que los asientos del coche estaban reclinados hacia atrás.
           
¡Dios mío!, mi cuerpo estaba temblando, ya que sabía y desconocía lo que iba a suceder.
           
Los dos nos dejamos llevar por lo que sentíamos y nos abrazamos, cayendo encima de los asientos tumbados.
           
Nos besamos hasta que nos quedamos con la boca seca, luego sentí como su mano temblorosa acariciaba mi cuerpo, hasta llegar a mi blusa, donde pausadamente fue desabrochándome los botones, con la misma delicadeza que un niño quita los pétalos a una margarita.
           
Poco a poco me fue desnudando hasta que, cuando estaba desnuda delante de él, me besó en la mejilla diciéndome que me iba a amar como ningún hombre me había amado.
           
Aunque traté de disimularlo, no pude evitar derramar una lágrima, él se dio cuenta y me besó quitándome la lágrima y me dijo:

 - “Te quiero y Te deseo”.
           
Ante esas palabras suyas ya estaba segura de lo que iba a ocurrir.
           
Entonces cerré los ojos y cuando él me besó su cuerpo estaba totalmente desvestido y sobre mí.
           
Fue entonces cuando poco a poco, me sentí como lienzo que se entrega a las manos de un pintor, pintando así el tesoro más preciado de mi vida, un tesoro que desaparecía poco a poco, pero que siempre quedaría en mi recuerdo la tarde-noche de aquel maravilloso día.
           
La noche acariciaba nuestros cuerpos cansados y casi consiguiendo que la acompañásemos en su anochecer.
           
Desgraciadamente no pudo ser así, ambos teníamos que trabajar al día siguiente.
           
No teníamos fuerzas para hablar, sólo bastó que nos mirásemos para decirnos que esto no era una locura y que teníamos que seguir luchando por el sentimiento que lentamente nos iba uniendo cada vez más.
           
Al llegar a mi casa, pude sentir en su mirada un cansancio que me llenaba de vida y de felicidad.
           
Pasó un tiempo y no tenía noticias suyas, el mundo se me caía encima, me sentí humillada y engañada, me odiaba a mí misma por haberle entregado mi virginidad a un hombre que ni tan siquiera estaba a la altura de cualquier hombre.
           
Una persona tan cobarde que ni tan siquiera se atrevió a decirme adiós a la cara.
           
Al cabo del tiempo recibí una llamada suya, guardaba tanto rencor dentro de mí que le traté lo más fríamente que pude, él se quedó tan cortado ante esa actitud mía, que sólo acertó a pedirme perdón.
           
Yo le dije que necesitaba estar sola un tiempo y pensar en todo lo que había sucedido hasta ahora.
           
Podría parecer una estupidez, pero no quería equivocarme, ya que otro error así podría marcarme para toda la vida.
           
Estuve mucho tiempo pensando y al final creí que debía darle una oportunidad, no podía olvidar lo que dentro de mí estaba tan latente.
           
Le llamé al día siguiente, estaba más nervioso que la primera vez que habló conmigo.
           
Quedamos en un parque. No sé si sería el lugar, pero mantuvimos una conversación más adulta y sensata de lo que la gente podría imaginar a nuestra edad, ya que los dos éramos bastante jóvenes.
           
Hablamos un rato, decidimos olvidar lo ocurrido y empezar de cero.
           
Estuvimos dando un paseo por el parque, mientras veíamos como las hojas de los árboles caían al compás de nuestro caminar.
           
Le pregunté porqué no me había llamado antes; él me contesto que estaba confuso, que nunca había sentido algo parecido hasta ahora.
           
Lo dijo con una cara tan asustada, que parecía que en lugar de tener a un hombre delante de mí, tenía a un niño.
           
Jamás pensé que un hombre podría ser tan dulce e inocente, cuando se sentía confuso.
           
Al día siguiente le dije que me acompañara a la Agencia de Modelos, ya que me ofrecieron un trabajo bastante interesante.
           
El aceptó y me acompañó, me agradaba que no fuese un hombre antiguo, de los que pensaban que la mujer se debía quedar en casa.
           
Yo siempre he sido una persona independiente y muy segura de mí misma, y sabía muy bien cuando debía retirarme, si él no me hubiera apoyado, tal vez hoy no estaríamos juntos.
           
El anuncio era de ropa interior de una marca francesa (cuando lo escuchó su cara cambió en un instante), afortunadamente no dijo nada pues confiaba en mí.
           
El sabía que yo era una profesional y que simplemente me limitaba a hacer mi trabajo independientemente de lo que se tratase.
           
Al día siguiente saqué un billete a París (Francia), iba a ser duro ya que estaríamos más de dos semanas separados a causa de aquel spot publicitario.
           
Al despedirme en el aeropuerto, le juré que podía estar tranquilo, que nada ni nadie podrían cambiar mis sentimientos.
           
Eso le tranquilizó y sólo nos despedimos con un simple hasta la vista.
           
Una vez en París, me dirigí a la dirección que me dieron en la agencia de Madrid.
           
Era increíble, pero el director del anuncio era uno de los hombres más atractivos que jamás había visto.
           
Sus ojos eran azules como el mar y su sonrisa tan agradable como la salida del arco iris.
           
Sólo tenía un defecto: era demasiado perfeccionista y siempre teníamos que repetir más de una toma.
           
