miércoles, 5 de junio de 2019

Y ya no era yo, sino éramos...



Me abracé a él, 
comencé a llorar, 
a vaciarme por dentro, 
a expulsar toda la rabia que me consumía
y que me quemaba por dentro.


Dejé de luchar, 
me dejé llevar, 
me dejé querer,
me arrulló entre sus brazos
y me sanó con sus besos.

Y ya no era yo, 
sino éramos...


"Dos amigos enamorados del amor
y cómplices de aquél momento"





Eva 
04/06/2019

viernes, 26 de abril de 2019

Escritores, amigos y ahora… ¡A quién le importa lo que sean ahora!



Todavía recuerdo cómo se conocieron. Fue en la presentación del libro de un amigo en común. Ella siempre había sido bastante escéptica y nunca había creído que de un evento literario al que asistía como invitada para cubrir el reportaje para el blog de literatura que dirigía, podría conocer a un hombre especial, único y diferente. Y cuando digo diferente —hacerme caso que podéis creeros a pies juntillas esa expresión—, porque sin duda alguna él es el hombre más especial que haya podido conocer en toda su vida.

Instantes antes de que la presentación comenzase, Roberto y ella se encontraban en un bar tomando un refresco. Se habían citado para hablar de literatura, un nexo en común y que siempre había sido el eje principal de sus conversaciones, en un principio por mensajes, más tarde por mail y aquel día cara a cara —mirándose a los ojos—. No sabría deciros por qué pero pude observar que ella sintió que lo conocía de toda la vida, llevaban bastante tiempo hablando y casi se acercaba la hora en la que se tenían que ir para que él presentase a Jorge, mi amigo; que seguramente ya a esas horas estaría nervioso al ver que no estaban ya en la Casa del Libro.

Han transcurrido casi seis años de aquel evento y sin embargo lo tengo tan latente que cada vez que paso por la cafetería ubicada en la Gran Vía de Madrid mi corazón se acelera, al recordar como hablaban de esa manera tan cómplice como si se conociesen de toda la vida. Él estaba casado pero aún así ella se sentía atraída, pero no quería tener problemas y más cuando su nombre se empezaba a reconocer en el mundo literario como algo más que el de una “simple bloguera”. Al terminar la presentación se despidió de Jorge dándole la enhorabuena y recibiendo consumo agrado un ejemplar que le había regalado. Había perdido de vista a Roberto, pero al instante vi que se dirigía a los ascensores para irse a su casa. Me dio la sensación de que a ella le daba impotencia por no haberse podido despedir de él, pero algo me decía que se volverían a ver tarde o temprano. Ella se encaminaba hacia donde estaban los ascensores, cuando justo vi que Roberto salía del interior de uno de ellos —todavía sigo sin saber el motivo que le hizo subir de nuevo— al salir del ascensor y al verla, decidió repentinamente entrar de nuevo y bajar con ella rumbo a la calle.

Vi como la acompañó a la boca del metro de Callao, y allí se despidieron con un par de besos y les perdí de vista. Ambos tenían una extraña sensación, no se querían ir, se hubiesen quedado más

tiempo, pero a él le esperaba su mujer y su hijo en casa, y ella tenía que regresar a casa donde vivía con sus padres para conectarse al ordenador y ponerse a trabajar en el reportaje. Durante unos meses fueron varias las ocasiones que fueron a otras presentaciones, siempre con la excusa de verse y poder estar juntos, pero sin querer ni reconocer, ni poner nombre a lo que sin saber ni cómo ni por qué les había unido. Por aquél entonces ella ya se sacaba un buen dinero haciendo vídeos promocionales de las novelas de los escritores y él le pidió también que le hiciera uno. Después del vídeo, vino un relato en común y seguían sin saber el porqué les gustaba estar juntos. Fueron varias las veces que quedaron para comer y siempre sin parar de hablar, algo que en él no era habitual, ya que era un hombre bastante tímido.

Después de unos meses en el paro, al final ella encontró trabajo y tuvo que cerrar la revista, porque comenzó a trabajar, y aunar su vida personal y profesional cada vez le resultaba más complicado. Se había distanciado de muchas personas de ese mundo, pero no tanto de él, que por una extraña razón siempre le enviaba WhatsApp con poemas que él había escrito y con todas sus novedades literarias. A ella le encantaba que lo hiciera, sé que era y es ese apoyo que tal vez su mujer no le daba y él por su parte también lo era y es para ella, ya que ni su familia, ni por aquél entonces su novio, lo entendían. Su trabajo en el departamento de recobros para una entidad bancaría la tenían completamente absorbida como para sacar tiempo para el verdadero amor de su vida, que no era otro que la literatura.

