sábado, 11 de mayo de 2013

Ni hubo copa, ni cigarro...

          Era absurdo luchar contra mi propia personalidad y pese a que trataba de controlar mis impulsos, el intento siempre era en vano.
 
          Todo sucedió aquella tarde de verano, cuando al salir a dar una vuelta para despejarme del cansancio que supone una tarde intensa de reuniones; decidí que lo mejor sería aceptar la proposición que él me había realizado.
 
          Siempre estaba buscando excusas para evitar lo que hasta ese día inevitablemente sucedió. Tal vez porque prefería que él pensara que yo era la muchacha seria y jefa de un gabinete de prensa.  Por más que él intentaba una y otra vez convencerme para tomar una copa —como una buena maga—, siempre sacaba de mi chistera personal, cualquier frase estudiada para darle un quite y salir airosa.
 
          Hasta ese día, en el que una vez más, la aprendiz de loba tuvo la necesidad de saciar su apetito sexual. Nada me excitaba más, que la idea de pensar como era él en la intimidad.
 
          Sus ojos verdes y su carácter despistado, era hasta ese día, el mayor enigma de mi vida. Enigma, que evidentemente descubriría.
 
          Al final llegué al bar donde habíamos quedado. Iba vestido de sport, pero igualmente despertaba en mí, esa curiosidad, que en ocasiones me hacía comportarme como una adicta al sexo.
 
          Lo más correcto y lo que quizás todo el mundo esperaría de mí, es que fuera él, que como hombre diera el primer paso. Pero... Me negaba a seguir engañándome y tenía que acabar con esa tensión sexual, que desde el minuto cero hizo acto de presencia en lo que llamábamos "amistad". Y sí, claro que era amistad. ¿Pero quien no ha volado con una amigo/a? ¿Quién no ha deseado besar a un amigo/a?
 
          Tal vez aquellas personas arcaicas y con prejuicios no puedan entender el por qué de mi comportamiento. Aunque sinceramente no me importa, porque todavía sigo teniendo la duda de si lo escrito es un relato o un efímero rato.
 
          —¡Sí, le besé!—, no podía estar esperando a juegos absurdos de personas que ya rozan cierta edad. Tal vez dar ese paso fue la señal que él estaba esperando para dejar de controlar su deseo. A fin de cuentas lo que ambos queríamos, —era descubrirnos en la intimidad—.
 
          Ni hubo copa, ni cigarro...
 
         Nos fuimos como quien huye de la policía, con ganas de llegar al coche. Fue conduciendo velozmente por el camino que llevaba al acantilado. Como si de una guerra de titanes se tratase, nos desnudamos con una furia incontrolable. Mientras que nuestras lenguas protagonizaban la mejor de las guerras. Sin preguntas, sin porqués, tan sólo devorándonos a besos, profesándonos infinidad de caricias en cada rincón de nuestro cuerpo, hasta que de nuevo y una vez más terminé aullando hasta no poder más.
 
          Firmado:
          La aprendiz de Loba.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Mirando al horizonte.




Todavía desconozco
que es lo que me empuja
cada día al atardecer,
a reencontrarme contigo. 
Deseo olvidarte.
Volver a sentir
la brisa del mar
sin tener que recordarte.
 
Mirando al horizonte
cada día me encuentro,
soñando con tu recuerdo
y muriéndome por dentro.
 
Porque ya no sé,
si eres de verdad
o un maldito sueño.


Rubizul 8/05/2013

domingo, 5 de mayo de 2013

Feliz día de la Madre


 
 
Hoy es el día de la madre

y no sé que te puedo regalar. 

Por más que busqué en los grandes almacenes,

interrogué a todos los dependientes

no encontré el regalo que tú te mereces. 

Lo que quiero es regalarte unos versos

cargados de sentimientos. 

Difícil será encontrar las palabras

para poder plasmar en unas líneas,

el amor incondicional que cada día me das. 

