jueves, 28 de febrero de 2013

Te esperaré...


Han pasado muchos años, tú hiciste tu vida y yo la mía. Es ahora cuando por avatares de la vida, volvemos a estar juntos. Reapareciste en mi vida el día de Navidad. Fue duro admitir, que no recordaba, nada, nada de ti. Y sin embargo, me siento extrañada al saber que durante cuatro años, no has dejado de pensar en mí. Tal vez sea el destino quien nos ha mandado este tren, cierto es que podemos subirnos rápidamente en él, pero... Tal vez el trayecto, sería ajetreado, complicado y con un final poco afortunado. 

¿Qué te parece si nos quedamos en el andén?, caminando de la mano, ¡si!, conociéndonos; para cuando llegue el momento, subirnos al tren y viajar eternamente enamorados.

Es complicado tomar esta decisión, cuando en mi interior, hay un mundo de pasiones; quizás resabios de anteriores relaciones, y ahora ver el estanque calmado, me descuadra.

Pero los días, me han hecho pensar, que vale la pena esperar. Quizás no estés preparado. Me enorgullece y me enrojece a la vez, que puedas pensar que soy un reto intelectual para ti. Pero no soy nada especial, pese a que pienses que es difícil encontrar a una mujer inteligente y con inquietudes por la cultura, no lo veo así. Pero siempre respetaré la opinión que tienes de mí, y que sin duda es un gran halago para mí.
 
Pero no tengas miedo a volar, a sentir y porque no... A Amar; solamente así sabrás si te sirvió de algo volverme a llamar...

jueves, 21 de febrero de 2013

Fumándome los recuerdos.


          Allí, estaba yo, dando las últimas caladas a un cigarrillo. Queriendo de esta forma, confundirme con el humo del cigarro, y penetrar en tu recuerdo. Recuerdo que por más que has querido olvidar, no has podido. Pero... ¿Qué te creías? ¿Qué solamente tú eras el cazador? ¡Qué ironía! ¿Verdad?, el cazador siendo cazado por la aprendiz de loba, hambrienta de pasión y sedienta de tus besos. 

          ¡Mmmm! Era lo mejor que podía haber hecho, ¿acaso una mujer no puede ser sincera? ¿Solamente son ellos quienes pueden llevar la iniciativa? 

          ¡No!, ya sabes que yo no soy así, que escojo a mi victima, le quito la piel de cordero, ¡esa, que ante la sociedad lleva!, y saco su "yo" más perverso, ése, que tan loca me vuelve; que hace erizar cada bello de piel, que consigue que las pulsaciones de mi corazón de aceleren y que la respiración, que antes era tranquila, ahora sea agitada; como aquel recuerdo, que sin querer se me viene a la mente, mientras que doy una calada al cigarro, observándote mientras descansas, con el torso desnudo, cansado...Por haber calmado mi sed, con tus labios y saciado mi apetito, con tu cuerpo, dentro del mío... 

 

Escrito por:

La aprendiz de loba

sábado, 16 de febrero de 2013

A ti.



Gracias por estar junto a mí,

por hacer que minuto a minuto,

sea cada día más feliz.
 

A ti, que me haces sonreír.

Que has devuelto a mi vida,

la ilusión que un tiempo atrás perdí.
 

A ti, que con paciencia y tesón,

has logrado ganarte un espacio en mi corazón.
 

A ti, que ahora estás convaleciente,

preocupado, por no poder verme;

después de un inoportuno accidente.

 
Déjame, que sea yo quien ahora esté a tu lado,

cuidándote, apoyándote, y tendiéndote la mano,

como hace años, lo habíamos soñado...


 
Con cariño, Rubizul.

sábado, 2 de febrero de 2013

Ya no sé, que decirla.


          Cualquier persona que pueda leer mi relato, y que sea madre; entenderá a la perfección, la impotencia que siento cada vez que tengo que mirar los ojos de mi hija, sin tener la respuesta que desearía para ella. 