Pero llegó por fin su gran día, al final consiguió que una editorial quisiera publicar su primera novela y como no podía ser de otra manera, él fue el encargado de hacer el prólogo y como no, de presentarla. Sin duda fue el día más bonito de toda su vida. Quizás para muchas mujeres sea el verse de blanco, pero para ella, fue ese su día, el más importante de toda su vida. — ¿Tal vez porque él estaba a su lado? ¡Qué importa eso ya!—.

En ese tiempo de ausencia del mundo literario, conoció al que hoy es su marido y poco a poco se fue alejando de Roberto, pero sin poder jamás arrancarle de su pensamiento.

Pasaron muchos años sin verse hasta que una vez fue a verla al trabajo,  y allí en un parque que había frente a la oficina donde ella trabajaba, sus labios se unieron por primera vez. De sus labios jamás salió un te quiero o un te amo, pero no importaba, por fin se estaban besando. Apenas llevaba unos meses saliendo con el que entonces era su novio, pero no había ni una sombra de arrepentimiento, le quería, no podía negarlo, pese a todo, lo seguía amando.

Todos los que la conocen siempre han dicho de ella que les recuerda al Guadiana, porque a veces se la ve, otras no, pero… siempre está. Y eso es lo que la sucede cuando realmente se enamora, que por protegerse, desaparece…
          
Pasó más de un año hasta que un día ella se puso en contacto con él para ir a verle —se había cogido un día de asuntos propios—. Desayunaron juntos y de nuevo esa sensación de no querer irse… se hacía presente ante ellos.
          
Llego el día en que el que ella se casó con la intención de formar una familia y de alguna manera extirpar de su pensamiento a Roberto, pero por más que lo intentaba, todo intento era en vano, no podía, lo amaba en silencio.
          
Seguía sabiendo de él porque le seguía mandando mensajes suyos con sus poemas recitados y sus novedades literarias, de los que el gran porcentaje de las veces ni respondía. Pero que de alguna manera le venía a decir, que ni él la olvidaba, ni ella lo podía olvidar.
          
La comunicaron en su trabajo que el proyecto se acababa y su vida se resquebrajó, pese a que su amigo —el que la había recomendado y habló para trabajar en la empresa y en el proyecto que él dirigía— había contado con ella para no perder a “esa profesional” que como él decía era difícil de encontrar; tenía la decisión más que tomada. Necesitaba por una vez en su vida ser egoísta y pensar en ella, pero sobre todo en su salud.
          
Casi más de dos años sin verle y ahora más que nunca le extrañaba. Así que de nuevo se puso en contacto con él, y quedaron en verse cuando ella ya hubiese dejado de trabajar. Se vieron un día para desayunar, a la semana siguiente para comer y de nuevo desapareció de su vida porque verle hizo encender en ella todas esas brasas que creía tener controladas, pero que en contra de su voluntad se convirtieron en llamas al volverle a ver.
          
Roberto aún con todas sus idas y venidas que no sé si alcanzaba a comprender, la seguía mandando esos mensajes que tan feliz la hacían, un mensaje donde se ocultaba un: —¡Hola! Sigo aquí…—.
          
Esta vez solo pasaron unos meses cuando de nuevo le mandó un mensaje: —¿Te viene bien quedar un día para comer y charlar?—. Mensaje que obtuvo respuesta en menos de un minuto: —Buscamos día y comemos por aquí—.
          
Desde entonces y pese a que desconozco el desenlace de esta historia que empezó hace casi seis años, han decidido no huir más.
          
Quizás cuando hayas terminado de leer esta historia Roberto y ella se hayan encerrado en la habitación de un hotel con la firme decisión de por una vez en la vida no frenar, o tal vez sea que este relato esté escrito por dos personas o quizás sea el resumen de la vida personal de dos escritores, amigos y ahora…¡A quién le importa lo que sean ahora!

          
Lo único seguro es que seguirán siendo amigos, confidentes y sobre todas las cosas “escritores”.  ¡Feliz Sant Jordi!

Eva Mª Maisanava Trobo

Una estúpida enamorada



A él le quiero
y a ti no sólo te quiero,
sino que además te deseo.

Con él convivo
y sin embargo por ti vivo.

Él es mi obligación 
y tú, mi amor, mi pasión,
mi verdadero deseo.

