viernes, 22 de noviembre de 2024

No me leas, siénteme. Capítulo III. El diario.


Al regresar a la fiesta me sentía una mujer completamente renovada. El haber sentido por un instante como la voz de Farinelli se hacía presente en la habitación de Felipe V me hizo salir por completo del estado de melancolía en el que me hallaba por mi monótona vida.

Me senté al lado de mi marido sin apenas hacer ruido, me llamó poderosamente la atención el artículo que en ese instante estaban subastando. Era un diario completamente deteriorado por el paso del tiempo, y aunque no suelo incitar a mi marido a que puje por ningún artículo en especial, en esta ocasión sí que lo hice por éste que particularmente llamaba mi atención.

En el catálogo que teníamos —y que nos dieron a todos a la entrada del evento— venían todas y cada una de las características de cada artículo que durante toda la velada iban a subastarse. Busqué las características que tenía el diario. El diario estaba forrado de una tela de color azul y en relieve había una flor de lys en color ocre, cuyo tacto debía de ser suave. Los ribetes del diario eran de color dorado. 

Tuve una gran corazonada y estaba completamente segura de que ese diario tendría que haber pertenecido a una chica de la alta sociedad, a la que me unía un gran nexo: la pasión por la literatura.

Solamente alguien que escribe en un diario, en mayor o menor medida es aficionada a la escritura.

Quizás esa era la oportunidad que llevaba tanto tiempo esperando y que seguramente por aquél motivo, ese día tenía que estar allí.

Seguramente entre sus hojas se encontrase una gran historia sin terminar...

El destino me tenía reservada esa oportunidad literaria que tanto ansiaba, el poder demostrar que es posible en una novela histórica aunar, pasión, amor y humanidad, mezclando el pasado y el presente, sin dejar de captar la atención del lector.

Mi marido por fin se hizo tras una disputadísima subasta con el diario, por la friolera cantidad de un millón de pesetas; quizás para un diario pudiera parecer demasiado, pero con este gesto colaborábamos con la cruz roja y de cara a la sociedad esto le hacía quedar como el mejor y detallista de todos los esposos. Fuese de postín o no el gesto, me interesaba por completo.

Hasta dentro de un mes no lo tendría en mi poder, los trámites de adquisición hacían que la entrega del artículo se demorase más de lo que yo quería.

Me sentía feliz, pletórica si cabe. Estaba deseando que pasara el tiempo rápidamente para poder leer el diario letra a letra, palabra a palabra, con toda la atención que éste se merecía.

Ya era bastante tarde, la velada estaba llegando a su fin. Estaba cansada, la mañana en mi trabajo había sido —como todos los finales de mes— agotador de tanto volumen de trabajo como teníamos.


De regreso a casa y deshaciendo el camino anteriormente recorrido y al pasar de nuevo por las "siete revueltas" vi una residencia de ancianos que me llamó la atención sobremanera, más que nada por su nombre: "El retiro".





Eso era lo que yo necesitaba, retirarme. Dejar a un lado mi trabajo que solo me aportaba dinero y en el que no podía desarrollarme laboralmente —demasiadas trabas y envidias—. En todas las empresas me terminaba sucediendo lo mismo, cuanto más demuestras lo que vales y hasta donde eres capaz de llegar, peor es.

La relación con Antonio, mi marido, cada día me importaba menos. Si tuviera un hijo tal vez por él aguantaría, pero de esta manera nada me ataba. Por muy cómoda y tranquila que estuviera a nivel económico, no me compensaba en nada más. Puesto que por aquél entonces estaba empezando a entrar en una depresión.

En ocasiones pensamientos completamente crueles se apoderaban de mí. Deseaba la muerte de mi esposo. Su seguro de vida resolvería la mía, sin tener que aguantar esas relaciones íntimas que pese a ser contadas me daban asco.