          María, mi hija, es una niña pizpireta de casi 8 años, tan espabilada, que en ocasiones, me cuesta poder darle una respuesta, sincera, para que desde su "niñez", pueda entenderme. 

          El otro día me preguntó si podría estudiar, si podría hacer la carrera de enfermera, que según ella, desea estudiar para "curar" a los buenos como ella dice. 

          Y el estómago se me hace un nudo, porque ni mi marido, ni yo, tenemos trabajo. Llevamos más de un año en el paro, la prestación se nos ha acabado y la única solución que encuentro para poder dar de comer a mi hija, es llevarla a un comedor social, ¡sí!, hasta ese punto hemos tenido que llegar. Mi marido, economista de profesión, tiene que ocultar los masters que tanto sacrificio les costó en su día realizar, para poder aspirar a encontrar un trabajo, de lo que sea, y aún así no encuentra.  

          Y aunque intento una y otra vez, encontrar, una respuesta a la pregunta de mi hija, os lo juro que no la encuentro. ¿Sabéis lo duro que es no poder pagar una carrera a tu hija? Años atrás cuando me quedé en estado, la felicidad se hizo presente en mi vida, era una "nena" deseada, y quería darle todo lo que yo no pude. Pero... La inteligencia de los políticos, el poco carácter de José Luis Zapatero, viéndose empequeñecido, por lo que se le venía encima, optó por callar... Jugada que aprovechó, el hombre cuya inteligencia me abruma, ¡sí!, estoy hablando de Rajoy, que se dedicó a interpretar un papel, tan bien estudiado, que muchos de los españoles, estafados y llenos de desilusiones, vieron un atisbo de luz, en la campaña que hizo. Pero... ¿Ha cumplido algo de su programa electora? ¡Vaya!, es que ni lo había.

          Es triste ver que el futuro que ansiaba para mi hija, no puedo dáselo, entre otras cosas, por esos sobres que van de mano en mano, mientras que mi hija, mi marido y yo, tenemos que estar mendigando para llevarnos un mísero plato de sopa de sobre; mientras que el Sr. Bárcenas, pongo "Sr", porque tengo más clase que él, aunque evidentemente, le queda grande. Cena en los mejores restaurantes de Andorra.  

          Llegado este momento, todavía sigo sin poder contestar a mi hija. Porque o cambian las cosas, o me temo que nunca podrá ser enfermera y curar a gente buena; mientras el país está contaminado de políticos enfermos, sin alma y sin ninguna neurona en el cerebro. 

 

Nota*. Es un pensamiento en voz alta compartido. No soy madre, pero esta historia, podría ser la de cualquier mujer y madre, hoy en día. Espero que os haga reflexionar. 

 
Eva María Maisanava Trobo

domingo, 27 de enero de 2013

No me leas, siénteme



Mary vivía en una casa de campo en un pueblecito de Asturias llamado Sebreño, ya habían pasado 5 años desde que perdió la sonrisa y su vida se había convertido en un vacío inmenso, lleno de amargura y soledad.

A causa de un tormenta, el pueblo se había quedado sin electricidad y Mary cogió una vela para iluminar la habitación, se quedó absorta mirandola  y escuchando el tic tac de un reloj, mientras los recuerdos se agolpaban uno, tras otro...

Ten
ía 31 años cuando llena de felicidad y terminando de hacer el arqueo de la caja, (en una pequeña tienda de libros de su propiedad), apareció Marc su novio; justamente ese día era su aniversario, un año lleno de felicidad, de sensaciones nuevas, su primer beso, su amor, su único amor.

Marc le ayudó a barrer y fregar el suelo de la tienda, mientras que ella reponía el género que a última hora le había llegado.

- ¿Dónde me vas a llevar hoy?
- Es sorpresa amor, si quieres te ayudo a reponer y nos vamos cuanto antes.
- ¡Eres un sol!, sin tu ayuda, en ocasiones me resultaría imposible sacar sola, tanto trabajo adelante.