Él es mi realidad
y tú mi mejor sueño.

A su lado respiro
y sin tí me falta el aire,
siento que muero.

Él es mi compañero
y tú mi verdadero dueño.
A su lado despierto,
llorando y agitada
al saber que eres un sueño
y yo, una estúpida enamorada.



22:43 18/04/2019


De la amistad al amor.



La amistad hacia una mujer nace
cuando al mirarla a los ojos 
no has de pronunciar palabra,
para saber lo que siente
en lo más profundo de su alma.

El deseo comienza
cuando al mirarla
besas sus labios 
con solo una mirada.

El amor comienza
cuando sin querer celas
imaginando lo que nunca fue 
y sólo pasó en tu mente.

El hombre que en verdad ama,
no deja de hablar con la mirada,
de besar con los ojos
y de acariciar con las palabras.

Si en verdad te importa 
no quieras arrancar sus alas
ni controlar su vida,
deja que sea niña en ocasiones,
y amala para se sienta mujer
solo entre tus brazos.




21:53 15/04/2019

El problema


El problema no es querer,
sino que aún con todo te quiero.
El problema no es el amor,
sino que pese a todo te amo.

El problema no es desear,
sino que aunque no deba te deseo.

El problema no es que te quiera,
sino que tú me quieras.
El problema no está en una mentira,
sino en ser estúpidos y engañarse.

El problema no es que estemos casados, 
sino que aún así nos amemos.

¡Ése y no otro es el verdadero problema!




Te amo
00:07 29/03/2019

Eva María Maisanava Trobo

Porque eres tú ese hombre



Porque eres tú ese hombre
que aún en la distancia 
se adueña de mis sueños.

Porque eres ese amante
que con sólo su mirada
me hace volar sin tener alas.

Porque la cicatrices en nuestros corazones, 
son batallas que decidimos sanar con nuestros besos.
Porque lo que tenemos es sólo nuestro
y todo lo demás una burda falsa.



12/03/2019 0:02

jueves, 28 de marzo de 2019

La muchacha y el gorrión


Cada noche al cerrar los ojos, una escena se apoderaba de mí, era un gorrioncito que se apoyaba en la ventana. Durante muchos días, cuando el cansancio me cerraba los ojitos, antes de que Morfeo me llevara a su mundo, el gorrioncito se apoderaba de mi mente.

Estaba pasando por un mal momento en mi vida personal y durmiendo era la única manera en la que podía olvidar lo desdichada que me sentía, porque creía que ya nadie me quería.

Llevaba mucho tiempo encerrada con la idea de luchar por algo que sólo me estaba perjudicando, que me aportaba más tristeza que alegría. Aparentemente parecía fuerte y fría en cuanto a mis sentimientos; muchos me miraban como a una mujer altanera a la que hay que pedir cita para hablar con ella. La máscara con la que me defendía, del posible daño que me hicieran, era la causa, por el que muchos ni reparaban en mí presencia, ni aún menos en mi interior.

Llegué cansada del trabajo, agobiaba por la presión de querer hacerlo todo bien, como pensaba que los demás esperaban siempre de mí.

Me tumbé en la cama para echarme la siesta y desconectar, cuando en mi mente otra vez el gorrión se hizo presente. Pero… en esta ocasión, el sueño era completamente distinto, porque el pajarillo me rozó con su pico los labios y me habló.

—Sí, sí… seguro que os habréis quedado tan asombrados como me quedé yo en aquel instante—.

De repente me vi rodeada de un mundo que no era al que estaba acostumbrada —ya no llevaba el pijama que me había puesto para dormir—. Era un mundo donde los animales hablaban, donde las hadas y los duendes que habitaban en él constantemente sonreían y con un sinfín de gorrioncillos volando por las nubes.

Llevaba un vestido dorado de hada y con unas alas fantásticas que me permitían volar, olvidarme de la realidad, sentirme libre y segura.

Un mundo en el que todos los sueños se hacían realidad, hasta lo imposible era posible. Ese gorrioncito, desprendía una luz extraordinaria… sentía que era mi ángel protector. Podía volar a su lado por encima de las nubes y posarme en un manto de flores para descansar del maravilloso viaje.

La conversación con Tyno —que era como se llamaba el gorrión—, estaba llena de palabras alentadoras, pero… no puedo resumirlo. Así que mejor os escribo lo que en ese instante me dijo.

—¡Hola, muchacha de ojos azules llorosos!, ¿por qué siempre estás cabizbaja y llorando? ¿Quejándote de la vida siempre?

