lunes, 10 de marzo de 2025

Entre la tinta y el deseo.

 

Lunes 10 de marzo. 15:10 de la tarde.

Hoy tampoco te he visto. O tal vez sí, pero no lo recuerdo. Lo único que sé es que te he sentido, y quizás no debería decirlo, quizás me deje en mal lugar, pero… me desperté agitada.

Otras veces, me refugiaba en la ducha, tratando de apaciguar mi sed, pero hoy—y aunque suene mal—me entregué a mis pensamientos. Me masturbé pensando en ti. Sí, fueron tus manos —esas que me tienen enamorada— las que imaginé mientras me acariciaba. Me encanta sentir cómo mis pezones se endurecen y cómo mi sexo se humedece. Y todo esto, por tu culpa.

No sé si los orgasmos que tuve fueron reales o si forman parte del argumentario de un relato más, de esos que esa “tipa” escribe sin importarle nada: ni lo que yo siento, ni lo que sienten los demás. Aunque estoy casi segura de que ha sido ella la primera en mojar su ropa íntima mientras tejía estas palabras, usándome como parapeto para no admitir lo que realmente desea.

No sé si soy yo quien te desea y ella quien te quiere, o si es ella quien te desea y yo quien te quiero. Lo único cierto es que este sentir es tan bello, tan especial y a la vez tan complejo, que quisiera vivir eternamente en este sueño y no afrontar la realidad.

Hoy, quizás, sea un gran día. Tengo que ir al hospital. Tengo miedo. Odio esos tratamientos. Voy a estar tan cerca y tan lejos de ti que, si cierro los ojos, podré acariciarte en la distancia. Sí, eso haré, para no sentir dolor.

Aunque, como dije la última vez, estoy convencida de que no existimos, que solo somos materia prima para sus escritos y alimento para su ego.

Me despido por hoy, hasta que vuelva a soñarte. Porque pensarte… te pienso constantemente.

Siempre tuya,
La mujer sin rostro.

sábado, 8 de marzo de 2025

"Feliz 8 de marzo: Lucha, equilibrio y respeto"

 

Parece que solo en los últimos tiempos se le ha dado más importancia al Día de la Mujer. Pero fue el 8 de marzo de 1908 cuando un grupo de trabajadoras textiles de la fábrica Cotton, en Nueva York, llevó a cabo una serie de manifestaciones en reclamo de mejoras laborales. Se declararon en huelga para conseguir una reducción de la jornada de trabajo. Desde ese instante, la lucha comenzó… 


Pero, tristemente, con el tiempo esta celebración se ha sacado de contexto.

Es justo defender nuestros derechos, la brecha salarial —que siempre ha existido y existirá—, y la dificultad que muchas enfrentamos para conciliar la vida laboral con la personal, como si nacer mujer fuese un pecado para la humanidad. Huelga decir que, cuando decides ser madre, las oportunidades de trabajo empiezan a escasear. Porque no puedes simplemente dejar a tu hijo enfermo en casa y hacer como si nada. ¿Qué clase de madre lo haría? Ninguna. Cuando decides ser madre, sabes que seguir creciendo profesionalmente será complicado y que las trabas no faltarán.

Festejar este día en el sentido de luchar por nuestros derechos me parece más que válido.

Lo triste es que, desde hace un tiempo, algunas mujeres han convertido esta fecha en una oportunidad para menospreciar a los hombres, metiéndolos a todos en el mismo saco, como si todos fueran maltratadores o abusadores. Y no, ni todos los hombres son iguales ni se debe celebrar el Día de la Mujer empoderándose de tal manera que se denigre al otro. Ni el hombre es más que la mujer, ni la mujer es más que el hombre. Nacimos para ser un equipo. Nos complementamos y nos necesitamos.

¿Qué mérito tiene nacer mujer o nacer hombre? Ninguno. Somos, por encima de todo, seres humanos con la capacidad de amar, de querer y de respetarnos, sin importar nuestro sexo.

Y ahora, alguna de esas “feminazis” pensará: “Pero nosotras podemos dar vida.” Cierto, y no te falta razón. Pero… ¿lo puedes hacer sola? ¿No necesitas el esperma de un hombre para lograrlo? O tal vez, como soy rubia, no me haya dado cuenta de que ahora somos hermafroditas sincrónicas y tenemos la habilidad de fecundarnos a nosotras mismas y, a la par, dar a luz.

Lo que quiero con este reclamo es que celebremos este día por nuestros derechos, sin pisar ni menospreciar a los hombres.

