viernes, 8 de noviembre de 2024

Escorts, una semana en París. El gesto que me salvó la vida.



Han pasado varios días desde que he tenido el valor de enfrentarme a la realidad y seguir escribiendo en el diario para que, en un futuro, alguien lo lea.


Cuando me enteré de su muerte al leer su carta, le odié, ¡sí!, le odié.


Le odié con todas mis fuerzas por no haber tenido el valor de haberme dicho, lo que ya sabía: —Que me amaba—.


Estuve mal, muy mal.


Cuando salí del Hospital, y al saber que mi padre ya estaba fuera de peligro. Después de hablar con ellos, decidí irme a París de nuevo. Y aunque sea una metáfora un tanto incomprensible, para cambiar de vida y como si de una novela se tratase. —Tenía que finalizar ésta, antes de comenzar otra—. Por eso sentí que debía llorar hasta desangrarme por dentro, porque sólo expulsando esa rabia, podría seguir adelante.


Hasta entonces pensé que la ruptura más dolorosa era la de que un hombre te abandonara. —¡Qué estúpida!—, la separación más dura es cuando el hombre al que amas y te ama, llega un día en que la vida, sin pedirte permiso, te lo arrebata.


—¡Eso es lo más duro!— Todo aquel que lo haya vivido en sus carnes, lo entenderá.


Salí de la habitación del hotel Ritz, para dirigirme al cementerio. Había llegado la hora de despedirme de él; de afrontar que nunca más volvería a sentir ni sus besos, ni sus caricias y que jamás me veré de nuevo reflejada en su mirada. Ésa mirada que tanto me hablaba. Arrodillada frente a su tumba, desgarrada por dentro, gritando y rogando a Dios que me llevase con él.


Saqué de mi bolsillo un bote de pastillas para ingerirlas con la intención de poner fin a mi vida...

A pique estuve de hacerlo cuando sentí en mi interior una patadita de mi hijo. Ésa patadita que me hizo comprender que por él debía seguir luchando.


En ese instante, una frase que había escrito en su carta cobró más sentido que nunca: —Sé feliz, Giselle y lucha por nuestro hijo—.


Entonces estaba cegada por la rabia, por lo que yo creía desamor, y no supe ver hasta entonces, que el amor... El amor estaba en mí y era yo.


Cuando me incorporé y tras haber sentido la patadita de mi hijo Abraham, supe que, dentro de mí, siempre estaría el Sr. Musa; porque en mi hijo estaba él.


Siempre pensé que fue el espíritu de él, quien, de alguna manera inexplicable, hablo con su hijo para que me hiciese reaccionar.


No pude estar en su entierro —porque estaba hospitalizada—, pero no sé si es más duro enterrar a la persona que amas, o ser consciente de que al salir por la puerta del cementerio ya sólo te quedarán recuerdos.


Cuando llegué a la habitación, los recuerdos de la noche en que nos habíamos amado se hicieron presentes. Y lloré hasta que mis ojos azules, se tiñeron de un color rojizo. Llevaba mucho tiempo, mucho, aguantando la impotencia de no entender porque la vida, te hiere discriminadamente, cuando por fin la felicidad llama a tu puerta para instalarse.


Lo único que recogí de todos los regalos que me había regalado, fue la rosa que me entregó el día que vino a buscarme a la habitación. Esa rosa, que, aunque ya está seca, estará para siempre y el resto de mis días entre las hojas de este diario.


Cuando me disponía a salir de la habitación, dejando atrás todos los recuerdos, Davinia apareció por la puerta.


Qué cierto es que la amistad, no entiende de porqués, ni de una comunicación diaria. Tan solo una mirada fue suficiente para que ella supiera el duelo por el que estaba pasando.


Cuando quise explicarle qué me sucedía ella, puso su dedo índice en mis labios, para que me callara y me abrazó.