—La soledad me da miedo, la vida cada día me resulta más complicada de entender y en el mundo en el que vivo, las personas no tienen apenas ya sentimientos. Es un mundo en el que todos van acelerados, en el que han perdido sus principios y valores, un mundo… cada día más frío e indiferente.

—¿Acaso piensas que este mundo dista mucho del tuyo?

—¡Claro! Aquí se respira paz, tranquilidad, comprensión, humanidad… por lo poco que he podido apreciar.

—Cierto muchacha, pero… este mundo es paralelo al tuyo, un mundo en el que solamente las personas con buen corazón e ilusión… tienen la posibilidad de conocer. Desde aquí podemos ver cada movimiento que día a día podéis vivir en el vuestro, somos conscientes de lo desconsiderados que en ocasiones sois. Pero tú, ahora estás aquí, y tienes la oportunidad de poder ver y entender muchas cosas, muchas…; cada uno de nosotros fuimos humanos en vuestro mundo, cometimos errores como vosotros, unos imperdonables y otros menos importantes, que nos permitieron tener alas y poder volar…

—¿Perdona? No entiendo… ¡Qué me quieres decir!

—Presta atención y escucha, muchacha.

En este mundo, donde estás ahora, está clasificado por tres grupos de habitantes.

Los animales terrestres —aquellos que en tu mundo fueron egoístas, arrogantes y con mal corazón—, una vez que murieron y vinieron aquí, se les otorgó un cuerpo con cuatro patas para tener que agachar la cabeza para comer, estando al nivel del suelo y así aprender a ser humildes. Pero no les otorgaron alas para poder volar… Es como un pequeño castigo, por lo que anteriormente, en vuestro mundo, hicieron. 

Luego están los duendes y las hadas —que sus errores fueron menores como en alguna ocasión tener inseguridad, sentir desamor y miedos—, por eso una vez que murieron y vinieron aquí se les dieron alas para poder volar y de esta forma coger confianza en su persona.


—Entonces Tyno… tú… ¿por qué eres un gorrión?

—Muchacha… yo en tú mundo era un hombre que no dejaba de trabajar, que vivía por hacer felices a los míos y un día me diagnosticaron cáncer; me indicaron que me quedaba poco tiempo de vida. Solamente tenía 30 años cuando me lo dijeron, y… ¿Sabes una cosa muchacha?

No dejé de luchar, vencí mi miedo, superé obstáculos, ayude a todas las personas que me necesitaban… aún a sabiendas de que sólo me quedaba un aliento de vida. Pero por mucho que luché, la enfermedad me venció y cuando vine a este mundo, me concedieron el cuerpo de un gorrioncillo con alas, ya que debido a mi experiencia podía ayudar a todas aquellas personas que aún no comprendían, que todo pasa por algo. Que no dejen de decir un te quiero a diario, porque no existe el mañana, que no dejen de luchar por sus sueños, porque si lo dejan para más tarde, puede… que nunca los puedan llevar a cabo; que vivan su vida en un presente y no haciendo planes para un futuro lejano. Que vivan el aquí y ahora, porque el MAÑANA, no existe. Que por muchos sin sabores que te de la vida, por muchos obstáculos que tengas que vencer, tienes una cosa maravillosa que en ese instante nadie te puede arrebatar…TU VIDA.

—¿Tengo que entender que si he podido tener el privilegio de poder visitar este mundo es para cambiar mi forma de ser?—.

—Desde luego muchacha… llevábamos mucho tiempo observándote y era tan difícil ser indiferente a tus miedos, que me posaba cada día en la ventana de tu habitación para guiarte. Eres joven, dulce en ocasiones, arrogante en otras, pero… por encima de todo tienes un inmenso corazón y unos sentimientos ya difíciles de encontrar, por eso antes de que te convirtieras en un gorrión como yo, quería que tuvieras la oportunidad de disfrutar de todo aquello que yo no pude cuando el cáncer se apoderó de mí.

Vive, lucha, pelea, llora, grita, tiembla… porque todo forma parte de la vida.

—¡Vuela muchacha, vuela…!—

De repente un ruido en la habitación me despertó, era mi gatita que cómo de costumbre cuando me echaba la siesta tenía la manía de darme con su patita y despertarme del sueño.

Aquél despertar cambió mi vida, mi forma de ser, mi universo entero...

Yo no tengo duda de que algún día seré un gorrión y espero, que al leer esto, tus principios y tu forma de ser cambien, así, también podrás ser libre y volar...