Tenía que tomar una decisión y por mi bien no podía demorar en hacerlo. Tal vez por puro egoísmo me esperaría a tener en mi poder el diario y después, debía de comenzar a escribir un capítulo nuevo en mi vida, diferente, real y apasionante; completamente opuesto a los días que hasta ahora había vivido.



La semana para mi fortuna transcurrió rápidamente, mucho más de lo que yo misma esperaba. Hasta entonces cada día de mi vida era una auténtica réplica al anterior. De trabajo a casa y al revés. Cada vez ansiaba con más vehemencia que llegase el instante en el que mi marido me trajese el paquete con el diario.

Y ese instante llego, justo en ese momento en el que estaba sentada frente al televisor, sin prestar atención y ensimismada en mis pensamientos, sentí como mi marido entraba por la puerta.

Ese día fue de los pocos en el que lo recibí con la mejor de mis sonrisas, como si de una modelo de un anuncio dentífrico se tratase.

Me dio la caja y como si la vida se me fuera en ello me fui a mi habitación sin darle las gracias, dejándole una vez más con la palabra en la boca.


Comencé a leer el diario…






Mírame...

 



Mírame…

Tan sólo mírame,

no me importa que juegues a amar

o que entregues tu cuerpo a otra.

 

Mírame…

Y déjame tan sólo,

rozar tu sombra.

 

 

Eva Mª Maisanava Trobo

22/11/2024 15:00


lunes, 18 de noviembre de 2024

Exijo una hoja de reclamación.



Hace mucho tiempo que escribí este relato, justo el 14 de febrero del 2019, día en que La Revista de Todos hizo el especial de San Valentín. Hoy revisando el contenido para el siguiente especial de Navidad, es cuando me he dado cuenta, de que ha sido una de las entradas más visitadas; supongo que es porque una vez más salgo de mi zona de confort, para meterle un poco de humor al relato, con cierto acento andaluz. Espero que disfrutéis leyéndolo y es que sí, Cupido, debería graduarse la vista… jajajaja.



La verdad es que nunca pensé que iba a tener que dirigirme a un personaje tan conocido por todos vosotros y desde hace siglos y siglos, como lo es Cupido. Pero debido al estado en el que se encuentra una amiga mía no me queda otra que hacerlo y además ya es hora de que alguien deje de verle como a una criaturita adorable, rechoncha, que transpira amor por todos sus poros y con carita de niño travieso, porque creo que no siempre hace bien su trabajo.

 

 

Estimado Cupido;

 

Me llamo Trinidad, aunque me conocen más por La Trini. Soy de Sevilla y tengo más arte que ná. Cuando he de estar de jarana, lo estoy, me enfundo en mi vestido y a bailar sevillanas en la feria como una loca. Ahora... ¡Cucha! que cuando tengo que estar seria, ¡ozú! Hasta los caballos en el Rocío me abren paso porque cuando me desboco soy peor que cualquier animal irracional. Y claro... cuando se trata de que una amiga mía está por tu culpa en el estado en el que se encuentra. No me queda otra que quitarme la peineta, dejar la "güasa" en la feria, porque te aseguro "que mi chocho no está pá aguantar farolillos". 

 

Pero ahora sí me voy a poner seria. Me parece deplorable que hasta hoy —aunque tal vez no sea la primera— nadie te haya puesto la cara colorada. Y es que es imposible que durante tantos años trabajando las 24 horas del día, no haya habido un día en el que no hayas enfermado. Porque de no ser así, te aseguro que no lo entiendo.

           Creo que como en todos los trabajos deberías llevar un control de lo que haces, es decir... Tirar flechas a los "no" enamorados y a los que lo están deberías de saberlo, dejarles tranquilos y no complicarles la vida. —¿Por qué te digo todo esto?— Porque tengo a una amiga locamente enamorada de dos hombres y por culpa de quién majete. — ¡De ti!— Si es que siempre lo he dicho yo, que una no se puede fiar de las personas que tienen carita de yo no fui. Y es que cada vez que veo una escultura tuya que hay en un parque cerca de donde vivo, te juro que se me envenena la sangre. Al menos dime que ese día estabas enfermo, que estabas de resaca o dime algún argumento de peso y bien fundamentado para que pueda creerte. 

