domingo, 28 de abril de 2013

Me quedaré sin aliento.


            Realmente no sé porque te estoy escribiendo esto. Es una sensación extraña la que se está apoderando de mí, de mi corazón y que me empuja una vez más a dejar de pensar y solamente escribir lo que durante todos estos años me ha dado miedo admitir.
          Las gotas de lluvia golpean la ventana de mi habitación, tímidas, pero haciéndose notar... Despiertan en mí tristeza, puesto que ahora y sin saber por qué mis ojos están completamente humedecidos. —No, Eva. Se profesional, has de aparentar lo que siempre se espera de ti—. Pero hoy no puedo serlo.  
          Llevo años engañándome a mí misma, pensando que mi mayor enemigo era enfrentarme a un folio en blanco. —¡Y qué equivocada estaba!—, lo difícil no es llenar ese papel de palabras, sino que lo complejo es que esas palabras tengan sentido y perder el miedo a la opinión de quien lee lo que has escrito. ¡Ese es mi verdadero enemigo!  
          Y más que miedo, es respeto, demasiado respeto... 
          Es difícil describir lo que siento cuando escribo y máxime cuando no son palabras de ciencia ficción, sino sentimientos, que tal vez, tú, ahora que me lees compartas. ¿Cómo se puede superar ésta sensación? ¡No me lo digas!, ¡no quiero saberlo! Porque si llega el día en el que deje de sentir esto, me faltará tu calor y entonces, me quedaré sin aliento... 
 
          Firmado:
          Alguien que nunca dejará de escribir.

5 comentarios:

  1. Entiendo ese miedo.
    Me identifico mucho contigo en este sentido.
    Gracias por compartirlo.

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    1. Muchas gracias, Lore Valera. Por compartir ese miedo. ¡Qué no se nos vaya!, de lo contrario ya nada tendríamos que decir. Un saludo.

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  2. Si un lector te lee con todos los sentidos, comprenderá que, a la hora de escribir, aquello de aparentar queda a un lado.

    Un abrazo, Eva.

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    1. Gracias Jorge, por tu comentario y sobre todo por hacerte seguidor del blog. Un saludo.

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  3. UNA PROSA REFLEXIVA. Lo importante es escribir indistintamente de lo que puedan opinar los demàs, por eso de que cada cabeza es un mundo. Un placer estar en tus letras.
    Trina Leè de Hidalgo

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