jueves, 7 de noviembre de 2024

El regreso de Giselle. —Recordando el ayer—

 

Aunque fue ayer cuando escribí en este diario, siento, que ha transcurrido mucho tiempo.

Mi relación con Davinia sigue siendo especial, pese a que ya no estamos juntas. Pero, por todo lo vivido y sobre todo por mi hijo, al que sé que ella adora, seguimos teniendo una excelente relación. Ella, aún me sigue amando, en cambio yo ya no siento lo que antaño sentía por ella; aunque no voy a negar que dejarme llevar por la pasión y hacerla enloquecer con mis labios, succionando su clítoris y arrebatándola un orgasmo de vez en cuando, es algo a lo que me niego a renunciar. Pero solamente es eso “momentos”.  

Mis sentimientos, aunque recientes, son fuertes y el causante de ellos, es Roberto sin lugar a duda.

Abrahán, mi hijo, ya tiene siete años. Está creciendo tan rápido, que en ocasiones me formula unas preguntas, para las que os aseguro que no encuentro respuesta. Pensamos, que los niños no se enteran de nada, que, desde su mundo de la inocencia y el juego, no perciben nada del mundo de los adultos, y ahora, me doy cuenta de que no. Que siendo unos niños —una inmensa mayoría—, son más sensatos, sinceros y honestos que nosotros; porque no están maleados, porque son transparentes y cada palabra que dicen, la dicen, con una verdad que en ocasiones hasta para nosotros puede resultar hiriente.

Aproveché para desayunar tranquilamente mientras que todavía él seguía durmiendo. En la mesa de su habitación estaba el puzzle que mi hijo y Davinia montaron, en mi ausencia, mientras que pasaba la noche con Roberto; lo que me recordaba que tenía que pasar por la tienda de cuadros, para que lo enmarcasen, como le había prometido la noche anterior para que lo colgase en su habitación.

De repente comencé a sentirme muy cansada, apenas había ingerido un café con leche y una tostada con jamón york y aguacate para desayunar y sentía como si me hubiese comido un costillar entero.

El periodo, hacía dos semanas que debería de haberme bajado y no tenía síntoma alguno de que fuese a hacer acto de presencia. Me negaba a admitir, lo que, dentro de mí, podría estar pasando.

Llevaba tanto tiempo sin cuidarme, porque no me había hecho falta, hasta que recordé en este instante que después de desayunar en la cama del hotel cuando Roberto se fue, y al incorporarme de la cama, de mi sexo emanaba su semen.

Sin tener ninguna prueba que lo confirmase, mi cuerpo, ya había pasado anteriormente por esto, y estaba más que convencida que de nuevo, una vida en mi se estaba gestando.  

Habían transcurrido más de 8 años desde mi último embarazo, los años pasaban. Mi hijo siempre había querido tener un hermano y, sin embargo, me daba miedo. Ya no tanto por volver a ser madre, sino porque tal vez Roberto no estuviera preparado para afrontar una paternidad.

No teníamos una relación consolidada, tan sólo habíamos compartidos unas cuantas citas, charlas, paseos, confidencias y… ¡Sí! Esa noche de pasión en la que me estremecí, grité y en la que pedí que no parase… hasta que entre sus brazos sentí desfallecer de placer…

Y es que la vida se compone de “momentos” y en un momento se crea una vida.

 

Continuará…

Próximo capítulo el 22 de diciembre. Día en que La Revista de Todos, vuelve a ver la luz y espero que brille como antaño lo hacía. Pero para ello, os necesito a todos y cada uno de vosotros. Sin vosotros, nuestro trabajo, entrega y dedicación no tendría razón de ser. Gracias por ser y estar.

Giselle, regresa, con más fuerza que nunca deseando poder volver a emocionaros, como antaño lo hacía.


Eva Mª Maisanava Trobo

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Quisiera…






Quisiera no quererte,
pero te quiero.
Quisiera no sentir esto,
pero lo siento.



Quisiera besarte,
más sé que no debo.
Quisiera despertar a tu lado,
pero no puedo.


Y aunque desearía
no haberlo dicho,
ya es tarde.
Te quiero y lo sabes…


Y aunque quisieras,
no haberlo escuchado…

Me quieres y tú mejor que nadie, lo sabes.



Eva Mª Maisanava Trobo
06/11/2024



martes, 5 de noviembre de 2024

El regreso de Giselle

  

Es complicado de nuevo introducirme en la piel de Giselle, sobre todo, de esta nueva Giselle. Esa Giselle, que dejó ser una de las mejores escorts de Madrid, para pasar a ser empresaria, madre y sobre todo sentirse viva.

