Son
las 13:27 de un jueves aparentemente normal. Salvo que hoy, sí te he visto.
Estabas callado, observando, como decepcionado, y eso me ha entristecido más
que si en mis sueños no hubieses aparecido. No me hablabas, como siempre, pero
tu mirada sí lo hacía. Y eso es lo que me duele en el alma: lo que tus ojos me
decían. Porque tu lenguaje corporal habla mucho más que todo lo que tu boca
calla.
Al
despertar, comencé a llorar. No sabía si ese sueño era un presagio de lo que
ocurrirá cuando te vea. Ya no queda mucho para que llegue ese día, pero ahora
me pregunto si después de ver esa mirada valdrá la pena ir… o si será mejor
quedarme atrapada en estos sueños y en este sentimiento que, lejos de herirme,
me hace sentir viva.
Te
conozco desde hace mucho tiempo, y aun así, jamás te había pensado. Eras
alguien a quien tenía que ver, pero nada más. Y, sin embargo, desde hace un
tiempo, no solo te pienso, sino que te extraño. Y eso es rarísimo. Porque no
suelo abrir mi corazón; soy selectiva hasta para tomarme un café con alguien.
Pero
contigo… no sé por qué ha sido así, ni por qué ha sucedido.
No sé si existes o si tan solo eres un personaje que mi mente ha creado. Alguien que, incluso en la distancia, me hace sentir mujer.
Aunque
todo lo escrito parece un despropósito, has aparecido justo cuando nada en mi
vida tenía sentido. Has sido como una turbulencia: asusta, pero a la vez azota
el alma y recuerda que no somos dueños de nuestro destino. Que, a veces, hay
personas que llegan para enseñarnos una lección… o para hacernos felices.
Ahora
solo queda esperar y descubrir qué tiene el destino preparado para mí: si
aprender algo o ser feliz, como nunca, a tu lado.
Ena. 06/03/2025 - 13:44.
No hay comentarios:
Publicar un comentario