Y
así quedó la habitación
después de amarnos,
como dos locos
que se entregan a la pasión.
Lejos
de las miradas,
embriagados tanto por el alcohol
como por letras, palabras y acentos
que nos permitieron mostrar
lo que eran nuestros sentimientos.
Sentimientos
ocultos
que, de forma abrupta,
surgieron de la cueva
en la que los mantuvimos soterrados,
por no tener el valor de asumir la culpa.
La
culpa de amarnos más allá de la razón,
más allá de lo que ningún poema
sea capaz de expresar...
salvo por una mujer
que escribe
con fuego en su corazón.
Ena 03/05/2025 12:30
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