Mírame…
Tan
sólo mírame,
no
me importa que juegues a amar
o
que entregues tu cuerpo a otra.
Mírame…
Y
déjame tan sólo,
rozar
tu sombra.
Eva Mª Maisanava
Trobo
22/11/2024 15:00
Mírame…
Tan
sólo mírame,
no
me importa que juegues a amar
o
que entregues tu cuerpo a otra.
Mírame…
Y
déjame tan sólo,
rozar
tu sombra.
Eva Mª Maisanava
Trobo
22/11/2024 15:00
Buenas
días, tardes o noches, porque como ya sabéis no sé a qué hora sacáis tiempo de
vuestras vidas, para otear el blog.
Aprovecho a pedir a todos los lectores de la novela "No me leas, siénteme", a que leáis de nuevo capítulo a capítulo, ya que con estos tres nuevos que he subido, os habrá dejado un poco descolocados.
Ya
solamente queda un capítulo, de lo que tengo escrito y que subiré, el próximo viernes; que coincidirá
con el último de la apasionante vida de Giselle y que a estas altura espero que
tengáis claro el mensaje que capítulo a capítulo, desde su punto de vista os ha
querido dar a entender. El más importante el de no “Juzgar”.
A
partir del próximo viernes ya no habrá más capítulos, porque todo lo que habéis
leído ahora lo escribí a ratos mientras me sobraba un pequeño tiempo en la hora de la
comida, cuando estaba trabajando en 2019. Aunque más que comer, mal comía, porque la
necesidad de escribir me alimentaba más que cualquier alimento.
¿Cuándo
terminaré? Ni idea.
Llevo una época en la que no me encuentro bien “como mujer” y no me gusta escribir desde el despecho o la rabia. Dejaré pasar un tiempo hasta que mis “heridas sanen” y entonces me centraré. Mientras… iré a visitar tanto el Museo del Romanticismo como el Museo de Cerralbo, que tanto me gustan. Además llevo años sin visitar el Museo del Prado y creo que ya es hora de que me pierda entre tanta belleza pictórica y... ¡Sí!, lo confieso, me compraré algún detallito. Ya que no me hacen regalos, pues me los auto regalo. Se tenía que decir y se dijo.
Hasta
que llegue ese día, tenéis, desde el 2012 que abrí el blog, mucho por leer.
Nunca
he querido corregir nada de lo escrito, aunque obviamente está para corregir,
pero no lo hago por un motivo personal, aunque quizás no compartáis. En su día
pensaba, sentía y vibraba, de esa manera. Si los modifico, ya no tendrían la autenticidad que ahora
tienen.
No
sé si me explico, pero usando una comparativa un tanto fuera de lugar, es como
cuando terminas una relación, no vas a tirar los regalos o borrar las fotos de
esa persona —que durante “X” tiempo— te hizo feliz. Al igual que tampoco borro
ningún “relato/poema” de los que uso para expresar lo que siento, porque de no
ser así, en persona… no podría. Han sido sentimientos que he tenido y por lo
tanto aquí se quedan ya que no me avergüenzo de ellos.
Con
cariño, Eva.
Estaba tendida en una cama, temblando, desnuda, su cuerpo estaba lleno de moratones, la sábana manchada de sangre que manaba de su sexo, y su alma...
—¡Su alma hecha jirones!—.
Hace mucho tiempo que escribí este relato, justo el 14 de febrero del 2019, día en que La Revista de Todos hizo el especial de San Valentín. Hoy revisando el contenido para el siguiente especial de Navidad, es cuando me he dado cuenta, de que ha sido una de las entradas más visitadas; supongo que es porque una vez más salgo de mi zona de confort, para meterle un poco de humor al relato, con cierto acento andaluz. Espero que disfrutéis leyéndolo y es que sí, Cupido, debería graduarse la vista… jajajaja.
La
verdad es que nunca pensé que iba a tener que dirigirme a un personaje tan
conocido por todos vosotros y desde hace siglos y siglos, como lo es Cupido.
Pero debido al estado en el que se encuentra una amiga mía no me queda otra que
hacerlo y además ya es hora de que alguien deje de verle como a
una criaturita adorable, rechoncha, que transpira amor por todos sus poros y
con carita de niño travieso, porque creo que no siempre hace bien su trabajo.
Estimado
Cupido;
Me llamo Trinidad, aunque me conocen más por La Trini. Soy de Sevilla y tengo más arte que ná. Cuando he de estar de jarana, lo estoy, me enfundo en mi vestido y a bailar sevillanas en la feria como una loca. Ahora... ¡Cucha! que cuando tengo que estar seria, ¡ozú! Hasta los caballos en el Rocío me abren paso porque cuando me desboco soy peor que cualquier animal irracional. Y claro... cuando se trata de que una amiga mía está por tu culpa en el estado en el que se encuentra. No me queda otra que quitarme la peineta, dejar la "güasa" en la feria, porque te aseguro "que mi chocho no está pá aguantar farolillos".