Feliz 8 de marzo a todas, trabajen fuera de casa o no, porque cada una escoge qué vida llevar. Trabajar fuera o dentro del hogar es una decisión personal y, por lo tanto, debe ser respetada. No por ello debe ser menospreciada.

Porque tengo para todos, ¿eh? Ahora… algún machista dirá: “Pero ser ama de casa no es trabajar.” ¡Claro! Qué bonito. Pero lo lamentable es que, sin darte cuenta, estás despreciando el trabajo que seguramente hizo tu madre: despertándose temprano para ponerte el desayuno antes de que fueras al colegio, al instituto o a la universidad. Porque en la lavadora no hay un chinito que se encarga de hacer el trabajo; lo hacía tu madre mientras tú te ibas a jugar al fútbol con tus amigos o de juerga cuando creciste. Porque tu ropa no tenía ni una arruga, porque tu madre, aún con dolor de riñones, te la planchaba. Porque siempre tenías comida en el plato, recién hecha. Porque cuando enfermabas, ella estaba a tu lado. Porque cuando estabas triste, te consolaba. Porque, quizás, más de una vez tuvo que hacer cábalas para llegar a fin de mes y que a ti no te faltara nada. Pero claro… eso no es trabajar.

Valdrá la pena celebrar este día cuando ya no haya nada por lo que luchar.

Con cariño, Ena.
08/03/2025 - 17:20

Entre la pluma y la piel

 

Sábado 8 de marzo de 2025. Son las 14:03. Hoy te he vuelto a ver. No dejabas de mirarme, pero, como siempre, permaneciste en silencio. Solo te atreviste a rodearme con tus manos la cintura, como si quisieras algo más, pero sin pronunciar una sola palabra.

Los recuerdos de aquel treinta de agosto, abrasador, regresaron de golpe. Aquella vez también posaste tus manos en mi cintura, y yo me quedé inmóvil, bloqueada. Pero hoy fue diferente. Hoy, en lugar de congelarme, te miré. Nos miramos. Me acerqué, decidida, dispuesta al fin a probar el sabor de tus labios...

Y entonces, el maldito despertador me arrancó de ti. Me devolvió a mi vida rutinaria, a ese estado de melancolía del que solo escapo cuando cierro los ojos y tú apareces. Es en esos instantes cuando mi pulso se acelera, mi respiración se agita y recuerdo lo que significa sentirse viva.

—Porque sí, tú me haces sentir viva—.

Pero juro que ya no sé qué es real y qué no. No sé si tú existes o si yo lo hago, o si solo somos dos personajes creados por la mente perturbada de una escritora que juega con nosotros a su antojo. Para ella no somos nada, solo materia prima para sus historias, alimento para su ego.

No te imaginas las ganas que tengo de rebelarme contra ella, de arrebatarle la pluma y escribir nuestra historia como quiero. Pero sé que no puedo. Es ella quien decide qué soy, qué siento, qué vivo. Ni siquiera depende de ti. Porque yo te deseo con cada fibra de mi ser… pero ella, la escritora, te necesita. Y no sé para qué, pero te necesita.

Yo, en cambio, solo quiero perderme en tus brazos y sentirme mujer.

Pero ella no me dejará. Una vez más, elegirá ser escritora antes que mujer. Se esconderá tras sus palabras para protegerse, porque sabe que, en el fondo, yo soy tuya. Y mientras siga escribiendo nuestra historia, mientras dicte cada palabra, tú nunca podrás hacerme daño. Así lo decide ella. En la realidad, solo Dios sabe lo que pasaría.

Sea como fuere, debo irme. Ahora la decisión es tuya, porque ella nunca se atreverá a tomarla. Tal vez me ha creado para decirte que se muere de ganas de vivir lo que hasta ahora solo se ha limitado a escribir.


Ena 08/03/2025 15:46


viernes, 7 de marzo de 2025

"Un desayuno, una charla y un regalo inesperado"

 

Son las 13:30 del mediodía del 7 de marzo de 2025. Podría ser un día más en mi vida, pero… no lo ha sido. El destino me tenía reservado una sorpresa, algo que llevaba años sin que me sucediera.

El día está gris, llueve, y el dolor en mi pierna me invita a quedarme en casa. Pero no se lo permito. Salgo, aunque tenga que apoyarme en mi bastón de senderismo. Tengo un paquete que recoger y otro que entregar. Y aunque la fuerza en la pierna temporalmente se haya mermado, no voy a tolerar que esto sea un impedimento.