Eva Mª Maisanava Trobo 28/03/2019





Desde mi ventana.


          Todo había terminado entre tú y yo. Tan solo nos unían unos recuerdos que, a golpe de llorar, ya se estaban desvaneciendo. No había ni una conversación, ni un hola, ni un te quiero, solo un frío hasta luego. Nuestros encuentros distaban mucho de lo que hace años eran; tal vez mi carácter se había agriado, o quizás la preocupación de tener que hacer cábalas para llegar a fin de mes me había convertido en esa mujer que ahora era: insegura y con miedos. Aquel día, cuando viniste a visitarme por última vez, a hacer uso de lo que considerabas de tu propiedad, te rechacé. Fue entonces cuando te conocí. —¿Qué ironía, verdad?—.

Después de haber estado años y años dándome a ti, resulta que lo único que conocía de ti era tu físico; jamás había reparado en indagar sobre tu personalidad.

 

Hasta que llegó ese momento en el que quise arrebatarme la vida y poner un punto final a esta maldita agonía. Sangre, temblores, lágrimas y miedo, sobre todo miedo, eran las palabras que más se acercaban a definir lo que me hiciste vivir. Pero todo ese dolor tenía cura, todos, menos el desgarro de mi corazón.

Mataste mi ilusión, mientras que mi cuerpo, ultrajado por el dolor, con el tiempo se recuperaría. Tardé algún tiempo en volver a creer en mí, en apartar de mí la sensación de creer que lo había provocado todo.

Gracias a Dios, ahora tengo ganas de volver a sentirme viva, de querer sentirme de nuevo mujer entre los brazos de un hombre, y de querer refugiarme en esos abrazos que tú me negabas.

Quedan minutos para que él acuda a la cita que tenemos. Lleva meses ayudándome a olvidar, a superar mis miedos.
Ahora, desde la ventana de mi alcoba, veo cómo el hombre de mi vida se baja del coche para subir a mi habitación. Tengo miedo, y mucho; le amo y, a pesar de todo, los fantasmas del pasado se apoderan de mí. Quiero ser fuerte y olvidar, quiero ser libre y volar, pero... me da miedo que al despertar, él se vaya de mi lado y nunca más pueda volver a soñar.


Ena 28/03/2019 13:40


jueves, 14 de marzo de 2019

Reseña de Escorts,una semana en París. Por Rocío Ruiz

Así es Rocío quería que conocieses a Giselle, porque solamente conociendo su vida se puede llegar a entender la continuación de su historia.
En cuanto al Sr. Rodríguez se refiere y si este le hará sentir lo que en estos instantes ella anhela todavía ni tan siquiera yo como escritora de su vida lo sé. Si el capítulo lo escribiera hoy te aseguro que sería demasiado triste y ella más que nadie merece ser feliz.

Así que dejaremos que transcurra el tiempo para que otra vez y de nuevo me meta en la piel de Giselle para sentir, vivir, comportarme y actuar como ella lo haría.

Volveré de nuevo a confundir la realidad con la ficción, a no saber si ella escribe mi vida o yo la de ella. —¡Qué más da!—, ¿no crees?.

Gracias por tu reseña y ya veremos si el Sr. Rodríguez tiene a bien contestar el mail que Giselle le envío o por el contrario hay otra profesional que ha hecho que se olvide de ella.


Reseña de Escorts, una semana en París.


Quería conocer a Giselle, desde que tuve conocimiento de su existencia en el blog literario que dirige su creadora, y ésta me la envió sin dudarlo.

Atravesó la frontera llegando a Portugal. Se me presentó ligera de equipaje, casi desnuda, como dice Machado, y entre su bagaje traía una cariñosa dedicatoria.

Entre el rumor suave del mar, y el sol que acaricia nuestros cuerpos, Giselle Bayma se ha desnudado de cuerpo y alma, para contarme sus más inconfesables secretos, sus avatares, sus amores, sus decisiones, a veces, difíciles de entender.

Ahora la conozco, no la he juzgado, tan solo la he dicho: —nunca digas de esta agua no beberé—. Ella me ha confesado que quiere volver a la vida de antes, pero no por dinero, sino para volver a sentirse viva. Ansiosa me quedo en esta playa, con la incertidumbre de si el Sr. Rodríguez, será capaz de hacerla sentir lo que ella más desea…y retando, desde este momento, a Eva María Maisanava, para que no demore demasiado tiempo en desvendarnos los últimos acontecimientos, que tan magistralmente sabe narrar.


Rocío Ruiz

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