Ahora la pobre está que no entiende nada y te aseguro que es una mujer seria, sensata y madura. Y encima se pasa el día teniendo que escuchar que eso no es normal, que siga lo que el corazón le dicta. Pero... cuando el corazón ama a dos personas, por cuál se decanta. Y la culpable no es ella, ¡no!, ni tampoco de los dos hombres que la aman, sino tuya... que o bien tienes que graduarte la vista, poner al día tus ficheros de flechazos o lo que sería más sensato... pensar en la jubilación, cobrar tu pensión y dejar de creerte James Bond tirando flechitas a diestro y siniestro sin medir las consecuencias.

           

Porque... tener a dos hombres que te deseen, que te hagan sentir mujer, que cada día te manden mensajes diciéndote lo maravillosa, dulce y cariñosa que eres, eso gusta.

—¡Pá qué negarlo!—. Pero claro... ahora cuando se acerca San Valentín tener que rascarse el bolsillo para tener que comprar dos regalos. Eso mi "arma", eso... ya no gusta tanto.

 

Aunque soy de Sevilla, soy de la cofradía del puño agarrao. Por eso, exijo una hoja de reclamación o por lo menos tengas la deferencia de comprar tú los regalos en Amazon y hacérselos llegar a los dueños de su corazón.

 

Sin más...

La Trini



viernes, 15 de noviembre de 2024

No me leas, siénteme. Capítulo II. Farinelli, por siempre Farinelli.


Hoy podría ser un viernes cualquiera, pero, aunque parezca asombroso después de mucho tiempo algo distinto va a suceder en mi vida o por lo menos algo que verdaderamente me apasiona y me interesa.

Han invitado a mi marido a una cena de gala que organiza el Patrimonio Nacional en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso.

Y es que en mi modesta opinión no hay ningún pueblo más acogedor y bello que este segoviano.

Ya desde la carretera de las siete revueltas, voy notando como mi corazón palpita; es una sensación indescriptible. Cuando paso por la boca del asno y veo a los niños jugar, no puedo evitar imaginarme a la Infanta Isabel —La Chata—, deleitándose de una buena tortilla para después disfrutar de un buen paseo por la orilla del rio Eresma respirando ese olor tan especial e inolvidable.

Al cruzar la verja no intuyes la maravillosa belleza que hay más arriba, solo cuando vas caminado por la calle Alameda y ya cerca de la plaza de España vas viendo la fachada del Palacio y de fondo las montañas; en ese instante sientes un palpitar en tu corazón que ya late desbocadamente cuando accedes a los jardines del palacio. —¡Cuántos secretos de amores guardados!—. Si los árboles hablasen podría escribir aquellos romances ocultos entre Alfonso XII y Elena Sanz. —¡Cuánto amor silenciado!—.

Al llegar a la plaza de España ya no se podía circular con el coche, los aparcacoches no daban abasto de tanto trabajo como tenían.

Aunque a regañadientes, mi marido, tuvo que dejar que un mozo se encargase de aparcar su adorado Jaguar al que mimaba y prestaba más atención que a mí misma.

Él iba vestido de chaqué como el protocolo en esta ocasión exigía y que tan bien le sentaba. Aunque como amante dejaba mucho que desear, tenía un físico espectacular que hacía que le sentase esta prenda como a pocos hombres les sentaba. Le venía como anillo al dedo. Yo llevaba un vestido largo azul turquesa de palabra de honor y una capa negra para paliar el frío Segoviano. Me había puesto el conjunto de collar y pendientes de Swarovski que mi madre me regaló al cumplir la mayoría de edad y que con tanto amor guardaba.