Pero
ahora sí me voy a poner seria. Me parece deplorable que hasta hoy —aunque tal
vez no sea la primera— nadie te haya puesto la cara colorada. Y es que es
imposible que durante tantos años trabajando las 24 horas del día, no haya
habido un día en el que no hayas enfermado. Porque de no ser así, te aseguro
que no lo entiendo.
Creo
que como en todos los trabajos deberías llevar un control de lo que haces, es
decir... Tirar flechas a los "no" enamorados y a los que lo están
deberías de saberlo, dejarles tranquilos y no complicarles la vida. —¿Por qué
te digo todo esto?— Porque tengo a una amiga locamente enamorada de dos hombres
y por culpa de quién majete. — ¡De ti!— Si es que siempre lo he dicho yo, que
una no se puede fiar de las personas que tienen carita de yo no fui. Y es que
cada vez que veo una escultura tuya que hay en un parque cerca de donde vivo,
te juro que se me envenena la sangre. Al menos dime que ese día estabas
enfermo, que estabas de resaca o dime algún argumento de peso y bien
fundamentado para que pueda creerte.
Ahora
la pobre está que no entiende nada y te aseguro que es una mujer seria, sensata
y madura. Y encima se pasa el día teniendo que escuchar que eso no es normal, que siga
lo que el corazón le dicta. Pero... cuando el corazón ama a dos personas, por
cuál se decanta. Y la culpable no es ella, ¡no!, ni tampoco de los dos hombres
que la aman, sino tuya... que o bien tienes que graduarte la vista, poner al
día tus ficheros de flechazos o lo que sería más sensato... pensar en la
jubilación, cobrar tu pensión y dejar de creerte James Bond tirando flechitas a
diestro y siniestro sin medir las consecuencias.
Porque...
tener a dos hombres que te deseen, que te hagan sentir mujer, que cada día te
manden mensajes diciéndote lo maravillosa, dulce y cariñosa que eres, eso
gusta.
—¡Pá
qué negarlo!—. Pero claro... ahora cuando se acerca San Valentín tener que
rascarse el bolsillo para tener que comprar dos regalos. Eso mi "arma",
eso... ya no gusta tanto.
Aunque
soy de Sevilla, soy de la cofradía del puño agarrao. Por eso, exijo una hoja de
reclamación o por lo menos tengas la deferencia de comprar tú los regalos
en Amazon y hacérselos llegar a los dueños de su corazón.
Sin
más...
La
Trini
Buenos días, buenas tardes o buenas noches, porque no sé muy bien a qué hora sacáis tiempo de vuestras vidas, para entrar en el blog y leer, todas esas historias y jirones que nacen de mi alma.
No podía dejar de compartir con vosotros, algo, que sin duda
me hace súper feliz. Aunque siempre me ha gustado hacer locuciones y modular la
voz, ha sido hace no mucho, cuando me estoy atreviendo a subir algún que otro poema
escrito por mí.
Pues bien, hace un mes, justo el pasado 16 de octubre, subí este vídeo y cuál ha sido mi sorpresa que a la fecha lleva 46.272 visualizaciones, la verdad, es que no me lo creo, no sé si es el texto, la voz o el maridaje que hacen la unión de ambos.
Me
gustaría que me dieseis vuestra opinión y si os gusta, dejar ese “me gusta” que
se unirá a los 53 que ya lleva.
Palabras que arañan el alma.
Feliz fin semana, estéis dónde estéis. Ser felices, pero no
me olvidéis…
Con cariño
Eva
Me encontraba en la habitación donde el Rey Felipe V tantas horas había pasado casi en el mismo estado en el que yo me encontraba ahora. Frente a su cama, había un gran ventanal y desde allí se podía apreciar una vista grandiosa de los jardines.
Si algo he podido aprender durante estos días de intenso dolor por la muerte del Sr. Musa, es que hay que vivir la vida como si fuera el último día, porque el mañana no existe; lo único que existe es el presente, y es tan efímero, que en décimas de segundo pasa inmediatamente a ser parte del pasado. Como pasado, era mi profesión de escorts.
Desde el minuto cero que supe que estaba en estado, sabía que tenía que crearme una vida más sólida; para el día de mañana tener un futuro que ofrecer a mi hijo.
En la cuenta corriente disponía del dinero suficiente como para vivir una vida exenta de calamidades y sin tener que trabajar. Pero pese a la imagen de mujer frívola que podía aparentar, la realidad, es que era una mujer verdaderamente profesional y trabajadora.
Desde niña tuve una incipiente necesidad de ayudar a los demás, y fue por ese motivo que, gracias a Dios, conocí al padre del que hoy es el motor de mi vida, mi hijo Abraham.
A estas alturas tenía muy claro que quería dirigir una Ong, para ayudar a todas esas mujeres que vendían su cuerpo al mejor postor, obligadas por un proxeneta, que les extorsionaba quedándose con un elevado porcentaje de las ganancias, haciendo que éstas se vieran incapaces de saldar esa deuda que habían contraído con la esperanza de ofrecer a sus familias, un futuro mejor.
