Foto:
Menchu Regueiro
Hay imágenes que hablan por sí solas, y la tuya,
Menchu, es una de ellas.
Sobre un mantel de cerámica azul y junto a una cesta de frutas, El diario de
Ena parece respirar frescura y vida cotidiana. Hay algo en esa composición
que me recuerda a ti: la naturalidad, la luz y ese gusto por las cosas bien
hechas, sin artificios.
Te agradezco de corazón que hayas querido tener
mi novela, y sobre todo, que la hayas recibido con ese cariño que atraviesa la
pantalla. Sé que sabrás leer más allá de las palabras, detenerte en los
silencios y comprender lo que se dice sin decirse.
Deseo que disfrutes de la lectura, que la
historia de Ena te acompañe en los días tranquilos y también en los que
necesitan un poco de aliento.
Quizá, cuando cierres el libro, me conozcas de otro modo —a través de ella, de
sus pensamientos, de sus contradicciones, de su voz.
Gracias, Menchu, por estar, por leer, y por
regalarle a Ena ese rincón tan tuyo, lleno de color, aromas y verdad.
Con cariño, Eva Mª Maisanava Trobo