Previa entrega de la invitación, el personal —que esta ocasión iban vestidos como exigía el protocolo para la ocasión— nos acompañaron hasta el comedor de gala donde se serviría la cena. Estaba adornado con un gusto exquisito, las flores que habían escogido lo hacían todavía más elegante de lo que recordaba cuando en anteriores ocasiones fui de visita para inspirarme —mientras que paseaba por los jardines— con la firme intención de intentar escribir una novela histórica de amor. Un género que antes nunca había tocado y que me había impuesto como reto.

Entre tanta belleza pictórica que revestían las paredes y el tic tac de los relojes de tan atractiva colección que durante años los diferentes reyes de España adquirieron —y que ahora pertenecía a Patrimonio Nacional—, se encontraba la flor y nata de la alta sociedad de Madrid y Segovia: duques, marqueses, banqueros, arquitectos, médicos, editores, escritores... se unieron un año más, como ya era tradición, para organizar una subasta benéfica para recaudar dinero para la Cruz Roja Española.

Y es en estas ocasiones cuando hay que aprovechar para saber relacionarte. Como decía hace tiempo un viejo conocido mío: —Hay que tener amigos hasta en el infierno—, porque nunca sabes las vueltas que dará la vida y de quién podrás sacar provecho.

—¡Lo sé!—. Sé que mi frialdad es en ocasiones horrible. Pero ya pinto canas y es muy difícil que cambie.

Me sentía algo mareada, padecía migrañas de vez en cuando y tenía pinta de estar empezando a padecer una. Me disculpé ante mi marido y los demás comensales con los que compartíamos mesa y aprovechando la ocasión, anduve por las diferentes habitaciones del palacio, me lo conocía tan bien que ya me sentía como en mi propia casa.

Estaba triste, algo melancólica, en la cena estuve escuchando como el último escritor que había recibido el premio planeta se jactaba en hablar de su obra. Me parecía una actitud tan pedante. Siempre pensé que un escritor es aquél que transmite sentimientos, no aquél que recibe premios porque en el comité de valoración está un familiar suyo. ¡En fin!, no por ello iba a dejar de escribir.

Me encontraba en la habitación donde el Rey Felipe V tantas horas había pasado casi en el mismo estado en el que yo me encontraba ahora. Frente a su cama, había un gran ventanal y desde allí se podía apreciar una vista grandiosa de los jardines. 


Cerrando los ojos y sin tener que hacer un gran esfuerzo, casi se podía escuchar la prodigiosa voz de Farinelli que con el paso del tiempo pareciera hacerse presente al anochecer, rememorando así las peticiones que noche tras noche el rey Felipe V le pedía para intentarle sacar del estado de depresión en el que éste se encontraba.


Como si de un milagro se tratase, una sonrisa se dibujó de nuevo en mis labios. Gracias a esas notas musicales que como partículas de polvo flotaban en el ambiente, volví a sonreír como hace tiempo que no lo hacía.


Esa noche tuve el pálpito que pronto mi vida cambiaría. Dejando atrás a esa Ena en la que me había convertido, por una Ena completamente distinta, feliz y rebosante de vida.



Eva Mª Maisanava Trobo


jueves, 14 de noviembre de 2024

Solo por y para vosotros

Siempre que tengo que enfrentarme a un folio en blanco, me da pavor. Pero al final, no sé como lo consigo, pero termino saliendo airosa. Me imagino que tantos y tantos años trabajando como teleoperadora, con muchos estrés y con un gran volumen de llamadas, donde como mucho tenía dos minutos y medio para atender a cada cliente, han hecho, que esté acostumbrada a trabajar bajo presión, con rapidez, pero no por ello, sin dejar de hacerlo bien, cosa que no es fácil de lograr.

Pero esta vez, desde luego, que me está costando mucho más…

Y me está costando mucho más, que antaño, porque lo que hago es lo que más amo en la vida.