Me abracé a ella y sentí en ese instante que era mi única tabla de salvación, la única persona con la que en verdad podía ser yo. Y pese a que amaba al padre de mi hijo, como nunca había amado a nadie. Tenerla tan próxima a mí, despertaba ese recuerdo de aquel día en el que sentí más placer que nunca.


Quizás no procedía que me dejase llevar por mi instinto, pero lo necesitaba.


Necesitaba de nuevo sentirme viva. Y fui yo, en esta ocasión, la que tenía sed de sus labios, de sus caricias. Extrañaba de nuevo sentir sus pezones entre mis labios, mordisquearlos y sentir que se endurecían cada vez más.


Había llegado la hora de escribir la primera página de mi novela —de mi nueva vida— y admitir que solamente entre sus brazos me sentía mujer y viva.


Necesitaba gemir, gritar, era demasiada la tensión sexual acumulada.


De nuevo pude disfrutar del néctar de su sexo, sentir las pulsaciones de su clítoris en mis labios, mientras que yo de nuevo renacía. 


Ya no éramos ni la alumna, ni la profesora, ya no éramos dos mujeres capaces de enloquecer a cualquier hombre; nos habíamos dado cuenta de que éramos almas gemelas y que el cariño, el deseo y la atracción que ambas sentíamos, eran los ingredientes de lo que podría ser una relación.


Y aunque quizás pocas personas puedan entender mi forma de pensar. He de confesar que jamás amo a una persona por su sexo —me da igual si es mujer u hombre—, porque lo que yo amo, sobre todas las cosas, es a la persona.


Recuerdo que, al día siguiente, al amanecer entre sus brazos, pude apreciar la belleza del Sol, como nunca lo había apreciado.


Mi nueva vida comenzaba. El Sr. Musa es y será el hombre de mi vida, el padre de mi hijo —el motor de mi vida—.


Entonces más que nunca, tuve ganas de llevar a cabo mis proyectos, mis sueños y pelear como antes nunca lo había hecho.


Si la patadita de mi hijo fue —ese gesto que me salvó la vida—, ahora más que nunca tenía que vivirla.


Aproveché que Davinia estaba duchándose para llamar a mi madre por teléfono.

—¡Hija! ¿Estás bien?
—¡Sí! Mamá, mejor que nunca. Ahora sé quién soy y lo que quiero hacer...



No olvidéis que tenéis una cita conmigo el próximo viernes 15 de Noviembre.
Hasta entonces, ser felices, ser malos, pero es sí... no me seáis infieles.


jueves, 7 de noviembre de 2024

El regreso de Giselle. —Recordando el ayer—

 

Aunque fue ayer cuando escribí en este diario, siento, que ha transcurrido mucho tiempo.

Mi relación con Davinia sigue siendo especial, pese a que ya no estamos juntas. Pero, por todo lo vivido y sobre todo por mi hijo, al que sé que ella adora, seguimos teniendo una excelente relación. Ella, aún me sigue amando, en cambio yo ya no siento lo que antaño sentía por ella; aunque no voy a negar que dejarme llevar por la pasión y hacerla enloquecer con mis labios, succionando su clítoris y arrebatándola un orgasmo de vez en cuando, es algo a lo que me niego a renunciar. Pero solamente es eso “momentos”.  

Mis sentimientos, aunque recientes, son fuertes y el causante de ellos, es Roberto sin lugar a duda.

Abrahán, mi hijo, ya tiene siete años. Está creciendo tan rápido, que en ocasiones me formula unas preguntas, para las que os aseguro que no encuentro respuesta. Pensamos, que los niños no se enteran de nada, que, desde su mundo de la inocencia y el juego, no perciben nada del mundo de los adultos, y ahora, me doy cuenta de que no. Que siendo unos niños —una inmensa mayoría—, son más sensatos, sinceros y honestos que nosotros; porque no están maleados, porque son transparentes y cada palabra que dicen, la dicen, con una verdad que en ocasiones hasta para nosotros puede resultar hiriente.

