domingo, 22 de diciembre de 2013

2ª Reseña de mi novela. Escorts, una semana en París; por Mª del Carmen García Sales.


Trato de describir en pocas palabras lo que ha significado Giselle para mí, pero hacer un resumen de toda una vida; plasmar los sentimientos y todo lo que acontece me resulta complicado, pues significa mucho para mí. 

Podría hacer mención...desde el pensamiento y resaltar cuatro palabras inconexas como reseña personal, pero explicar lo que sentí desde el corazón al leer esta preciosa novela es más complicado, pues: ¿Cómo se puede explicar lo que significa el amor incondicional?, ¿qué puedo decir ante el hecho de buscar nuestra propia identidad y lograr ser una misma? ¿Cómo explico lo que se siente cuando las pasiones y el erotismo nos hacen vibrar? Escorts, una semana en París: es una preciosa historia tan real como la vida misma, es la historia de tantas mujeres que sienten, sufren, Giselle puedes ser tú o yo misma

María del Carmen García Sales.

sábado, 21 de diciembre de 2013

1ª Reseña mi novela: Escorts. Una semana en París, por Luis Anguita Juega.


Mi primera reseña del escritor Luis Anguita Juega.

Todo un honor para mí...

Cuando el amor, la bondad humana, el actuar con dignidad, están en un libro, ya te empieza a atrapar, pero si encima tenemos una gota intensa y muy bien contada de erotismo, de crítica a la falsa moralidad, y dejamos que la protagonista nos enternezca con su historia, se convierte en un libro para disfrutar, emocionarse y sentir un soplo nuevo en la literatura. 


Gracias Eva María Maisanava por deleitarnos con “Escorts. Una semana en París”.


Luis Anguita Juega
 
 

domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Para qué pensar? ¡Feliz Navidad!


          Aquella Navidad iba a ser la menos convencional que viviría, lejos de mi familia, de los amigos y del calor de un hogar. Esa noche me tocaba trabajar, estaba de guardia y tenía que asimilar que iba a estar más de 5 horas con los cascos puestos atendiendo llamadas en la línea erótica para la que trabajaba.


          ¡Dios!, estaba deseando dejar ese trabajo. Estaba cansada de argumentos mal redactados que tenía que leer sin ganas, como quien lee el horóscopo para pasar el rato. Me resultaba monótono tener que oír como se masturbaban al otro lado del teléfono mientras que leía unas cuantas frases —¡eso sí dándoles buena entonación!—, pero sin sentir absolutamente nada.

          Era triste tener que retener al teléfono a tantos hombres solitarios en busca de compañía, más que de un momento efímero de placer.

          Pero a fin de cuentas, me gustase o no, lo que pagaba las facturas de mi casa y me daba de comer, eran las llamadas de todos y cada uno de esos desesperados.

          La verdad es que con tantas historias que había escuchado, tenía material suficiente como para escribir un libro de relatos eróticos. ¡Tal vez algún día! Nunca se sabe las vueltas que da la vida y qué te deparará el destino con los años.

          Todas las noches a la misma hora, ni un minuto arriba ni abajo, recibía la llamada de Michael al que le gustaba que le llamase Chery. Nunca entendí el porqué, pero... ¡Quién paga exige!
 
          Tenía una voz varonil, sin ser muy grave, pero penetrante; tan aterciopelada que en ocasiones, después de hablar con él, era yo la que tenía que ir al baño para desfogarme.

          Chery, era un psicólogo cansado de la vida que llevaba. Supongo que de tanto tener que escuchar a sus pacientes, también él necesitaba ser escuchado.

          El caso es que cada vez me gustaba más atender sus llamadas, porque distaban mucho de las otras. Él se negaba a que yo siguiera un estúpido argumentario; quería que le hablase como si fuera su amiga. Pero me costaba y mucho. Tantos años de profesionalidad en tu haber hacen que todo lo que esté fuera de lo normal, te parezca anormal.

          Teníamos estrictamente prohibido quedar con ninguno de los clientes y sin embargo, cuantas más llamadas recibía de él, más imperiosa era la necesidad de verle, de sentir su respiración cerca de mí. Aunque tal vez su voz hacía que dibujase en mi mente, una imagen distorsionada de como realmente podría ser él en la realidad.

