lunes, 25 de agosto de 2025

“Nueve meses”

Es complicado intentar expresar con letras lo que siento. Hace doce años publiqué mi primera novela —Escorts, una semana en París—, justo  en Diciembre del 2013.

Estaba nerviosa, mucho, era la primera vez que conseguía que uno de los sueños que tenía desde niña, se materializase.

Pero… ahora es todo diferente; la vida y los años colocan a una donde corresponde. Y es por eso por lo que anunciar el nacimiento de esta novela o diario —como quieras llamarlo—, es muy importante para mí.

Es una historia escrita desde el alma, con el corazón y sin anestesia alguna.

La historia que vas a leer en El diario de Ena. La paciente que escribía, transcurre desde julio de 2024 a 24 marzo de 2025. Justo nueve meses. El tiempo de una gestación. 

Durante esos meses a Ena la fecundaron de miradas, de gestos, de silencios, de ambigüedad, que pesaban más que cualquier palabra. Lo que otros quizá hubieran querido olvidar, ella lo llevó dentro y lo transformó en literatura.

No ha sido un hijo lo que ella ha parido, sino un libro; que a pesar de tener dos padres, nacerá sin apellidos.

Comenzó a gestarse en su pensamiento el 24 de marzo, día en que afrontó una de esas situaciones que marcan un antes y un después en la vida. No se sentó a escribirla hasta el 9 de mayo, sin imaginar que apenas una semana después, el 16, perdería a su padre. Se fue de su vida, pero no de su corazón. Ya que la dejó la responsabilidad de llevar su apellido y todo lo que ello conlleva.

Al día siguiente fue su cumpleaños. Mientras recibía mensajes felicitándola, se encontraba en el tanatorio, velando a su padre. No fue el cumpleaños que hubiese deseado. El 18 se despidió de él. Y desde el día siguiente se aferró a esta novela como quien lo hace a una tabla a la deriva en alta mar.

Entonces se dio cuenta de que, de nuevo, debía su vida a la literatura. Tú y ella, sois los que de alguna manera habéis logrado que Ena se mantuviese en pie.

Así que no se ha concedido el lujo de llorar… hasta ahora, mientras que está anunciando el alumbramiento de su nueva “hija”: El diario de Ena.

El 22  de mayo la operaron, regresó a su casa el 25. La primera parte de las grapas se la quitaron el 4 de junio y la última, el 6 de junio.

Pero... fue el 8 de junio cuando su madre se cayó. Pasó la noche en el suelo. El 9 la llevó al hospital. Y desde el 10 de junio al 10 de julio estuvo en su casa casi siete horas cada día, cuidándola, sosteniéndola y, al mismo tiempo, escribiendo. Para, de esa forma, sostenerse a sí misma.

Escribió en los pasillos de la clínica. También lo hizo en casa de su madre. Pasó noches en vela escribiendo. A veces le faltaba el aliento. Otras, le invadía la rabia. Y en otras, el deseo. Fue la única forma para no venirse abajo.

Aun con todo lo que has leído, esta novela la finalizó el pasado 9 de julio, desde entonces, ha estado días encerrada en la biblioteca corrigiéndola, siendo en algunas ocasiones su propia editora y en otras, verdugo.

Hoy, agosto de 2025, la presenta. Y no es casualidad que sea el día 30: justo la fecha en la que, un año antes,  un profesional de la medicina cruzó la línea entre lo profesional y lo ético, entre lo correcto y lo que nunca debió suceder.

Nueve meses de silencio se transformaron en un libro. Y ahora te la entrega, entre vísceras y sangre, con la certeza de que cada página es fruto de esa espera y que leyéndola te vas a emocionar tanto o más como ella, escribiéndola.

  

Ena

25/08/2025

 

P. D. En cuanto la criatura esté oficialmente en el mundo —es decir, a la venta—, haré un nuevo comunicado con el enlace, para que quien lo sienta, pueda acogerla entre sus manos.



viernes, 22 de agosto de 2025

Un marcapáginas, un regalo.


Hoy quiero contaros algo que me hace mucha ilusión: ya tengo en mis manos los marcapáginas de El diario de Ena. Son sencillos, pero están hechos con el mismo cuidado con el que he escrito cada página de la novela. Quiero que cada persona que decida acercarse para que le dedique su ejemplar se lleve también uno de ellos, como un detalle, como un pequeño símbolo de todo lo que significa este libro para mí. 



Si todo va bien y consigo llegar a tiempo, mi intención es publicarlo el próximo 30 de agosto, fecha en la que todo empezó y, de este modo, un año después, se cierra el círculo de lo que pudo ser y no fue.