Aproveché para desayunar tranquilamente mientras que todavía él seguía durmiendo. En la mesa de su habitación estaba el puzzle que mi hijo y Davinia montaron, en mi ausencia, mientras que pasaba la noche con Roberto; lo que me recordaba que tenía que pasar por la tienda de cuadros, para que lo enmarcasen, como le había prometido la noche anterior para que lo colgase en su habitación.

De repente comencé a sentirme muy cansada, apenas había ingerido un café con leche y una tostada con jamón york y aguacate para desayunar y sentía como si me hubiese comido un costillar entero.

El periodo, hacía dos semanas que debería de haberme bajado y no tenía síntoma alguno de que fuese a hacer acto de presencia. Me negaba a admitir, lo que, dentro de mí, podría estar pasando.

Llevaba tanto tiempo sin cuidarme, porque no me había hecho falta, hasta que recordé en este instante que después de desayunar en la cama del hotel cuando Roberto se fue, y al incorporarme de la cama, de mi sexo emanaba su semen.

Sin tener ninguna prueba que lo confirmase, mi cuerpo, ya había pasado anteriormente por esto, y estaba más que convencida que de nuevo, una vida en mi se estaba gestando.  

Habían transcurrido más de 8 años desde mi último embarazo, los años pasaban. Mi hijo siempre había querido tener un hermano y, sin embargo, me daba miedo. Ya no tanto por volver a ser madre, sino porque tal vez Roberto no estuviera preparado para afrontar una paternidad.

No teníamos una relación consolidada, tan sólo habíamos compartidos unas cuantas citas, charlas, paseos, confidencias y… ¡Sí! Esa noche de pasión en la que me estremecí, grité y en la que pedí que no parase… hasta que entre sus brazos sentí desfallecer de placer…

Y es que la vida se compone de “momentos” y en un momento se crea una vida.

 

Continuará…

Próximo capítulo el 22 de diciembre. Día en que La Revista de Todos, vuelve a ver la luz y espero que brille como antaño lo hacía. Pero para ello, os necesito a todos y cada uno de vosotros. Sin vosotros, nuestro trabajo, entrega y dedicación no tendría razón de ser. Gracias por ser y estar.

Giselle, regresa, con más fuerza que nunca deseando poder volver a emocionaros, como antaño lo hacía.


Eva Mª Maisanava Trobo

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Quisiera…






Quisiera no quererte,
pero te quiero.
Quisiera no sentir esto,
pero lo siento.



Quisiera besarte,
más sé que no debo.
Quisiera despertar a tu lado,
pero no puedo.


Y aunque desearía
no haberlo dicho,
ya es tarde.
Te quiero y lo sabes…


Y aunque quisieras,
no haberlo escuchado…

Me quieres y tú mejor que nadie, lo sabes.



Eva Mª Maisanava Trobo
06/11/2024



martes, 5 de noviembre de 2024

El regreso de Giselle

  

Es complicado de nuevo introducirme en la piel de Giselle, sobre todo, de esta nueva Giselle. Esa Giselle, que dejó ser una de las mejores escorts de Madrid, para pasar a ser empresaria, madre y sobre todo sentirse viva.

Ha pasado mucho tiempo, exactamente desde el 30 de agosto del 2019 que publiqué el último capítulo. Mi vida y más que mi vida, yo, al igual que Giselle hemos cambiado mucho.

Por eso me da miedo de nuevo meterme en su personaje, porque temo no volver a conseguir lo que hace tiempo solo ella supo lograr. Porque a la fecha, no me atrevería a decir con seguridad, si ella escribió mi vida o yo la de ella. Si ella es escritora y yo una ex escorts, o si yo soy escritora y ella un personaje con el que logré ser libre y volar.

No sé qué me da más miedo, si asumir de nuevo la dirección de La Revista de Todos, con la profesionalidad que siempre lo he hecho o de nuevo ser Giselle, vuestra Giselle.