          Era imposible no arriesgarse a no acudir a la aquella cita que me proponía Chery. Pese al riesgo que suponía; ya no solo por el hecho de poderme quedar sin trabajo, sino porque detrás de esa voz tan elocuente y embaucadora, hubiese un hombre desalmado; cuyas intenciones distasen mucho de lo que yo me había imaginado.

          Es absurdo entrar en detalles de cómo realmente fue la conversación, lo más importante es lo entre esas cuatro paredes del hotel Zarzuela Park, sentí.

          Eran las diez de la noche cuando entraba por la recepción del hotel; me sentía completamente temerosa a la par que excitada. Me había citado con un desconocido, no sabía nada de él, salvo lo que me había dicho y sin embargo nada deseaba más que tenerle delante de mí, para saber si la imagen que en mi mente había dibujado era un espejismo o la fiel realidad.

          Anduve por el pasillo hasta llegar a la habitación 76 con paso firme, sobre mis zapatos de tacón, pero con miedo, miedo a lo desconocido; era ese miedo lo que hacia que me sintiera especial y diferente. Ésa era la sensación que ansiaba tener y que me empujaba a vivir lo que a muchos les parecería una locura.

          Cuando abrí la puerta, la habitación estaba en penumbra, apenas podía apreciar una silueta. En ese instante se giró, con paso firme hasta situarse frente a mí.

          Chery, no tendría más de cincuenta años. Sus ojos eran verdosos, de tez oscura y de labios carnosos. Vestía un traje gris marengo de raya diplomática, camisa blanca y el color de la corbata realzaba todavía más el atractivo de su mirada.

          Me quedé ensimismada, su imagen era muy distinta a la que me había hecho de él. Y afortunadamente la realidad superaba por una vez a la imaginación.

          No pronunció ni una sola palabra, tan solo me hablaba en silencio con esa mirada que tanto me inquietaba. Y yo, soñaba con vivir esa historia jamás experimentada.

          Todo era perfecto, su presencia, la decoración del hotel; todo a excepción de que como siempre y una vez más, solo era un sueño, una estúpida ensoñación más fruto de estar esperando a que el teléfono sonase en una noche de Navidad, donde todo puede ser mentira y todo verdad. Una noche en la que me sentía sola, alejada de mi familia, esperando a que pasase mi jornada laboral, para estar arropada por los míos.

          No intentes comprender lo que aquella noche sentí, ni que me empujó a escribir estas palabras; tal vez si tú hubieras estado en mi lugar esperando ésa llamada que nunca se dio... hubieras pasado el rato, como he hecho yo, escribiendo este relato.

          Tal vez en la próxima publicación, te pueda contar, lo que ahora al recordar, sin saber el por qué me hace sonrojar... Pero no le des más vueltas, ¿para qué pensar? ¡Feliz Navidad!
 
 
Eva Mª Maisanava Trobo

domingo, 30 de junio de 2013

"Círculo mundial de escritores e intelectuales". Premio al tercer puesto...


           
          Dedicarse a la literatura es enfrentarte a un mundo de ilusiones y ligeras decepciones.        

          Es crear historias que en ocasiones son tan reales, que quien las lee, no sabe diferenciar, que es ficción y qué realidad.

          Empecé a escribir siendo muy niña. Mis primeros cuentos, lo escribí cuando tenía 10 años aproximadamente. Y ahora tengo 37 años. He tenido temporadas en que me he alejado de escribir porque siempre pensé que nunca lograría emocionar con ninguna de mis palabras.

          Siempre tuve un diario donde escribía todo lo transcurrido a lo largo del día, pero solo eran esos, sentimientos, que se quedaban encerrados bajo llave.

          En 1998 de nuevo volvió en mi la pasión de escribir, y de una manera incipiente. Porque no necesitaba días y días para escribir una historia. De repente sentía que tenía que escribir y escribir hasta gritar lo que mi interior había.

          De nuevo paré, porque siempre hay "amigos" que te dicen que es una bobada escribir, que para qué. Que de ello no se come. Cierto es que no se come con ello. Pero a mi, me alimenta el alma.