Jamás, por nada, ni por nadie, renunciaría a escribir; salvo cuando la vida, te pega una bofetada con la mano abierta y hace que la salud de tus padres vaya en detrimento y entonces te veas obligada a dejar de hacer lo que amas, por lo que crees que es lo has de hacer. Y entonces una vez más, como si de un miembro de la casa real, se tratase, me veo en la obligación de anteponer el “deber” al “querer”.

Y creerme que no me arrepiento. Han sido años de horas y horas en consultas médicas, peleándome con todas las secretarias de los doctores, enfrentándome a conversaciones con doctores, que en ocasiones han dañado mi interior, porque, aunque lo escuchado, era una plausible realidad; esa realidad, me desgarraba por dentro y aunque intentas salir de la consulta con la mejor de las sonrisas, para que tus padres no sepan que te afecta, al llegar la noche, solo la almohada es testigo de lo que te pasa.

Porque mis padres, pese a todo, me duelen. Han sido a lo largo de todos estos años, las visitas a Cardiólogos, Traumatólogos, Vasculares, Neurólogos, Unidad del dolor, etc.. los causantes, de que haya tenido que renunciar a mi amor por la literatura y por ende a mi hija, La Revista de Todos. 

Aunque la engendré tiempo antes.

Fue el 30 de agosto del 2012 cuando al despertar, sin tener motivo aparente, comencé a llorar, porque no sabía cómo canalizar todo el amor que entonces sentía de una manera incipiente hacia este mundo, que, aunque muchas veces sea de oropel, no deja de ser un mundo que te atrapa, que te seduce, que hace que sientas que es imposible vivir tu día a día sin escribir, lo que seguramente de no ser así, jamás hablando te atreverías a expresar.

Es ahora, cuando la salud de mis padres me concede un poco de libertad, cuando otra vez, vuelvo a hacer lo que más feliz me hace.

El año pasado, en noviembre, casi por estas fechas a mi padre le dieron de alta después de estar casi once días ingresado con una insuficiencia cardiaca y entonces, no sabía si podía celebrar las Navidades. Días que desde niña y a la fecha me siguen encantando —porque me niego a matar a la niña que llevo dentro—.

No morimos el día que nuestras constantes vitales fallan, sino que lo hacemos, el día que dejamos de hacer lo que amamos. Y yo, me niego a morir.

Por eso os pido perdón por no ser mejor que nadie, pero tenía que alejarme.

Tenéis todo el derecho del mundo a no sacar tiempo de vuestras vidas para visitar el blog, me dolería, sin duda; pero más me dolería por mi equipo; por todos esos escritores, que después de años y al llamar a sus puertas de nuevo, no han dudado, ni un minuto en darme sus “jirones” para que podáis leerlos.

Os lo imploro, no por mí, sino por ellos, no dejéis de leernos.

A fin de cuentas, aunque yo también escriba en la revista, soy la directora y como en otras parcelas de la vida, me gusta “estar en la sombra”.

Os esperamos el día 22 de diciembre, donde si nos lo permitís, una vez más trataremos, de emocionaros con nuestros relatos.

Os dejo el link, por si queréis, compartirlo en vuestras "redes" y así entre todos, lograr, que La Revista de Todos, vuelva a emocionaros, como antaño lo hacía.

https://larevistadetodos.blogspot.com/

Hasta ese día, como siempre y una vez más, salud y suerte.



La directora de La Revista de Todos



martes, 12 de noviembre de 2024

No me leas, siénteme. Capítulo I. Así soy yo.


Mi trabajo es de esos trabajos que son lo más parecido a un medio de pago, me imagino que tú como lector no comprenderás esta incongruente comparativa, pero después de leer estas siguientes letras lo entenderás a la perfección.

Voy a cumplir los cuarenta años y nada de lo que hago me hace feliz. Un día de mi vida es igual que el siguiente y el otro lo mismo que el anterior, todos carentes de emoción.