Recojo la casa, me aseo e intento arreglarme un poco, aunque últimamente me siento como el mayor de los patitos feos. Antes de salir, cojo mi bastón, ese punto de apoyo que tanto necesito últimamente.

Hace días que no desayuno fuera. La lluvia y el miedo a caerme me han retenido en casa, pero hoy no... hoy no lo consiguen. Decido ir a la churrería. Me pido un chocolate caliente, una porra y un churro; aunque en el fondo, me siento un poco culpable —las curvas quizás se acentúen— pero, como diría un amigo: "así hay donde agarrar".

Me acomodo en la silla y, al poco rato, el camarero me trae el desayuno. Apenas pasan unos minutos cuando un señor, con su bandeja en las manos, se acerca y me pregunta con amabilidad. 

—¡Buenos días! ¿Le importa si me siento a su lado?

Debe de tener, seguramente, más de 68 años, pero en él se nota una educación, una clase y un saber estar, cualidades difíciles de encontrar en hombres de mi edad. 

En resumen, lo que yo llamo: un Señor.


Le sonrío y le respondo con la misma educación.

—¡Buenos días! Sí, sin problema. Siéntese.


Guardo el móvil por deferencia. Me parece una falta de respeto estar pendiente de la pantalla cuando alguien te habla, aunque, claro, siempre hay llamadas de urgencia que atender.

La conversación fluye con una naturalidad asombrosa, como si nos conociéramos de toda la vida. Son esas charlas, aunque aparentemente triviales, no quieres que se terminen. Pero llega el momento en que se levanta y, con la misma elegancia con la que se sentó, me dice:

—Muchas gracias, ha sido una conversación muy agradable. ¡Que tenga un buen fin de semana!—.

—También usted— le respondo.

Le observo mientras se dirige a la puerta. Antes de salir, me dedica una última sonrisa y me dice:

—¡Feliz día, bonita!

—¡Gracias, igualmente! —le contesto, sorprendida.

Termino mi desayuno y me acerco a la barra para pagar.

—¿Cuánto es? —pregunto al camarero.

—Nada —me responde—, el señor te ha invitado.

Me quedé atónita

—¿Pero si no le conozco de nada? Es la primera vez que le veo.

El camarero sonríe.

—Me dijo que le habías dejado sentarse a tu lado y por ese gesto, te ha invitado.

Le pido que, si vuelve a verle, le dé las gracias de mi parte. Y salgo con una sensación extraña, como si el día gris ya no lo fuera tanto.


De ahí me voy a recoger el paquete, luego paso por la joyería en busca de una pulsera de plata con ojos turcos que quiero autoregalarme para mi cumpleaños. Después, hago una parada en el Carrefour Express para hacer algo de compra, y por último, deposito el otro paquete. 

Mientras camino, no dejo de mirar a mi alrededor, con la esperanza de encontrarle para poder darle las gracias.

 

Siempre he creído que todo pasa por algo, y hoy estoy segura de que ese "Señor" tenía que aparecer en mi vida, aunque solo haya sido por un instante, para recordarme, que aunque a veces me sienta un patito feo, sigo siendo un cisne. Y lo más importante: que, aunque pocos, aún quedan auténticos Caballeros.


Ena, 03/07/2025. 14:01.


jueves, 6 de marzo de 2025

Cuando algo debía pasar.

 


 

Cuando algo comienza y no se acaba:

Duele tanto o más como dientes en el alma.

 

Cuando unas palabras se piensan,

pero no se pronuncian:

En el pensamiento anidan.

 

Cuando un beso se sueña pero no se da:

Te sientes completamente vacía.

 

Cuando sientes deseo

y por miedo o respeto no das el paso:

Ese deseo en tu pensamiento se queda anclado.

 

Cuando antes todo era cariño, respeto y admiración

 y con el tiempo se transforma en pasión:

Es imposible que no se sienta en el corazón.

 

Cuando algo debía de pasar,

es de necios, hacerse los locos

y pretender olvidar:

Porque solo así,

el alma se libera

y se deja de pensar.

 

 

Ena 06/03/2025 20:44



Entre sueños y el destino.

 

Son las 13:27 de un jueves aparentemente normal. Salvo que hoy, sí te he visto. Estabas callado, observando, como decepcionado, y eso me ha entristecido más que si en mis sueños no hubieses aparecido. No me hablabas, como siempre, pero tu mirada sí lo hacía. Y eso es lo que me duele en el alma: lo que tus ojos me decían. Porque tu lenguaje corporal habla mucho más que todo lo que tu boca calla.

