Buenos
días a todos:
Hace
mucho tiempo que no me conecto con la misma ilusión que hace un tiempo, y es
normal: son muchas cosas las que han sucedido en mi vida.
Primero
mi madre se cae, y fruto de esa caída tiene una pequeña fisura en la cadera. El
18 de junio la interviene el Doctor Bau (Traumatólogo en Vithas de Aravaca). El
16 de mayo, mi padre nos dejó. Un día que no olvidaré, ya que se le paró el
corazón estando conmigo. Y aunque le reanimaron y cobró pulso, al final poco se
pudo hacer.
El 17 fue mi cumpleaños, un día de tanatorio. Dicen que cuando alguien fallece el día de tu cumpleaños o en una fecha cercana, es porque te ha elegido para dejarte su legado.
Pues
como haya heredado su carácter levantisco, sumado al que ya tengo yo… ¡Que me
pongan la alfombra roja y que corra el aire!
El 18 fue el aniversario de boda de mi hermano, el 19 el mío, el 20 el preoperatorio, el 22 la operación y el cumpleaños de mi mejor amigo, el 24 el cumpleaños de mi suegro, el 25 me dieron el alta y desde ese día estoy tranquila, dejándome cuidar y centrada en la novela.
El 26 fue el cumpleaños de
mi hermano.
Como
comprenderéis, el mes más bonito del año para mí ha sido, sin lugar a duda, el
más duro de todos.
No
me he permitido el lujo de llorar, salvo cuando el Doctor March (vascular de
Vithas de Aravaca) me abrazó. Ahí me derrumbé. Porque cuando entró mi padre en
parada estaba yo sola. Me echaron de la habitación, me puse en cuclillas y solo
recuerdo que alguien con pijama verde me cogió de la mano y me llevó al cuarto
donde las enfermeras suelen tener para ellas. Entonces ya había llegado mi
hermano. Pero menos mal que, una vez más, no hice caso a mi hermano, y el 16 de
mayo a las 9:30 ya estaba en la habitación A212 de planta 2 de Vithas de
Aravaca. Estaba muy malito. Cuando le vi la cara, sabía que no iba a superar
ese día. Recuerdo que le dije que le quería y él, con sus pocas fuerzas, me
apretó la mano. Fui la única que le vio con vida y se pudo despedir de él. Mi
hermano y mi madre ya le vieron conectado.
No
salí hasta la una de la madrugada del 17 de mayo, es decir, los primeros
instantes de mi cumpleaños estaba saliendo por la puerta de urgencias, dejando
el cuerpo de mi padre en la UCI, hasta que la funeraria se lo llevó. Murió a
las 21:25 de una isquemia intestinal.
Debería
llorar, lo sé. Pero si yo lloro, el resto de los míos se cae. A fin de cuentas,
tendré que honrar el apellido Maisanava y tener los cojones que mi padre
siempre tuvo.
No
me voy a conectar tanto ni a publicar tantas cosas en el blog, porque mi
próxima novela, El diario de Ena. La paciente que escribía me tiene del
todo absorbida. Quisiera publicarla en agosto, y llevo ya 80 páginas, y todavía
queda mucho que contar.
Espero
que entendáis mi retirada temporal. Pero mi entrega es por completo a esa
novela que, a pesar de tener dos padres distintos, no tendrá apellidos.
Con
cariño,
Eva
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