No voy a decir de mí que sea una profesional inigualable. ¡No!, puesto que como todos cometo muchos errores; pero mi gran defecto, es mi ambición, mis ganas de mejorar, el querer aprender cada día más. Soy inconformista por naturaleza o lo que dice mucha gente de mi entorno: —un culo de mal asiento—.

En cuanto mi trabajo es rutinario, me falta el aire, me agobio y me entra sopor, es en ese instante cuando me planteo dejarlo. Si no fuera porque todavía tengo algo de sensatez y cordura, es en esos momentos cuando me cojo unos días de vacaciones para no cometer un acto del que luego sé que más tarde me arrepentiría.

—¡Hasta me resulta emocionante cuando me equivoco y me reprimen por ello!, o será... ¿qué tal vez lo haga aposta para romper la monotonía?—, en fin, eso queda para mí.

Trabajo en un departamento de recobros de un banco, la rutina en mi trabajo es mi gran compañera y es por eso por lo que mi trabajo es un medio de pago, de no ser que lo necesito para pagar mis deudas y gastos, lo dejaría.

Explicando esto, que no es que sea muy interesante, pasaré a contaros el resto de mi vida, la vida de Ena, la personal.

Vivo a caballo entre mi casa, la que comparto con mi marido y la casa de mis padres —estos ya están mayores—, por lo que en su día busqué una vivienda cercana a la suya para cuidarles en lo que fuera o fuese menester.

—¡Sí!, ellos son mi talón de Aquiles—. Mi familia y la gente que quiero son lo único que si me tocan, me puede lastimar, todo lo demás ni me inmuta.

Mi lema es que en el amor y en la guerra todo es válido, no importa cómo ni a qué precio se consigan las cosas, sino que lo que me importa, es que se consigan.

Quizás no comprendas tan egoísta manera de vivir la vida, pero cuando la vida y la gente que has querido te traicionan, sin querer o queriendo se cambia. ¡En fin así soy yo! Una mujer trabajadora, leal a los suyos, sin pelos en la lengua y con una peculiar capacidad de hacer daño con las palabras sin tener que levantar la voz.

Nunca paro hasta lograr mi objetivo, aunque también sé que una retirada a tiempo es el gran porcentaje de las veces: una victoria.

En mi tiempo libre que es más bien escaso lo dedico a escribir, sobre todo en el trabajo. Siempre aprovecho la hora de la comida para hacerlo, de lo contrario creo que el cerebro me estallaría de tanta imaginación contenida. La pobre de alguna forma ha de buscarse una vía de escape.

Mi vida personal es igual de monótona. Necesito un cambio y no sé cuál. —¡Si al menos mi relación de pareja me hiciera feliz!—, pero ni eso.

Antonio es mi pareja desde hace unos años, ni nos llevamos bien, ni mal, es más ni nos llevamos; nuestro matrimonio es el mejor contrato que jamás haya podido firmar.

Me reporta económicamente todo lo que necesito, cubre mis necesidades y a cambio solo tengo que asistir en ocasiones a los eventos que organiza la empresa para la que él trabaja.

En definitiva... —¡Un chollo!—. Pero la maldita monotonía me supera, tanto que mis visitas al psicólogo van en aumento.

—¡Hasta está estipulado en el contrato prematrimonial los días y horas en la que tenemos que copular!—.

S.A.R Victoria Eugenia de Battenberg
Lo único positivo de mi relación es que él trabaja para el Patrimonio Nacional, y yo, que soy una escritora con ansias de escribir una novela romántica e histórica, me sirve de gran ayuda para poder visitar todos los palacios y tener acceso a los archivos a cualquiera hora y día a excepción de cuando estos están dando servicio a la Casa Real.


Es debido a la ferviente admiración que mi madre sentía hacía S.A.R la Reina Victoria Eugenia de Battenberg —Ena, para los más cercanos—, que hoy porto su nombre con mucho orgullo.