Aún me queda un poco de trabajo por delante, porque mi deseo es que el resultado esté a la altura de lo que vosotros esperáis y, sobre todo, de lo que yo quiero entregar. Si en algo fallo, os pido perdón ya de antemano. No quiero defraudaros.

Esta novela no es solo un libro. Ha sido un proceso muy profundo, en el que me he aferrado al pasado para poder encarar el presente. Y no ha sido fácil, especialmente desde el 16 de mayo —día en que murió mi padre—, una fecha que marcó mi vida de un modo que todavía estoy aprendiendo a aceptar. Quizá por eso siento que cada página, cada palabra, cada pausa tiene un peso distinto.

Por eso me hace tanta ilusión tener pronto entre las manos este detalle. Porque no es solo un complemento: es el recordatorio de que, incluso en medio de lo difícil, hay historias que nacen y se sostienen. Y que cuando alguien las acoge, ya no son solo de quien las escribió, sino también de quien las lee.


Gracias por estar ahí.

Ena

jueves, 31 de julio de 2025

Ya queda menos...


Queridos amigos,

Hoy he dado un paso más: ya he pedido la primera prueba impresa de El diario de Ena: La paciente que escribía. 


La leeré de nuevo, esta vez en papel, como se leen las cosas importantes. Me voy a dar una semana más para repasarla con calma… y después, le daré el punto final.

Si aún quedara alguna errata o detalle por pulir, les pido de antemano un poco de comprensión. Llega un momento en que una tiene que soltar a su hija literaria, dejarla volar, aunque no esté perfecta. Si no, se queda en el cajón de las eternas correcciones… y Ena merece ver la luz.

¡Gracias por acompañarme en este camino!

Pronto, os la podré enseñar con las manos, no solo con el alma.

🌿 No olvidéis que en la novela vais a encontrar ironía, escenas de sexo, pero sobre todo mucha verdad. Palabras que rascan, sentimientos que laten, y una historia escrita desde dentro, sin disfraces.

Un abrazo, Eva


jueves, 10 de julio de 2025

El manuscrito está terminado.


Tras muchos meses de trabajo íntimo, de escritura sin red, de contarme con la piel expuesta y el alma sin anestesia, hoy puedo decir que El diario de Ena. La paciente que escribía está terminado. 




Terminado… pero no cerrado. Ahora comienza la etapa más delicada: la de las correcciones, la de la criba serena de lo que se queda y lo que se va. Esa parte menos luminosa del proceso, donde una se convierte en editora de sí misma y, a veces, también en verdugo.

Ha sido un viaje lleno de vértigos: literarios, emocionales, físicos. He escrito sobre el dolor, el deseo, la maternidad ausente, el amor sin cuerpo y los cuerpos sin amor. He escrito sobre médicos, pacientes, hombres que miran y mujeres que despiertan. Hay escenas que rozan la piel, otras que la hieren, algunas que harán reír y otras que, quizás, te dejen mudo.

No es una novela convencional. No lo pretende. Está escrita desde la urgencia de quien necesitaba gritar sin hacer ruido. Hay sexo, sí. Hay ironía, también. Pero sobre todo hay verdad. Una verdad subjetiva, imperfecta y mía.

No sé cuándo saldrá publicada, pero sí sé que saldrá. Porque ya no me pertenece del todo. Porque lo que se escribe desde la entraña siempre acaba encontrando a quien sepa leerlo.

Gracias por estar ahí. Pronto será vuestro turno.


Eva Mª Maisanava Trobo

(Ena)

viernes, 20 de junio de 2025

Desde la habitación A210.

Clínica Vithas

Hab. A210

Aravaca, 20 de junio. Madrid.

 

Heme aquí, sentada frente a la mesa junto a la cama donde descansa mi madre convaleciente. 


Como siempre, llevo mi cuaderno y el bolígrafo conmigo, y mientras Javier, mi marido, está comiendo, aprovecho para finalizar el capítulo XXXX de mi próxima novela El diario de Ena y dedicarme unos instantes a vosotros: mis seguidores.

 

Mentiría si os dijera que estoy bien. Un montón de sentimientos se agolpan cada vez que entro en esta clínica. Pero eso, quizás, sea lo de menos, porque solo se asoman de tal forma que una sonrisa se dibuja en mis labios.

 

Ya no hay dolor, sino cariño. Y algo de nostalgia.

 

Y lo he sabido cuando, al bajar a por un café a la planta -2, mi corazón ya no me dolía como antes. Solamente queda el recuerdo de unos días que, aunque dolorosos a veces, en otros momentos me hicieron la mujer más feliz del mundo.

 

Me gustaría escribir con la asiduidad con la que antes lo hacía, pero no es que no quiera… es que no puedo.

