Realmente
no sé porque te estoy escribiendo esto. Es una sensación extraña la que se está
apoderando de mí, de mi corazón y que me empuja una vez más a dejar de pensar y
solamente escribir lo que durante todos estos años me ha dado miedo admitir.
Las gotas
de lluvia golpean la ventana de mi habitación, tímidas, pero haciéndose
notar... Despiertan en mí tristeza, puesto que ahora y sin saber por qué mis
ojos están completamente humedecidos. —No, Eva. Se profesional, has de aparentar
lo que siempre se espera de ti—. Pero hoy no puedo serlo.
Llevo años
engañándome a mí misma, pensando que mi mayor enemigo era enfrentarme a un
folio en blanco. —¡Y qué equivocada estaba!—, lo difícil no es llenar ese papel
de palabras, sino que lo complejo es que esas palabras tengan sentido y perder
el miedo a la opinión de quien lee lo que has escrito. ¡Ese es mi verdadero
enemigo!
Y más que
miedo, es respeto, demasiado respeto...
Es difícil
describir lo que siento cuando escribo y máxime cuando no son palabras de
ciencia ficción, sino sentimientos, que tal vez, tú, ahora que me lees
compartas. ¿Cómo se puede superar ésta sensación? ¡No me lo digas!, ¡no quiero
saberlo! Porque si llega el día en el que deje de sentir esto, me faltará tu
calor y entonces, me quedaré sin aliento...
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Alguien
que nunca dejará de escribir.
Entiendo ese miedo.
ResponderEliminarMe identifico mucho contigo en este sentido.
Gracias por compartirlo.
Muchas gracias, Lore Valera. Por compartir ese miedo. ¡Qué no se nos vaya!, de lo contrario ya nada tendríamos que decir. Un saludo.
EliminarSi un lector te lee con todos los sentidos, comprenderá que, a la hora de escribir, aquello de aparentar queda a un lado.
ResponderEliminarUn abrazo, Eva.
Gracias Jorge, por tu comentario y sobre todo por hacerte seguidor del blog. Un saludo.
EliminarUNA PROSA REFLEXIVA. Lo importante es escribir indistintamente de lo que puedan opinar los demàs, por eso de que cada cabeza es un mundo. Un placer estar en tus letras.
ResponderEliminarTrina Leè de Hidalgo