Ha pasado mucho tiempo, exactamente desde el 30 de agosto del 2019 que publiqué el último capítulo. Mi vida y más que mi vida, yo, al igual que Giselle hemos cambiado mucho.

Por eso me da miedo de nuevo meterme en su personaje, porque temo no volver a conseguir lo que hace tiempo solo ella supo lograr. Porque a la fecha, no me atrevería a decir con seguridad, si ella escribió mi vida o yo la de ella. Si ella es escritora y yo una ex escorts, o si yo soy escritora y ella un personaje con el que logré ser libre y volar.

No sé qué me da más miedo, si asumir de nuevo la dirección de La Revista de Todos, con la profesionalidad que siempre lo he hecho o de nuevo ser Giselle, vuestra Giselle.

Aunque no os lo vais a poder creer para escribir el siguiente capítulo he tenido que leer la novela que en su día publiqué y de la que a un buen recaudo conservo un ejemplar, como también he tenido que leerme los cuatro capítulos que se publicaron en su día en La Revista, teniendo como título, “El Regreso de Giselle”.

Y aunque ha transcurrido mucho, mucho tiempo. ¿Me creéis si os digo que todavía me he emocionado? No sé que hizo Giselle en mí, o sí lo sepa y no lo quiera asumir.

Ya que La Revista de Todos, si Dios quiere, regresa el 22 de diciembre, y como es de costumbre, el título de cada aportación ha de contener la palabra “Navidad”. Aquí os dejo el título del nuevo capítulo.

—El regreso de Giselle. ¡Y sí, llegó la niña por Navidad!—

 

Giselle de nuevo se enfrenta a la maternidad. A cumplir su deseo de ser madre, —pero sobre todo la de su hijo Abraham—, de querer tener un hermano.

¿Conseguirá la llegada de esa criatura apaciguar las ganas de seguir sintiéndose “viva”? ¿Cómo reaccionará el Sr. Rodríguez? ¿Le acompañará en su embarazo o tendrá que ser Giselle, de nuevo, quien afronte la maternidad al lado de Davinia?

Todavía ni yo como escritora, lo sé. Ya sabéis que estoy acostumbrada a trabajar bajo presión y que seguramente, una vez más, sea mi estado emocional de ese día el que decida que sucederá.

Hasta el 22 de diciembre, fecha en la que se publicará el nuevo capítulo de El Regreso de Giselle, os dejo los links de los capítulos anteriores para que recordéis su historia. Y si queréis recordar el origen, la novela, "Escorts, una semana en París", os invito desde ya a que pulséis en el link de abajo, para qué, capítulo a capítulo os emocionéis, como a la fecha y me temo que de por vida lo seguiré haciendo. 

https://evamariamaisanava.blogspot.com/




 











El regreso de Giselle


Me deseas y lo sabes.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/02/el-regreso-de-giselle-capitulo-i-me.html 


Giselle, permítame hacerla el amor.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/04/el-regreso-de-giselle-capitulo-ii.html 


Y sin darme cuenta, llegó el 16 de Junio.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/06/el-regreso-de-giselle-capitulo-iii-y.html 


El amanecer

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/08/el-regreso-de-giselle-capitulo-iv-el.html

 

lunes, 4 de noviembre de 2024

A ti, que espero que me leas.

 



 Desearía no haber usado este medio,

pero soy escritora

y no siempre lo que escribo

es algo real, vivido o sentido.

Como escritora que soy uso la ambigüedad…

Ahora bien, como mujer,

he de confesar la verdad…

 

No me gustan los poemas,

porque al escribirlos,

desnudas tu alma,

muestras lo más profundo de ti.

Más hoy, me importa bien poco,

lo que opinen de mí;

porque si no escribo lo que siento,

estaría siendo desleal a mi pensamiento.

 

Me cogiste de la cintura

y no supe cómo reaccionar,

a la fecha aún sigo sin recordar…

El otro día nos abrazamos

y solo Dios sabe, lo que me costó no dejarme llevar.

Me he perdido en tu mirada,

como tú en la mía

y sin embargo hoy…

Te sentí frío, distante y hasta cortante

y ahora no solo me he quedado bloqueada,

sino que no entiendo nada…

 

Ahora, que ya estaba decidida.

Que, aunque suene mal,

quería probar el sabor de tus labios.

Ahora, de nuevo regreso al punto de partida,

donde lo vivido,

tal vez,

hubiera sido mejor no haberlo sentido.

 

Porque para hacerme levitar

y días después hacerme llorar.