 

Primero fue la pérdida de mi padre (el Sr. Maisanava), después mi operación —de la que todavía me estoy recuperando—, y ahora, la reciente intervención de mi madre.

 

A día de hoy, me siento desbordada. Estar pendiente de ella, organizar la planificación de las chicas para no dejarla sola, cocinar para dos casas… es motivo suficiente para estar ausente. Pero no tanto como para no buscar un rato y deciros que sois, en gran parte de las ocasiones, el sustento que logra que en momentos así yo pueda seguir peleando, como siempre se ha esperado de mí.


Os quiere, Ena


jueves, 29 de mayo de 2025

Ser Maisanava... y seguir en pie.

 

Buenos días a todos:

Hace mucho tiempo que no me conecto con la misma ilusión que hace un tiempo, y es normal: son muchas cosas las que han sucedido en mi vida.

Primero mi madre se cae, y fruto de esa caída tiene una pequeña fisura en la cadera. El 18 de junio la interviene el Doctor Bau (Traumatólogo en Vithas de Aravaca). El 16 de mayo, mi padre nos dejó. Un día que no olvidaré, ya que se le paró el corazón estando conmigo. Y aunque le reanimaron y cobró pulso, al final poco se pudo hacer.

El 17 fue mi cumpleaños, un día de tanatorio. Dicen que cuando alguien fallece el día de tu cumpleaños o en una fecha cercana, es porque te ha elegido para dejarte su legado. 


Pues como haya heredado su carácter levantisco, sumado al que ya tengo yo… ¡Que me pongan la alfombra roja y que corra el aire!

El 18 fue el aniversario de boda de mi hermano, el 19 el mío, el 20 el preoperatorio, el 22 la operación y el cumpleaños de mi mejor amigo, el 24 el cumpleaños de mi suegro, el 25 me dieron el alta y desde ese día estoy tranquila, dejándome cuidar y centrada en la novela.

El 26 fue el cumpleaños de mi hermano.


Como comprenderéis, el mes más bonito del año para mí ha sido, sin lugar a duda, el más duro de todos.

No me he permitido el lujo de llorar, salvo cuando el Doctor March (vascular de Vithas de Aravaca) me abrazó. Ahí me derrumbé. Porque cuando entró mi padre en parada estaba yo sola. Me echaron de la habitación, me puse en cuclillas y solo recuerdo que alguien con pijama verde me cogió de la mano y me llevó al cuarto donde las enfermeras suelen tener para ellas. Entonces ya había llegado mi hermano. Pero menos mal que, una vez más, no hice caso a mi hermano, y el 16 de mayo a las 9:30 ya estaba en la habitación A212 de planta 2 de Vithas de Aravaca. Estaba muy malito. Cuando le vi la cara, sabía que no iba a superar ese día. Recuerdo que le dije que le quería y él, con sus pocas fuerzas, me apretó la mano. Fui la única que le vio con vida y se pudo despedir de él. Mi hermano y mi madre ya le vieron conectado.

No salí hasta la una de la madrugada del 17 de mayo, es decir, los primeros instantes de mi cumpleaños estaba saliendo por la puerta de urgencias, dejando el cuerpo de mi padre en la UCI, hasta que la funeraria se lo llevó. Murió a las 21:25 de una isquemia intestinal.

Debería llorar, lo sé. Pero si yo lloro, el resto de los míos se cae. A fin de cuentas, tendré que honrar el apellido Maisanava y tener los cojones que mi padre siempre tuvo.

No me voy a conectar tanto ni a publicar tantas cosas en el blog, porque mi próxima novela, El diario de Ena. La paciente que escribía me tiene del todo absorbida. Quisiera publicarla en agosto, y llevo ya 80 páginas, y todavía queda mucho que contar.

Espero que entendáis mi retirada temporal. Pero mi entrega es por completo a esa novela que, a pesar de tener dos padres distintos, no tendrá apellidos.



Con cariño,
Eva

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

Mi pensamiento es tu espejo

 


Era una mujer como tantas. Ama de casa, esposa desde hace años, discreta, educada, buena vecina. Nadie hubiera adivinado que dentro de su pecho había un mundo que no cabía en los márgenes del deber. Que en el fondo de sus pupilas vivía el recuerdo de miradas, de caricias, de cuerpos que supieron verla donde otros no lo hacían.

Nunca mintió. Tampoco necesitó explicarse. Sabía que lo que vivía no cabía en la lógica de los que prefieren la comodidad a la verdad. Pero tampoco podía vivir siendo desleal a ella, a lo que bullía en su interior. Porque durante un tiempo lo intentó: pensó que al casarse todo cambiaría. Que la pasión se haría pequeña, que la fidelidad bastaría.