Al despertar, comencé a llorar. No sabía si ese sueño era un presagio de lo que ocurrirá cuando te vea. Ya no queda mucho para que llegue ese día, pero ahora me pregunto si después de ver esa mirada valdrá la pena ir… o si será mejor quedarme atrapada en estos sueños y en este sentimiento que, lejos de herirme, me hace sentir viva.

Te conozco desde hace mucho tiempo, y aun así, jamás te había pensado. Eras alguien a quien tenía que ver, pero nada más. Y, sin embargo, desde hace un tiempo, no solo te pienso, sino que te extraño. Y eso es rarísimo. Porque no suelo abrir mi corazón; soy selectiva hasta para tomarme un café con alguien.

Pero contigo… no sé por qué ha sido así, ni por qué ha sucedido.

No sé si existes o si tan solo eres un personaje que mi mente ha creado. Alguien que, incluso en la distancia, me hace sentir mujer. 


Aunque todo lo escrito parece un despropósito, has aparecido justo cuando nada en mi vida tenía sentido. Has sido como una turbulencia: asusta, pero a la vez azota el alma y recuerda que no somos dueños de nuestro destino. Que, a veces, hay personas que llegan para enseñarnos una lección… o para hacernos felices.


Ahora solo queda esperar y descubrir qué tiene el destino preparado para mí: si aprender algo o ser feliz, como nunca, a tu lado.

 

Ena. 06/03/2025 - 13:44.

martes, 4 de marzo de 2025

Solo por y para ti.

 

 

Desde siempre he tenido que escuchar: “Deja de escribir y haz algo de provecho”, una frase que mis “progenitores” repetían con inquina una y otra vez. Pero era como cuando mis “padres” me decían: “No salgas con ese chico, que no te conviene”. —¿Y qué hacía? — Con más ganas salía con él, aunque ni me gustase ni sintiera nada. El caso era fastidiar a mis padres. Y... ¿qué hice con la escritura? Caso omiso. Porque cuando deseas algo o a alguien, es absurdo luchar contra lo que sientes.

Todos sabéis de la existencia de mi hija: La Revista de Todos. Pero muy pocos conocéis que, gracias a ella, a los muchos escritores que confiaron en mí y a la editorial que me ayudó a hacer mi sueño realidad, todo cobró sentido.

Siempre he sentido la necesidad de ayudar a los demás, muchas veces incluso más que a mí misma. Desde que tengo uso de razón, me han gustado los niños. Son el motor, la vida, una fuente de sinceridad sin maleza. Pero cuando enferman, esa luz se desvanece. Y eso me entristece, me araña las entrañas.

Un día, como con la revista, me desperté llorando. Tenía que hacer algo. Sabía que escribiendo podía lograr mucho más que acariciar el corazón de mis lectores. Necesitaba llegar más lejos. Y, por suerte o por desgracia, soy repugnantemente ambiciosa. No paro hasta conseguir lo que quiero... o a quién quiero.

Todo comenzó cuando grabé un vídeo pidiendo ayuda altruista para realizar una antología cuyos beneficios fuesen a parar a la Fundación Aladina. Igual que con la revista, jamás pensé que alguien confiaría en mí. Y no solo confiaron, sino que mi sueño se materializó.

Pronto comenzaron a llegar colaboraciones y, lo más importante, una editorial creyó en en el proyecto. Y todo gracias a un compañero del colegio, que antes escribía en la revista. 

¿Por qué este título? Aunque parezca largo, tiene sin lugar a duda un motivo.

Solo por y para ti, porque es realmente lo que siento y quiero. A lo largo de nuestra ajetreada vida, bien por el trabajo o por otros motivos, en ocasiones nos sentimos como un número, como si en esta sociedad no fuésemos valorados en su justa medida. Y es por eso por lo que en La Revista de Todos queremos valorarte tal y como te mereces, abriéndote nuestros corazones con esta recopilación de relatos que no son sino jirones de nuestros corazones, escritos como solamente sabemos escribir: Desde lo más profundo de nuestro interior.

A lo largo de estos relatos vas a experimentar diferentes sentimientos: rabia, humor, indignación, comprensión, deseo y tal vez pasión; porque seguramente en cada uno de los relatos te sientas reflejado o te recuerde a la vida de un ser cercano.

Porque por mucho que los escritores queramos dejar de lado nuestra personalidad, es imposible…

Es en esencia parte de nuestra vida o la de los que nos rodean las que usamos para plasmar con letras, lo que muchos piensan y no se atreven a contar.