No sé si con unos cuantos versos podré decir

que soy feliz cuando te veo sonreír.

Quizás necesite escribir una línea más

para decirte que nunca te dejaré  de amar. 

 
 
Eva María Maisanava Trobo (Rubizul)

viernes, 3 de mayo de 2013

Un baile entre amigos.


            Podría haber sido una tarde más, para Mary. Su vida era completamente lineal, sin ningún altibajo; un día tras otro y todo igual, sin ninguna novedad.
         Vivía una vida sin apenas alteraciones, y no porque no la sucediesen cosas, sino porque su forma de ser, la empujaba a tener todo controlado, cada palabra, cada cita, cada momento; sin saber cómo se había metido en la piel de un personaje que día tras día, y sin saber cómo había fabricado.
           Se conocían desde hace años, pero tan sólo se atrevían a intercambiar un tímido —¡Hola!–, que a media voz se decían mutuamente. Ambos querían negarse la atracción que ambos sentían. Tal vez por el miedo a perder esa amistad, con la plena convicción de que si daban un paso más allá, esa unión desaparecería para siempre.
          Hasta que ayer, Marc, irrumpió en su vida de nuevo. Desde verano no se habían vuelto a ver. Sus comunicaciones eran casi a diario, pero mediante fríos mensajes a través del móvil, rara vez se regalaban la posibilidad de escuchar sus voces. ¿Tal vez el miedo de sentir algo más que amistad?
          Los sentimientos, son tan sencillos, que como estúpidos mitificamos y hacemos complejos.
          ¡Sí!, somos nosotros mismos quienes hacemos la vida complicada. Miedos, inseguridades; vivimos en ocasiones queriendo justificar todo y buscar un por qué a las cosas, cuando la gran mayoría de las veces carecen de justificación.
          Eso es lo que decidieron Marc y Mary, dejar de buscar una justificación, una lógica... Decidieron cerrar los ojos a la hipocresía y bailar al compás de la verdad.
          Dos amigos, dos amantes, dos almas, dos personas; que despojadas de prendas, se vistieron de besos, caricias, de pasión y de respeto.
          Dejaron de lado el miedo a perder la amistad, y descubrieron que de no haber dado ese paso, el engaño y la hipocresía, con el tiempo les habría distanciado.
          ¿Locura vivir lo que vivieron? ¡No!, locura, sería engañarse y vivir con miedo.
 

          Firmado
          Mary

domingo, 28 de abril de 2013

Me quedaré sin aliento.


            Realmente no sé porque te estoy escribiendo esto. Es una sensación extraña la que se está apoderando de mí, de mi corazón y que me empuja una vez más a dejar de pensar y solamente escribir lo que durante todos estos años me ha dado miedo admitir.
          Las gotas de lluvia golpean la ventana de mi habitación, tímidas, pero haciéndose notar... Despiertan en mí tristeza, puesto que ahora y sin saber por qué mis ojos están completamente humedecidos. —No, Eva. Se profesional, has de aparentar lo que siempre se espera de ti—. Pero hoy no puedo serlo.  
          Llevo años engañándome a mí misma, pensando que mi mayor enemigo era enfrentarme a un folio en blanco. —¡Y qué equivocada estaba!—, lo difícil no es llenar ese papel de palabras, sino que lo complejo es que esas palabras tengan sentido y perder el miedo a la opinión de quien lee lo que has escrito. ¡Ese es mi verdadero enemigo!  
          Y más que miedo, es respeto, demasiado respeto... 
          Es difícil describir lo que siento cuando escribo y máxime cuando no son palabras de ciencia ficción, sino sentimientos, que tal vez, tú, ahora que me lees compartas. ¿Cómo se puede superar ésta sensación? ¡No me lo digas!, ¡no quiero saberlo! Porque si llega el día en el que deje de sentir esto, me faltará tu calor y entonces, me quedaré sin aliento... 
 
          Firmado:
          Alguien que nunca dejará de escribir.