Llevo tanto tiempo escribiendo como casi años tengo, me recuerdo desde muy niña haciéndolo. Y es que es lo que más feliz me hace, aunque no sé si es lo que mejor hago.

El dotar de sentimientos y de vida a un personaje, es impagable. Tanto que, aunque no lo quiera se queda parte de mí impregnada en ellos. Hasta que no formas parte de este mundo, no lo sabes. Pero es imposible no plasmar algún rasgo de tu personalidad en esos personajes que en ocasiones son demasiado nobles y en otras demasiado crueles.

Tengo muy poco tiempo para escribir, ya que, entre mi absorbente trabajo, mis padres y mi falsa vida marital, me impiden dedicarle más tiempo como en verdad me gustaría.

Pero lo importante es que siempre que puedo busco un hueco para seguir trabajando para poder crear una historia donde la gente no se limite a leer, sino que también les invite a sentir. No quiero que solo me lean, sino que también me sientan; porque solo leyendo más allá de las letras y con el corazón se puede llegar a conocer al autor.

En fin, así soy yo y mi peculiar vida. Una vida que tarde o temprano, aunque no sé cómo ni cuándo, pero cambiaré...



miércoles, 6 de noviembre de 2024

Quisiera…






Quisiera no quererte,
pero te quiero.
Quisiera no sentir esto,
pero lo siento.



Quisiera besarte,
más sé que no debo.
Quisiera despertar a tu lado,
pero no puedo.


Y aunque desearía
no haberlo dicho,
ya es tarde.
Te quiero y lo sabes…


Y aunque quisieras,
no haberlo escuchado…

Me quieres y tú mejor que nadie, lo sabes.



Eva Mª Maisanava Trobo
06/11/2024



martes, 5 de noviembre de 2024

El regreso de Giselle

  

Es complicado de nuevo introducirme en la piel de Giselle, sobre todo, de esta nueva Giselle. Esa Giselle, que dejó ser una de las mejores escorts de Madrid, para pasar a ser empresaria, madre y sobre todo sentirse viva.

Ha pasado mucho tiempo, exactamente desde el 30 de agosto del 2019 que publiqué el último capítulo. Mi vida y más que mi vida, yo, al igual que Giselle hemos cambiado mucho.

Por eso me da miedo de nuevo meterme en su personaje, porque temo no volver a conseguir lo que hace tiempo solo ella supo lograr. Porque a la fecha, no me atrevería a decir con seguridad, si ella escribió mi vida o yo la de ella. Si ella es escritora y yo una ex escorts, o si yo soy escritora y ella un personaje con el que logré ser libre y volar.

No sé qué me da más miedo, si asumir de nuevo la dirección de La Revista de Todos, con la profesionalidad que siempre lo he hecho o de nuevo ser Giselle, vuestra Giselle.

Aunque no os lo vais a poder creer para escribir el siguiente capítulo he tenido que leer la novela que en su día publiqué y de la que a un buen recaudo conservo un ejemplar, como también he tenido que leerme los cuatro capítulos que se publicaron en su día en La Revista, teniendo como título, “El Regreso de Giselle”.

Y aunque ha transcurrido mucho, mucho tiempo. ¿Me creéis si os digo que todavía me he emocionado? No sé que hizo Giselle en mí, o sí lo sepa y no lo quiera asumir.

Ya que La Revista de Todos, si Dios quiere, regresa el 22 de diciembre, y como es de costumbre, el título de cada aportación ha de contener la palabra “Navidad”. Aquí os dejo el título del nuevo capítulo.

—El regreso de Giselle. ¡Y sí, llegó la niña por Navidad!—

 

Giselle de nuevo se enfrenta a la maternidad. A cumplir su deseo de ser madre, —pero sobre todo la de su hijo Abraham—, de querer tener un hermano.