Es por y para ti que queremos que el tiempo que dediques a leer este libro te sientas tan importante como lo es para nosotros que disfrutes con cada un de las letras y sentimientos que en cada hoja hay plasmados, que no son sino “nuestros jirones, nuestra gran verdad”.

Con cariño, Eva.

 

          La antología Solo por y para ti. Nuestros jirones, nuestra gran verdad fue escrita con un propósito: ayudar a los niños que padecen cáncer. Cada libro costó 10 euros y se vendieron 200 ejemplares. Dos mil euros fueron directos a la Fundación Aladina. Cuando vi materializado ese sueño, me dije: Va a ser que escribir sí es algo de provecho


          Muchos no lo sabéis, quizás pensáis que formaba parte del último capítulo de El regreso de Giselle, donde habla de la enfermedad de Darier.

Pues bien, tengo esa enfermedad. Quise dar visibilidad a algo que siempre me ha avergonzado hasta el punto de negarlo cuando un doctor me ha preguntado, si tenía alguna enfermedad. Porque te sientes defectuosa, no entiendes por qué la genética se ha ensañado contigo. Pero, con los años, te das cuenta de que, siendo yo especial, no iba a tener una enfermedad común, sino una "rara". Bromas aparte...

¿Qué quiero decir con esto? Que no descartéis la posibilidad de que algún día vuelva a liarme la manta a la cabeza y a dirigir otro proyecto de esa envergadura, destinando la recaudación a FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras). Porque hay que dar voz y visibilidad a estas enfermedades y ayudar económicamente.

Y cuando algo se me mete en la cabezota... malo. Soy Tauro, ahí lo dejo.

Ya sabéis un poquito más de mí y, sobre todo, que la literatura, si se usa bien, ayuda mucho más que los escasos "recursos" que el gobierno destina a la investigación, a la ciencia y a la medicina.

Gracias por leerme y, sobre todo, no descartéis que algún día vuelva a meterme en otro proyecto así.

 

Os quiere, Eva Mª Maisanava Trobo

lunes, 3 de marzo de 2025

Ella, mi eterna compañera.

 



Se acerca Sant Jordi, mi día,
y por eso hoy escribo esta poesía.


Es absurdo negar lo que siento por ella,
sí, es una mujer que me hace estar viva.
Me deslumbró cuando era niña,
me atrapó en mi adolescencia,
y ahora, ya siendo mujer,
no la aparto de mi conciencia.


Jamás pensé que sería ella...
la que me hace llorar,
la que me hace soñar,
la que me inspira,
la que me guía,
la que me enseña a volar.


Por ella vivo,
por ella respiro,
por ella escribo.


Ella se llama literatura,
mi amor más leal,
mi eterna locura,
mi fiel compañera
hasta el día en que me muera.

 


Ena 03/03/2025 18:20



domingo, 2 de marzo de 2025

Entre la lluvia y el olvido

 

No sé si es la lluvia la que me impide ver el sol o si son mis ojos, llenos de lágrimas, los que no pueden apreciar su tímida presencia en días como hoy.

Estos días, aunque sean necesarios, me entristecen. Sin embargo, también hacen que la escritora se deje caer ante el ordenador, abra una hoja de Word, cierre los ojos, respire profundo por un instante y escupa con letras lo que anida en su corazón. 

Hoy, no te he visto, no te has aparecido en mis sueños y no sé si es indicio de que te estoy olvidando o de que ya me he acostumbrado a vivir sin tu recuerdo.

Pero eso es lo que menos importa, porque los sueños, sueños son, y jamás podrán controlarse.

El miedo se hace presente al despertar y, de nuevo, sin querer, pensarte.

Cierro los ojos un instante mientras escucho cómo las gotas impetuosas de lluvia golpean la ventana y resbalan por el cristal, del mismo modo en que lo hacen mis lágrimas por mis mejillas.

Créeme que cada intento por distanciarme, por no pensarte, siempre es en vano. 

Incluso en el silencio, mientras tecleo, te extraño.

Y no sé si te anhelo porque te deseo o te añoro porque te quiero.

De cualquier forma, es una locura sentir todo esto. Pero también lo sería negar lo que por ti siento…

Siempre he creído que la felicidad no existe, que son solo “momentos”.

Si pudiera cambiar algo de ti, sería la distancia, para que estuvieras aquí, a mi lado, protegiéndome entre tus brazos…

 

Ena 02/03/2025 13:17