Aunque no os lo vais a poder creer para escribir el siguiente capítulo he tenido que leer la novela que en su día publiqué y de la que a un buen recaudo conservo un ejemplar, como también he tenido que leerme los cuatro capítulos que se publicaron en su día en La Revista, teniendo como título, “El Regreso de Giselle”.

Y aunque ha transcurrido mucho, mucho tiempo. ¿Me creéis si os digo que todavía me he emocionado? No sé que hizo Giselle en mí, o sí lo sepa y no lo quiera asumir.

Ya que La Revista de Todos, si Dios quiere, regresa el 22 de diciembre, y como es de costumbre, el título de cada aportación ha de contener la palabra “Navidad”. Aquí os dejo el título del nuevo capítulo.

—El regreso de Giselle. ¡Y sí, llegó la niña por Navidad!—

 

Giselle de nuevo se enfrenta a la maternidad. A cumplir su deseo de ser madre, —pero sobre todo la de su hijo Abraham—, de querer tener un hermano.

¿Conseguirá la llegada de esa criatura apaciguar las ganas de seguir sintiéndose “viva”? ¿Cómo reaccionará el Sr. Rodríguez? ¿Le acompañará en su embarazo o tendrá que ser Giselle, de nuevo, quien afronte la maternidad al lado de Davinia?

Todavía ni yo como escritora, lo sé. Ya sabéis que estoy acostumbrada a trabajar bajo presión y que seguramente, una vez más, sea mi estado emocional de ese día el que decida que sucederá.

Hasta el 22 de diciembre, fecha en la que se publicará el nuevo capítulo de El Regreso de Giselle, os dejo los links de los capítulos anteriores para que recordéis su historia. Y si queréis recordar el origen, la novela, "Escorts, una semana en París", os invito desde ya a que pulséis en el link de abajo, para qué, capítulo a capítulo os emocionéis, como a la fecha y me temo que de por vida lo seguiré haciendo. 

https://evamariamaisanava.blogspot.com/




 











El regreso de Giselle


Me deseas y lo sabes.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/02/el-regreso-de-giselle-capitulo-i-me.html 


Giselle, permítame hacerla el amor.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/04/el-regreso-de-giselle-capitulo-ii.html 


Y sin darme cuenta, llegó el 16 de Junio.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/06/el-regreso-de-giselle-capitulo-iii-y.html 


El amanecer

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/08/el-regreso-de-giselle-capitulo-iv-el.html

 

lunes, 4 de noviembre de 2024

A ti, que espero que me leas.

 



 Desearía no haber usado este medio,

pero soy escritora

y no siempre lo que escribo

es algo real, vivido o sentido.

Como escritora que soy uso la ambigüedad…

Ahora bien, como mujer,

he de confesar la verdad…

 

No me gustan los poemas,

porque al escribirlos,

desnudas tu alma,

muestras lo más profundo de ti.

Más hoy, me importa bien poco,

lo que opinen de mí;

porque si no escribo lo que siento,

estaría siendo desleal a mi pensamiento.

 

Me cogiste de la cintura

y no supe cómo reaccionar,

a la fecha aún sigo sin recordar…

El otro día nos abrazamos

y solo Dios sabe, lo que me costó no dejarme llevar.

Me he perdido en tu mirada,

como tú en la mía

y sin embargo hoy…

Te sentí frío, distante y hasta cortante

y ahora no solo me he quedado bloqueada,

sino que no entiendo nada…

 

Ahora, que ya estaba decidida.

Que, aunque suene mal,

quería probar el sabor de tus labios.

Ahora, de nuevo regreso al punto de partida,

donde lo vivido,

tal vez,

hubiera sido mejor no haberlo sentido.

 

Porque para hacerme levitar

y días después hacerme llorar.

Si tú quieres, sigue siendo profesional…

“Que yo seguiré siendo esa mujer,

a la que deseas y a la que jamás podrás olvidar”

 

 

Eva Mª Maisanava Trobo

04/11/2024