          Y fue de nuevo en octubre del 2011 cuando he regresado y para quedarme dentro del mundo de la literatura. Durante años la literatura y yo hemos sido amantes, quizás he querido engañar mi amor hacia ella, por timidez, por vergüenza, qué se yo por qué.     

          El caso es a día de hoy y hasta que la muerte me separe de ella, seguiré escribiendo, hasta exhalar mi último aliento.

          Hoy es un día especial para mí, otro reconocimiento más en mi corta vida de escritora, o creadora de historias. ¡Es tanto el respeto que le tengo a la palabra antes mencionada! 

          Es un honor para mí recibir este diploma, del "Círculo mundial de escritores e intelectuales". Un tercer puesto que os aseguro que me hace muy feliz.

         


          Os dejo el link, que os derivará a la primera entrevista que me han hecho.  


          Una vez me preguntaron: —Eva, ¿qué es para ti escribir?—. Aquí, en estas líneas está la contestación a lo que es su día no supe qué decir—.

 


Escribir...

Es contar historias irreales

dotándoles de una credibilidad,

en ocasiones surrealista. 

Escribir...

Es contarle al viento

lo que tu alma en silencio grita.
 
 
Eva Mª Maisanava Trobo

miércoles, 26 de junio de 2013

Una ilusión...


 
Se han ido mis musas,

y con ellas mi inspiración.

Te fuiste de mi vida,

y contigo, mi corazón.

Ahora estoy sola,

vacía, desolada

y perdiendo la razón.
 

Solo al cerrar los ojos,

de nuevo,

recobro la ilusión.

Te acaricio...

Te beso...

Te sueño...

Y vuelvo a ser yo.
 

Pero al despuntar el alba

y al abrir los ojos,

me doy cuenta

de que eres solo...

"Una ilusión"

 
Eva Mª Maisanava Trobo

domingo, 9 de junio de 2013

Pensando, sin querer pensar.



          De nuevo esos duendecillos desalmados se han apoderado de mis manos y son ellas las que a pesar de las órdenes que mi cerebro les emite, van por libre dejándome en mal lugar, escribiendo estos sentimientos.
 
          Durante mucho tiempo, tanto que ya ni lo recuerdo. Ese hormigueo que se siente cuando estás ilusionada, se ha vuelto apoderar de mi estómago, impidiéndome que pueda ingerir cualquier tipo de alimento.
 
          Siempre pensé que éste estado era propio de una adolescente, pero jamás me imaginé cerca de los cuarenta años, observándome como una niña asustada por lo que siente.
 
          Y pese a que lucho con todas las fuerzas por no sentirlo, no puedo.
 
          Estoy ilusionada, y no sé porqué, ni creo que tenga motivos. O tal vez conozca el motivo, pero me quiera engañar para no admitirlo.
 
          ¿Se pueden controlar los sentimientos?, siempre pensé que había controlado cualquier tipo de sentimiento; pero lo que había hecho no era controlarlo, sino salir huyendo cuando sentía esa estúpida sensación que se siente cuando al amanecer el primer pensamiento que tienes es el de una persona que sin saber cómo ni porqué, hace que en tus labios se dibuje una sonrisa.
 
          Lo sencillo sería arrancarme el corazón, salir huyendo de nuevo, no enfrentarme a esta situación y posiblemente con el tiempo, dejaría de sentir lo que por él siento.
 
          Pero... Ha llegado la hora de enfrentarme a mis sentimientos, aún a sabiendas de conocer su reacción y lo que es peor, su desprecio.
 
          Me he querido engañar, he querido encontrarle mil defectos, pero por más que quiera hallarlos, no los encuentro. Y no los encuentro, no, porque no los tenga, si no porque mi estúpido corazón se ha enamorado.
 
          Siempre me dijeron, Giselle, por más que quieras no podrás dominar cada minuto de tu vida. —¡Maldita verdad la que me dijeron!—.
 
          Ahora estoy aquí, pensando, sin querer pensar, y teniendo que admitir que sin querer, le quiero.
 
          Me encantaría poder escribir de una manera más positiva, quizás sabiéndome amada y porqué no, deseada.
 