¿Conseguirá la llegada de esa criatura apaciguar las ganas de seguir sintiéndose “viva”? ¿Cómo reaccionará el Sr. Rodríguez? ¿Le acompañará en su embarazo o tendrá que ser Giselle, de nuevo, quien afronte la maternidad al lado de Davinia?

Todavía ni yo como escritora, lo sé. Ya sabéis que estoy acostumbrada a trabajar bajo presión y que seguramente, una vez más, sea mi estado emocional de ese día el que decida que sucederá.

Hasta el 22 de diciembre, fecha en la que se publicará el nuevo capítulo de El Regreso de Giselle, os dejo los links de los capítulos anteriores para que recordéis su historia. Y si queréis recordar el origen, la novela, "Escorts, una semana en París", os invito desde ya a que pulséis en el link de abajo, para qué, capítulo a capítulo os emocionéis, como a la fecha y me temo que de por vida lo seguiré haciendo. 

https://evamariamaisanava.blogspot.com/




 











El regreso de Giselle


Me deseas y lo sabes.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/02/el-regreso-de-giselle-capitulo-i-me.html 


Giselle, permítame hacerla el amor.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/04/el-regreso-de-giselle-capitulo-ii.html 


Y sin darme cuenta, llegó el 16 de Junio.

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/06/el-regreso-de-giselle-capitulo-iii-y.html 


El amanecer

https://larevistadetodos.blogspot.com/2019/08/el-regreso-de-giselle-capitulo-iv-el.html

 

miércoles, 16 de octubre de 2024

Porque por fin sucedió

De nuevo tengo esa sensación de tenerme que enfrentar a un folio en blanco y más que miedo, tengo respeto, mucho.

Porque lo que siento es tan bonito que no sé como escribirlo sin que nada se quede en el tintero, porque es lo último que quisiera.


Desde muy niña siempre me ha gustado estar sola y ahora de mujer, esa soledad “escogida” es algo que de vez en cuando necesito, me apasiona y sobre todo necesito para disfrutar y saborear más la vida.

Estoy sentada en un asiendo del Ave, rumbo a Madrid, escribiendo a vuela pluma lo que siento, para una vez más contar lo vivido o soñado; porque ya sabéis que los escritores navegamos en la ambigüedad. 

Le conozco desde hace muchos años, somos amigos, él es mi mano derecha; siempre hemos tenido claro que la amistad es lo más importante. Hasta que llega un buen día en el que te das cuenta de que esa amistad no es más que un disfraz de un sentimiento que hasta da miedo pronunciar, pues sabes que es complicado, por no decir imposible que vire en otra dirección; hasta que llega el día que lo tienes frente a ti y luchas por no dejarte llevar, pero no puedes o no podemos…

Y ha tenido que ser ahora, después de mucho tiempo cuando al ir a Alicante por trabajo surge la oportunidad de materializar el sueño que ambos siempre hemos deseado, el poder pasar una noche juntos, amanecer abrazados y saber que lo vivido, lo experimentado, no sólo nos ha servido para conocernos más, sino para darnos cuenta de que ahora que hemos sido uno, no queremos dejar de serlo; pero no dentro de una relación normal, sino sin darle nombre a lo que ambos por voluntad propia no queremos etiquetar. Simplemente somos dos amigos enamorados del amor, que nos deseamos y eso es lo que nos importa. 


¡Porque sí!, porque por fin sucedió, una noche mágica, llena de respeto, admiración, pasión y con una dosis de amor.

¡Porque sí!, porque a escondidas éramos dos amigos/amantes entregándose a la pasión, porque lo escrito es una tajante verdad o tal vez un sueño deseado por los dos, porque lo que sentimos es sólo nuestro y lo que ahora estás leyendo no es más que otro de mis relatos, tal vez imaginado o no.





Eva Mª Maisanava Trobo
16/10/2024 Dirección a Madrid
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