Con el tiempo entendió que no podía renunciar a sentirse mujer. Que su marido era el compañero ideal para el otoño de la vida, pero no para la primavera del alma. Y que si quería conservar ese amor tranquilo, tenía que encontrar fuera lo que no encontraba en casa. Necesitaba que la balanza estuviese equilibrada para sentirse viva. 


Así llegaron algunos hombres. No fueron conquistas. Fueron refugios.

Hombres que no pedían, no prometían, pero sí sabían tocarle el cuerpo y el corazón sin juicio. Con ellos había respeto. Había complicidad. Había piel sin relojes.

Uno le dijo una vez: —¿Sabes lo que es estar en el paraíso? Pues ahí estoy contigo.—



Otro la miró y le dijo que ella era ese refugio donde podía ser él mismo. Y ella, que antes se habría escandalizado, ahora comprendía. Porque en su matrimonio también había rutinas, silencios, roles cumplidos por costumbre. Porque el amor no siempre lleva deseo de la mano. Y porque el cuerpo que se niega acaba apagando el alma.

No se sentía culpable. Sabía que actuaba con cuidado, con respeto, sin destruir nada. Y se había prometido una sola cosa: no engañarse nunca a sí misma.

Amaba a su marido. Le planchaba la ropa, lo cuidaba, lo esperaba. Pero cuando se miraba al espejo después de una tarde en brazos de otro, se veía más viva. Más guapa. Más ella.

Alguna vez pensó en lo que quedaría de ella en quienes pasaron por su vida.

Y se respondió sola:  No seré su esposa, ni su firma, ni su deber. Pero seré ese recuerdo que vuelve en silencio, seré esa mujer a la que no pudo olvidar.

 

Nota:

Si después de leer esto, piensas mal de ella o la juzgas, te diré:

Si te has reconocido en este texto, aunque sea en una línea, en un gesto, en una duda… entonces no la juzgues. No te engañes. Porque vida solo hay una. Y es la suya. Y la vivió siempre siendo auténticamente ella.


Ena 14/05/2025 13:15

martes, 13 de mayo de 2025

Detrás de la autora.

 

Introducción:

Hay días en los que no quiero ser la escritora. Solo quiero ser yo. Que alguien me escuche sin leerme, que me vea sin buscar entre líneas.

 

Detrás de la autora.

 


¡Sí! Soy escritora.

 Pero ante todo, mujer y persona.

No sólo quiero que me pregunten por lo que escribo,

sino también qué deseo,

qué siento,

qué me pasa.

 

No siempre encuentro las palabras.

A veces lo único que necesito

es que dejen a la escritora de lado,

a sus relatos,

a sus poemas.

 

Solo quiero ser yo,

con mis días buenos,

con mis días malos.

Con mi piel.

Con mis dudas.

Con todo lo que no expreso con letras.

 

¡Sí! Soy escritora.

Pero contigo

y a tu lado,

quisiera ser yo.


Ena 13/05/2025 13:30

lunes, 12 de mayo de 2025

¡¡Ya tengo portada y contraportada definitiva!!

 


Con el corazón encogido y los dedos temblorosos, hoy comparto con vosotros algo más que una simple imagen. Comparto el alma de lo que será mi próxima novela: El diario de Ena. La paciente que escribía.

Una historia que nace del dolor físico, del silencio que me atravesó durante  bastante tiempo y del poder que descubrí al escribir sobre ello.

Una historia de una mujer real. Que escribe. Que siente. Que calla lo que por respeto, cariño y admiración no se atrevía a contar.

Ena es una mujer casada. Una paciente que la echan de una consulta culpándola de haber traspasado ciertos límites, sin que el profesional reconozca que antes ya los traspasó él. Un hombre que en ocasiones emergía por encima de la bata que portaba.

Otro que observa en silencio. Y una secretaria que sabe lo que pasa y que en una llamada —con una sola frase— la hace cambiar de opinión aunque ella nunca lo llegue a saber, o tal vez sí.

Esta novela no pretende acusar ni justificar. Solo contar. Y al contar, suelto lastre. Porque cuando una mujer decide no callarse más, algo en el mundo tiembla, aunque sea en silencio. 


Basada en hechos reales, esta obra recoge no solo la historia de Ena, sino también la de muchas mujeres que —en algún momento dado— se hayan podido sentir vulnerables, invisibles, desconcertadas... y que quizás, como yo, descubrieron en la escritura una forma de respirar.

Y cuando todo parecía cerrado, aparece alguien más. Un lector inesperado. Un nombre familiar. Y un final que no busca venganza, sino verdad.

¡¡Muy pronto en Amazon!!

Gracias por acompañarme. Gracias por leerme. Gracias por respetarme.

 

Eva María Maisanava Trobo

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