Si tú quieres, sigue siendo profesional…

“Que yo seguiré siendo esa mujer,

a la que deseas y a la que jamás podrás olvidar”

 

 

Eva Mª Maisanava Trobo

04/11/2024


viernes, 1 de noviembre de 2024

Escorts, una semana en París. —Un dulce adiós—



Cuantas veces he escuchado de los labios de mi madre esta frase:

—¡Hija! Cuando seas madre lo entenderás—.

Y qué cierto es que cuando las mujeres pasamos por la maternidad, desearíamos poder borrar con una goma todas esas malas contestaciones que en la adolescencia todos hemos dado. —¡Ahora entiendo los desvelos de mi madre!—.

Me encuentro asomada a la ventana de la habitación del hotel, pensando en qué decisión tomar. ¡No es fácil!, desde fuera es sencillo defender la vida, pero... ¿Y cuando no tienes nada que dar? ¿Y cuando el hijo que llevas en tus entrañas sería una mera moneda de cambio?

Estoy hecha un mar de dudas; ansío ser madre, pero por otra parte necesito sentirme libre. Y no es libertinaje lo que busco, sino que ahora que dentro de mí hay un conjunto de células que se están desarrollando, me planteo si de verdad es eso lo que quiero.

Si tengo que ser sincera, mi vida está completamente desestructurada. Y no sé si realmente sería sensato por mi parte traer un hijo al mundo en estas circunstancias.

Pese a que he vendido mi cuerpo al mejor postor, hay algo que nunca venderé... Mi alma.

Y aunque sé el revuelo que van a causar mis palabras y más a sabiendas de lo que he sufrido y experimentado hasta la fecha, tengo sentimientos. Y un hijo ahora no sería lo mejor.

Sé que mi familia me apoyará pese a la decisión que tome, sea contraria a la suya. Es absurdo que me impongan una decisión a estas alturas de mi vida.

De nuevo vuelvo a sentir ese escalofrío por todo mi cuerpo, presiento que algo malo va a suceder. ¿Pero el qué?

Es absurdo negar que esté completamente enamorada, y aunque parezca que mi huida fugaz, fue sinónimo de inseguridad, no lo fue. Simplemente lo hice para conocer sus sentimientos. Vivir con esta desazón es absurdo y más ahora que estoy embarazada.

En estos instantes esa vocecita llamada conciencia, me dice que le llame y le diga que voy a ser madre. Pero no quiero hacerlo, quiero que tome la decisión de estar el resto de su vida conmigo porque me ame. No quiero que lo haga porque esté esperando un hijo suyo; nunca utilizaría a un hijo para atrapar a un hombre.

Es curioso como en décimas de segundos cambia la vida de una mujer cuando se está en estado. —¡Cuánta razón tenía mi madre!—.

Es de nuevo el sonido del móvil quien consigue devolverme al mundo real dejando a un lado los pensamientos, los miedos y la decisión de si tener o no a mi hijo.

—Dime, mamá. ¿Cómo amaneció papá?

—Bien, Giselle. Pero ahora quien nos preocupas eres tú, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a tener a tu hijo? Sabes que un hijo no es un juguete que cuando te cansas, devuelves a la tienda de juguetes, o tiras a la basura. Es para siempre, Giselle. Desde que tomes conciencia y estés segura, dejarás de ser tú, para ser él. Queremos que sepas que tomes la decisión que tomes, te apoyaremos. No te voy a pedir que nos hables de él, ni en qué circunstancias os conocisteis. Hablar ambos y tomar una decisión. Te queremos.

—Gracias, mamá. Pero no sé si deba decirle que espero un hijo suyo. No quiero que decida quedarse conmigo, sólo porque le voy a dar un hijo.

—No te voy a decir qué debes y qué no debes hacer. Pero no tomes una decisión sin madurarla, porque las consecuencias te pueden condicionar el resto de tu vida.

—No lo haré. Voy a buscarlo a el aeropuerto.

—Te queremos, Giselle.

—Y yo a vosotros, mamá.



De nuevo y con más intensidad que nunca, esa corriente gélida que atravesaba cada poro de mi piel se apoderaba de mí, tenía miedo, y no sabía a qué.

Tenía que vestirme, por fin hoy le veía, y por su mirada sabría si sería un dulce adiós o la continuidad de una relación.

La hora se echaba encima, me puse unos vaqueros con una camiseta azul y la chaqueta de cuero que tanto me gustaba y me dispuse rápidamente a bajar a la calle. El taxi me estaba esperando.

De camino al aeropuerto, se veía una columna de humo que claramente dejaba entrever que había sucedido una desgracia en el aeropuerto. Ésa extraña sensación que había tenido cobraba sentido. 