           Pero me siento inerte, como una hoja que flota en el agua, queriéndome esconder en las olas, desaparecer, y esperarle en un lugar donde poder estar a solas; para tener el valor de decirle que le quiero, y que sin sus besos...muero.
 
          Fdo:
          Giselle Bayma

martes, 21 de mayo de 2013

Desamor


Maldita distancia
la que nos separa
cuando llega la noche
...
y la luz se apaga.

Absurda conversación
la que mantenemos,
cuando al hablar
ni nos comprendemos.

Maldito amor
el que por ti siento,
cuando al decirte, te quiero.
Sólo escucho un silencio.

Maldita desgracia
la que yo tengo,
cuando al cerrar los ojos
ni en mis sueños te encuentro.

Maldito amor el que por ti siento
cuando lejos de ti,
no sé quien soy
ni de donde vengo.


Rubizul
 
 

sábado, 11 de mayo de 2013

Ni hubo copa, ni cigarro...

          Era absurdo luchar contra mi propia personalidad y pese a que trataba de controlar mis impulsos, el intento siempre era en vano.
 
          Todo sucedió aquella tarde de verano, cuando al salir a dar una vuelta para despejarme del cansancio que supone una tarde intensa de reuniones; decidí que lo mejor sería aceptar la proposición que él me había realizado.
 
          Siempre estaba buscando excusas para evitar lo que hasta ese día inevitablemente sucedió. Tal vez porque prefería que él pensara que yo era la muchacha seria y jefa de un gabinete de prensa.  Por más que él intentaba una y otra vez convencerme para tomar una copa —como una buena maga—, siempre sacaba de mi chistera personal, cualquier frase estudiada para darle un quite y salir airosa.
 
          Hasta ese día, en el que una vez más, la aprendiz de loba tuvo la necesidad de saciar su apetito sexual. Nada me excitaba más, que la idea de pensar como era él en la intimidad.
 
          Sus ojos verdes y su carácter despistado, era hasta ese día, el mayor enigma de mi vida. Enigma, que evidentemente descubriría.
 
          Al final llegué al bar donde habíamos quedado. Iba vestido de sport, pero igualmente despertaba en mí, esa curiosidad, que en ocasiones me hacía comportarme como una adicta al sexo.
 
          Lo más correcto y lo que quizás todo el mundo esperaría de mí, es que fuera él, que como hombre diera el primer paso. Pero... Me negaba a seguir engañándome y tenía que acabar con esa tensión sexual, que desde el minuto cero hizo acto de presencia en lo que llamábamos "amistad". Y sí, claro que era amistad. ¿Pero quien no ha volado con una amigo/a? ¿Quién no ha deseado besar a un amigo/a?
 
          Tal vez aquellas personas arcaicas y con prejuicios no puedan entender el por qué de mi comportamiento. Aunque sinceramente no me importa, porque todavía sigo teniendo la duda de si lo escrito es un relato o un efímero rato.
 
          —¡Sí, le besé!—, no podía estar esperando a juegos absurdos de personas que ya rozan cierta edad. Tal vez dar ese paso fue la señal que él estaba esperando para dejar de controlar su deseo. A fin de cuentas lo que ambos queríamos, —era descubrirnos en la intimidad—.
 
          Ni hubo copa, ni cigarro...
 
         Nos fuimos como quien huye de la policía, con ganas de llegar al coche. Fue conduciendo velozmente por el camino que llevaba al acantilado. Como si de una guerra de titanes se tratase, nos desnudamos con una furia incontrolable. Mientras que nuestras lenguas protagonizaban la mejor de las guerras. Sin preguntas, sin porqués, tan sólo devorándonos a besos, profesándonos infinidad de caricias en cada rincón de nuestro cuerpo, hasta que de nuevo y una vez más terminé aullando hasta no poder más.
 
          Firmado:
          La aprendiz de Loba.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Mirando al horizonte.




Todavía desconozco
que es lo que me empuja
cada día al atardecer,
a reencontrarme contigo. 
Deseo olvidarte.
Volver a sentir
la brisa del mar
sin tener que recordarte.
 
Mirando al horizonte
cada día me encuentro,
soñando con tu recuerdo
y muriéndome por dentro.
 
Porque ya no sé,
si eres de verdad
o un maldito sueño.


Rubizul 8/05/2013
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