A mi edad y después de todos los sin sabores que a lo largo de mi vida había tenido que degustar de una manera cruel, tenía muy claro que, pese a que había amado al padre de mi hijo con toda mi alma, quería pasar el resto de mi vida al lado de Davinia y formar una familia —que muchos considerarán atípica o anormal—, para que mi hijo creciera en un ambiente lleno de amor, tolerancia y comprensión.
El valor principal que le voy a inculcar será: el de no juzgar.
Cada día estaba más hastiada de esta sociedad, cuya mentalidad, era tan prusiana y anquilosada por prejuicios absurdos, cuya tendencia era lapidar y vilipendiar a todas aquellas personas que no formaban parte del juego de la hipocresía. Juego, en el que evidentemente ni yo, ni los míos, formábamos parte.
Después de hablar con mi madre y cuando Davinia salió del cuarto de baño, de nuevo no pudimos evitar dar rienda suelta a esa pasión que nació el día en que siendo yo más joven, entraba por la puerta de la Agencia para que ella me formase como escorts.
Quién se hubiera atrevido a decirnos que, con el tiempo, aquella ingenua alumna y aquella elegante profesora, terminarían enamoradas y con la idea clara de pasar el resto de sus días juntas —luchando contra todas las vicisitudes que la vida se encargaría de poner en nuestro camino—.
Davinia había reaparecido de nuevo en mi vida en este instante en el que te sientes perdida y necesitas un punto de apoyo.
Según pasaban los días y mi estado de gestación iba avanzando, me doy cuenta de que no hay nada más bonito que sentir que un ser se alimenta y crece dentro de ti. Es ahora cuando estoy escribiendo esto, cuando me siento completamente avergonzada de haber querido poner fin a la vida de mi hijo.
Aunque es más que respetable, ese miedo y más cuando su padre, acababa de morir.
Davinia salió de la habitación para hablar con el director del hotel, con la intención de pedir su finiquito y partir al día siguiente conmigo rumbo a Madrid, para iniciar nuestra nueva vida en común, alejadas de los focos y de las bambalinas.
Aprovechando su ausencia, tuve la necesidad de dar contestación a la carta que Musa me escribió antes de morir.
Ya sé que sería irrisorio, puesto que jamás la leería. Pero era justo que mi hijo estuviese al corriente del amor que su padre y yo no profesábamos —pese a que cuando la leyera, supiera que mi corazón, pertenecía a Davinia—.
Querido, Musa.
Sé que esta carta nunca la leerás, pero sentía la necesidad de dar contestación a tu misiva, que a la vez que me hizo tan feliz, al conocer tus sentimientos, desgarró mi alma para siempre.
Jamás entenderé como pudiste intuir que estaba embarazada —tal vez tu experiencia de haber sido padre anteriormente—, y lo que es peor, ya nunca lo sabré.
No fue fácil tomar la decisión de tener a nuestro hijo, Abraham; es más, cuando estuve despidiéndome de ti, arrodillada en tu tumba con la única intención de acompañarte el resto de mis días y reunirme contigo allá donde estés ahora, sentí que nuestro hijo se movía.
Ya no sé si realmente fue una patadita —pues estaba de poco tiempo—, o la sensación que se instaló en mi mente, pero sea lo que fuere, gracias a ese gesto, hoy estoy escribiéndote esta carta, para que el día de mañana nuestro hijo sepa que lo que sentí por ti fue auténtico amor.
A estas alturas por más que quiera imaginar como hubiera sido la vida a tu lado, no puedo. Seguramente me hubieras colmado de atenciones haciendo que lograse tener esa estabilidad emocional, que siempre necesité.
Ten por seguro que le hablaré de ti —con todo el amor del mundo—, conocerá el día de mañana cómo y en qué circunstancias nos conocimos; como bien me dijiste en tu carta de despedida: —He sido, soy y seré la mujer de tu vida—.
Y por eso me atribuyo la libertad de que sea conocedor de tu vida. Y que tal vez Rania, acceda a que sus hijos y el mío tengan contacto, a fin de cuentas, ellos no tienen la culpa de lo que nosotros —los adultos—, hacemos. Son hermanos y deben conocerse.
No olvidéis que tenéis una cita conmigo el próximo viernes 22 de noviembre. Hasta entonces, ser felices, ser malos, pero es sí... no me seáis infieles.
Siempre que tengo que enfrentarme a un folio en blanco, me da pavor. Pero al final, no sé como lo consigo, pero termino saliendo airosa. Me imagino que tantos y tantos años trabajando como teleoperadora, con muchos estrés y con un gran volumen de llamadas, donde como mucho tenía dos minutos y medio para atender a cada cliente, han hecho, que esté acostumbrada a trabajar bajo presión, con rapidez, pero no por ello, sin dejar de hacerlo bien, cosa que no es fácil de lograr.
S.A.R Victoria Eugenia de Battenberg |