Parecían dos chiquillos, no se soltaban de las manos (mientras se dirigían al coche) y no perdían la oportunidad de proferirse numerosas muestras de cariño.

Se dirigían a Ribadesella, a Mary le encantaba pasear por la orilla del mar, sintiendo cómo las olas atrevidas golpeaban sus pequeños y delicados pies.

Después de aparcar el coche, se dirigieron rumbo al paseo marítimo, Mary se había puesto una fina chaqueta, que la abrigaba del frío que ya se empezaba a notar.

Estaban seguros de lo que sentían, aunque llevaban poco tiempo juntos, nada les llenaba más de felicidad, que la compañía que ambos se hacían, se complementaban perfectamente, Mary tenía un carácter un tanto levantisco, mientras que él le aportaba esa paz y tranquilidad que tanto ansiaba.

En ese instante, se situó frente a ella y le dijo:

Para que esperar más, tenemos claro lo que sentimos, estamos felices, a mí me acaban de ascender en el trabajo y con un poco de suerte, podremos abrir otra tienda de libros, cómo deseas. -
¡Casémonos Mary!-

Estaba completamente absorta, llevaba tanto tiempo deseando escuchar esa frase, que ahora que la había escuchado; ésa frase que durante tanto tiempo tenía ensayada en su interior, no era capaz de salir por sus labios.

Rompió a llorar y le suplicó que le diera tiempo, quería estar segura (era hija de padres divorciados y no quería para ella, correr con la misma suerte)

Marc la abrazó con ternura, cogió con sus manos su cara angelical y depositó en sus labios un beso, que hizo que Mary temblase, cual niña asustada.

Ya era tarde, la noche se había hecho presente y lo únicos testigos de aquel maravilloso momento, eran las estrellas que cómplices de aquel momento, parecían brillar con más resplandor; la luna estaba oculta detrás de unas nubes que avecinaban tormenta.

Empezó a llover y corriendo se apresuraron camino hacia el coche, cada vez llovía más fuerte.

De camino a casa de Mary, al coche de Marc se le reventó la rueda trasera, por fortuna no pasó nada, pero.. no podían seguir, no tenían rueda de repuesto.

El accidente lo habían tenido en un camino lleno de piedras, que dificultaba el ir y venir de los coches, de hecho Marc, decidió ir por ese camino para atajar y poder llevar a Mary cuanto antes a su casa.

Los padres de Mary, se habían ido de viaje con sus respectivas parejas y no tenían la ayuda de nadie, salvo la de ellos mismos.

- ¿Qué hacemos Marc? (dijo entre lágrimas y temblando) 
 
- Cerca de aquí hay una posada, lo único que se me ocurre es preguntar si hay habitación y mañana a primera hora de la mañana, caminaré a la aldea en busca de algún responsable del taller, que se acerque con un grúa para llevarlo a arreglar. 
- Pero...no está bien, Marc...no estamos casados, ¡que van a pensar de mí, si se enteran que compartimos habitación!; ya sabes de la lengua viperina de las gentes de éstas aldeas. 
- Tranquila cariño, estamos juntos, el accidente podría haber tenido otro final y estamos bien, ¿importa ahora la opinión de las personas qué sin tener vida propia, no hacen más que vilipendiar la de los demás? 
- ¿Sabes por qué te quiero Marc? 
- ¡Sorpréndeme!, (la miró con brillo en los ojos)
- Te quiero, porque siempre en los peores momentos, consigues aportarme esa tranquilidad que tanto necesito. 
- Entonces....¿te casarás conmigo?
- Vamos, vamos... caminemos hacía la posada (refunfuñaba mientras se apresuró a caminar rápidamente, sacando ventaja a Marc) 
La habitación era sencilla, tan solo una cama, una pequeña mesa de escritorio, dos mesitas y un destartalado y viejo sillón. 
Marc se encargó de poner en marcha el radiador de la habitación, hacía frío y se respiraba humedad; en aquella época no había apenas turismo y eso se notaba, las habitaciones estaban realmente frías y hasta olían a húmedo. 
Ella estaba sentada en la orilla de la cama llorando, le daba realmente pánico la opinión que a partir de mañana podría haber de ella en la aldea, (los rumores corrían a la velocidad de la luz).

