Introducción:
Hay
momentos en los que el cuerpo se impone y todo se detiene.
Hoy,
a las puertas de una operación más, me siento a escribir no porque sea fácil,
sino porque es lo único que me mantiene en pie. Lo hago pensando en mi Tata,
que también libra su propia batalla. Lo hago pensando en ese libro que algún
día escribiré para contar su historia, para ayudar a otros. Lo hago por todos
los que estáis ahí, acompañándome en silencio.
Este
texto es una pausa antes del cambio. Un recordatorio del por qué, incluso en
medio del dolor, sigo escribiendo.
Pozuelo de Alarcón. Miércoles 07/05/2025.
Qué complicado resulta centrarse
cuando estoy a punto de entrar en el quirófano. Quiero escribir, plasmar con
letras un relato y sin embargo, todas las ideas en lugar de salir de corrido se
agolpan, se hacen un nudo que me cuesta deshacer.
Ella, mi musa, no es capaz de entender
por lo que voy a pasar; siempre está creativa, con ganas de que yo escriba,
pero no se da cuenta de que no puede
ser, y que aunque desee que yo plasme lo que ella me dicta, no siempre es posible.
Lleva bastante tiempo sin alimentarse
del brillo de esa mirada que hace que yo escriba y sin embargo, todavía, el
recuerdo —que mantiene latente— me
obliga como últimamente lo hace a tener que dejarme caer sobre la silla,
encender el ordenador, no pensar, para que ella que habita en mí desde niña:
escriba.
—¿Y si en verdad lo está haciendo para
que olvide? ¿Para qué no piense? ¿Y si en lugar de ser mi musa, es mi otro yo
el que me está ayudando a llegar con fuerza a la operación?—
Son tantas las preguntas que se
formulan en mi mente a la velocidad de la luz —como siempre lo hacen mis pensamientos—
que tratar de responder a cada una de ellas, es cuanto menos una ardua tarea.
Con esta, va a ser la quinta vez que voy
a entrar a un quirófano. Y aunque no dejo de pensar en que la recuperación será
más compleja y que me tendré que reinventar, aceptar a la nueva Eva, vale la
pena por todos los proyectos que tengo por delante.
No sé si es porque sé que me leéis y de
algún modo nos necesitamos, no sé si es porque tengo ganas de volver a ver el
sol con la nitidez de antes o tal vez porque me muero por ver a mi Tata y escribir todo por lo que ha pasado y sigue
enfrentando.
Embarcarme
en ese proyecto, contándolo en primera persona, no solo será un reto, sino
también algo que, aunque sea doloroso de escribir y para mi Tata de recordar,
merecerá la pena. Ese dolor será para ayudar a otras personas que están, han
pasado o pasarán por una circunstancia similar; para ayudarlas a comprender lo
difícil y, al mismo tiempo, esperanzador que es. Y, sobre todo, lo más
gratificante: donar todo para que se investigue más.
Escribir
es algo que desde que tengo uso de razón me ha hecho feliz, pero cuando además el
motivo es para ayudar a los demás, no solo me hace dichosa, sino qué con más
ganas y entrega lo voy a realizar.
Así
que Tata, el camino que aún te queda por recorrer, es complejo, cansado, pero…
con esfuerzo, entrega y dedicación, obtendrás la recompensa. Además no olvides
que ese ángel merece seguir viviendo dentro de ti.
Como
yo también obtendré mi recompensa cuando después de la rehabilitación aprenda a
convivir con la nueva Eva.
De
momento, ella, mi musa, ha decidido irse de vacaciones con un piloto de avión.
Así sobrevolará las nubes, respirará diferentes ambientes, para después
regresar a mí con más fuerza que nunca y entonces volveré a escribir sin tener
que debatirme entre el dolor y el amor por la literatura. Y sobre todo, por el respeto
y el cariño que os tengo a todos y a cada uno de vosotros.
Ena 07/05/2025 20:10
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por dejar tu comentario. Para mí es muy importante.