Afortunadamente di con grandes profesionales, que solamente se limitaban a realizar su trabajo, todos excepto Alex el director del anuncio.
           
Se le notaba nervioso e incómodo a la hora de trabajar conmigo.
           
Por suerte el anuncio nos quedó excelente y fue un éxito en la televisión Francesa.
           
Les pareció tan bien el trabajo que realice que Alex dobló la cifra de mi cheque.
           
¡Era increíble!, había cobrado 500.000 Ptas. por un anuncio que me resultó facilísimo de realizar.
           
Todos nos fuimos a celebrar el éxito del anuncio al hotel Royal París.
           
Fue una noche maravillosa, hasta que Alex me pidió que bailara con él, yo no me negué ya que era mi vocación frustrada; era un excelente bailarín, tan excelente que por un momento sentí que estaba bailando con Rudolf Nureyev (uno de los mejores bailarines que ha existido en el mundo, sólo que desgraciadamente el SIDA se lo llevó por delante).
           
Él entendía mucho de danza, ya que bailaba el Valls como pocos hombres saben hacerlo si antes no han estudiado en una academia de baile.
           
Todo fue maravilloso hasta que me propuso algo más que una simple amistad.
           
Le corté en seguida, no quería que se hiciera ilusiones, además no me gustaba mezclar el trabajo con las relaciones personales y por encima de todo le dije que estaba comprometida con un hombre que era digno de mi admiración y mi fidelidad.
           
Se le notaba triste, pero sonrió y me dijo:
           
- No importa, qué puede haber más serio que la amistad entre dos personas.
           
Yo no le contesté, simplemente lo asentí con un gesto leve de la cabeza.
           
Me pareció increíble que pudiese existir un hombre con tanta sensibilidad, pues debido a mi experiencia hasta ahora pensaba que todos eran iguales, insensibles e incapaces de tomar la iniciativa y creía que todos eran unos cobardes a los que la fuerza se les iba por la boca.
           
Cuando terminó la fiesta llamé a mi novio, y para mi desgracia contestó al teléfono una mujer, ya os podéis imaginar lo que sentí, él que tanto me amaba no pudo soportar el estar separado de mí, menos de 15 días.
           
Me sentía vacía, sola y sin pensármelo dos veces fui a ver a Alex, él se sorprendió al verme en su casa.
           
Le conté todo lo que me había ocurrido, Alex era una de esas personas que siempre te hacen sonreír, aunque sientas ganas de llorar, me dijo que no me preocupase, que no valía la pena llorar por hombres que no sabían apreciar donde se encontraba la verdadera belleza de una mujer.
           
Le pregunté que donde consideraba que se encontraba la belleza de una mujer, me miró a los ojos, y me contestó:

- La verdadera belleza se encuentra en el interior de las personas, en lo bello que estas te puedan dar, independiente de su físico, aunque me confesó que el sueño de todo hombre, sería tener a una mujer que además de ser guapa, tuviera inteligencia.
           
Esas palabras suyas, me dieron mucho consuelo, tanto que solo acerté a abrazarme a él, queriendo sentir la protección y el cariño de una persona que casi podría ser mi padre (ya que era bastante mayor que yo).
           
Me sentía tan segura entre sus brazos, y a la vez sentí tanto miedo, que sólo acerté a dejarme hacer por él.
           
Sus caricias eran tan expertas, que olvidé que él también necesitaba ser acariciado, me sentí tan indefensa en ese momento que sólo acerté a parar lo que estaba sucediendo con la estúpida excusa de que me tenía que ir a la habitación donde me hospedaba.
           
Lo que sucedía es que no quería que las cosas fueran demasiado rápidas, quería saborearlas poco a poco, ya que nunca había sido infiel a mi novio y yo no era de las personas que se enrollaban a la primera, yo necesitaba una conversación, un amigo y porqué no, alguien que me recordara lo bonita que era.
           
Sin pensármelo dos veces me fui de su casa sin darle ninguna explicación.
           
Mi comportamiento fue incorrecto, no debí dejarlo de esa manera y sobre todo haberle confundido.
           
A la mañana siguiente muy temprano llamaron a la puerta de mi habitación, era Alex con una preciosa Rosa, no supe como lo sabía, ya que era la flor que más me gustaba.
           
Sólo le dije que me perdonara, que mi comportamiento fue como el de una niña asustada, pero le dije que necesitaba tiempo, no me gustaba sentirme acosada ni atosigada, quería que las cosas que hiciera saliesen de mí y no que me obligarán a hacerlas, ya que para mí el sentirme amada era muy importante.
           
Mientras que estábamos desayunando, su mirada echaba fuego, era la mirada de los hombres cuando desean a alguien.
           
No creía que un hombre tan mayor, pudiera sentirse atraído físicamente por mí, me daba miedo porque no quería parecer una inexperta a su lado, ya que seguro que él preferiría a una mujer con más experiencia, ya que él estaba casado.
           
No sabía porque me había dejado llevar por lo que deseaba y faltar al respeto a su matrimonio, no me sentía culpable, pero tampoco me sentía bien.
           
-Todo esto se me pasó por la cabeza mientras desayunábamos.
           
No lo podía evitar y cada vez me sentía más y más atraída por él, era como una atracción fatal, algo que parecía que estaba predestinado.
           
Al final todo terminó como tenía que terminar, un final deseado tanto por él como por mí.



Eva María Maisanava Trobo
Octubre de 1996