- Pequeño gorrión, no llores, ni se te ocurra temer del que dirán, no voy a consentir que nadie te levante los pies del suelo, en lo que me quede vida, me desviviré, por defender tu honor. 
Se fundieron en un largo beso y por inercia se tumbaron cómodamente en la cama; Mary no dejaba de temblar, deseaba sentirse amada, pero...sus principios, su miedo podían más que su deseo. 
Se podía notar la excitación de Marc debajo del pantalón, quería manifestar todo el amor que tenía dentro, comenzó a acariciar una de las piernas e iba subiendo cada vez más, hasta que la cordura se hizo presente en la mente de ella y le susurró... 
- Para, para...ardo en deseos por seguir, pero... quiero esperar, quiero que sea en nuestra noche de bodas, ¿lo comprendes? 
- Cariño, ¡por fin oigo ese sí que tan feliz me hace!
 
Es tarde durmamos, estoy agotada, ha sido un duro día de trabajo en la tienda, (le decía, mientras se acurrucaba en su pecho)

A la mañana siguiente, Marc se levantó temprano, se vistió sin apenas hacer ruido, ella dormía plácidamente; se despidió de ella con un beso en la frente, que ni tan siquiera logró sacarla del plácido sueño en el que se encontraba.

La miró con ternura y susurró, te Amo Mary y te amaré el resto de mi vida.

Quería ir lo más rápido posible para recogerla, llevarla a dar un paseo a Covadonga y acompañarla a su casa, ya que por la noche regresaba su madre de viaje (era con quien vivía desde la separación de sus padres).

Mary se había incorporado de la cama, con un sobresalto, el corazón le latía rápidamente, Marc se había marchado y ella sentía que algo malo había sucedido.

Se vistió rápidamente, camino por lo sendos llenos de piedras; estaba lloviendo, la ropa le pesaba, el cansancio iba haciendo mella en ella, pero... su corazón le decía que tenía que seguir camino hacia el pueblo, para encontrarse con él.

Sintió desfallecer cuando vio el coche volcado en la carretera, salió corriendo lo más rápido que podía, y allí estaba Marc tendido en la carretera, (había salido despedido por la luna delantera, no llevaba el cinturón puesto), se agachó para ver si tenía pulso...

La vela ya se consumía y las lágrimas rodaban imparables por las mejillas de Mary, no dejaba de mirar el reloj de Marc, que se había quedado parado a la hora en la que falleció aquel día.

Su vida se estaba consumiendo, cómo aquella vela a la que miraba, se arrepentía de no haberle dicho que Si, que deseaba ser su mujer, hubiera dado su vida, por sentir a su amado en su interior, por olvidarse de esos malditos rumores, y amar, cómo ya nunca podría hacerlo.

Solamente el ruido de las gotas de lluvia golpeando la ventana, la hizo salir del recuerdo amargo en el que se había sumergido, se calentó un café y se quedó mirando por la ventana, cuando instantes después vino el cartero del pueblo a entregarle un paquete.

Lo abrió apresuradamente, era su primera pequeña novela, durante estos 5 años de dolor y vacío, no dejó de escribir intentando encontrar un sentido a su vida y poder de ésta forma mitigar el dolor que anidaba en ella.
Ahora tenía la novela en sus manos, su pequeño gran sueño hecho realidad, tenía en sus manos una historia, qué aunque dolorosa haría concienciar a las personas que la leyesen, para que no dejasen de ponerse el cinturón, pues un gesto tan sencillo cómo ese, habría hecho que Mary y Marc, estuvieran ahora casados, felices, y cómo aquel entonces enamorados.





 Queda prohibido copiar la obra, está registrada