El corazón me latía rápidamente. Cuando llegamos al aeropuerto la zona estaba acordonada, no nos dejaban pasar. El incómodo sonido de las sirenas de las ambulancias incrementaba por momentos mi miedo. El no tener la certeza de lo que estaba sucediendo, me consumía.

A lo lejos pude ver a François. Estaba con las ropas desgarradas y lleno de sangre. Ya no había ninguna duda de que le había pasado algo, puesto que siempre que viajaba, lo hacía con François.

Presa del miedo, saqué valor para saltarme el cordón policial e ir su encuentro. No podía aguantar ni un minuto más y tenía que saber si el padre de mi hijo estaba en peligro.

Cuando ya tenía delante a François y le iba a preguntar por él, escuché un hilo de su voz. Me giré y le vi en una ambulancia. Pese a que la policía y los médicos quisieron detenerme, fue en vano. Nadie se interpondría entre él y yo.

—Musa... Mi amor.

—Giselle, yo...

—¡Quítese, Señorita!—, me empujaron para socorrerle.



Al pensar que lo podía perder para siempre, entré en schock. Empecé a sentir que parte de mi vida se iba y no era una metáfora, pues estaba sangrando. Estaba a punto de perder a los dos hombres de mi vida, a mi hijo y a su padre.

—¿Se podía ser más desgraciada?—.

No recuerdo como fue, ni qué pasó, pero al despertar... Estaba tumbada en la cama de un hospital.

Lo primero que hice fue preguntar por mi hijo, en esos instantes es cuando me di cuenta de que le amaba, que estaba preparada para ser madre y que él era más importante que mi vida.

Afortunadamente los médicos me confirmaron que todo seguía su curso, debía reposar.

Mi madre había dejado a mi padre en la habitación para bajar a urgencias. ¡Menudo panorama en el que se encontraba! Su marido, su hija y su futuro nieto en un hospital.

Cuando pregunté por él, el rictus en la cara de mi madre cambió. Sabía que algo pasaba, pese a que no quería decirme nada. Le pasaba lo mismo que a mí, nuestra cara era reflejo de lo que sentíamos.



—Tienes que descansar, mi niña.

—Mamá, ¿qué pasa? ¡Quiero verle! ¿Dónde está?



Mi madre rompió a llorar. En ese instante François entró en la habitación; era incapaz de sostener mi mirada y de articular una sola palabra. Me dio un sobre y se marchó.

—François, ¡maldito seas! ¿Qué pasa? ¡No te vayas!—, dije gritando.

Regresó a la habitación y me dijo:

—Srta. Bayma. No tengo ánimo de hablar, se lo ruego. El Sr. Musa me pidió que le entregara esta carta. —¡Hasta siempre!—.


No entendía nada de lo que estaba sucediendo. No sabía que había sucedido, todo parecía un mal sueño. Mi madre me dejó a solas para que leyera la carta.

                                                                

 


Amada mía:


Si estás leyendo esta carta nada más me puede hacer feliz. Puesto que me voy sabiendo que la madre de mi futuro hijo está viva.

Me imagino que esta carta te estará destrozando el alma, pero mi amor...

¡No quiero que sufras! Cuando viniste a verme al aeropuerto pude ver en el brillo de tu mirada, que en tu interior estabas anidando una vida.

¡Recuerda que ya soy padre y ese brillo es único, cielo!

Al llegar al hospital y como pude... mal escribí esta carta, pero no podía despedirme sin ser sincero. Siento haberme comportado como un auténtico cobarde, al no decirte en persona, lo que en esta carta vas a leer.

—Te amo, Giselle Bayma—.

Sé que este te amo, llega tarde, muy tarde. Y que por cretino ya nunca podré besar tus labios y susurrártelo al oído. Pero la vida hay que afrontarla como nos toca.

Has de ser fuerte por nuestro hijo. Antes de partir de París, ingresé en tu cuenta corriente la cantidad suficiente como para que ni al niño, ni a ti, ni a tu familia os falte de nada.

Me voy con la única pena de saber que no podré besar la carita de ese ángel que saldrá de tus entrañas. ¡Prométeme que lo cuidarás!

Háblale de mí, de cómo nos conocimos y como fue concebido. No te avergüences jamás de lo nuestro. Has sido, eres y serás la mujer que lleno mi vida y que ahora me acompañará el resto de mis días...

Me despido con un dulce adiós, acompañado de un te amo cargado de mucho, mucho amor.

Sé feliz, Giselle y lucha por nuestro hijo.

Con mucho amor
Musa



No olvidéis que tenéis una cita conmigo el próximo viernes 8 de noviembre.
Hasta entonces, ser felices, ser malos, pero es sí... no me seáis infieles.