jueves, 31 de julio de 2025

Ya queda menos...


Queridos amigos,

Hoy he dado un paso más: ya he pedido la primera prueba impresa de El diario de Ena: La paciente que escribía. 


La leeré de nuevo, esta vez en papel, como se leen las cosas importantes. Me voy a dar una semana más para repasarla con calma… y después, le daré el punto final.

Si aún quedara alguna errata o detalle por pulir, les pido de antemano un poco de comprensión. Llega un momento en que una tiene que soltar a su hija literaria, dejarla volar, aunque no esté perfecta. Si no, se queda en el cajón de las eternas correcciones… y Ena merece ver la luz.

¡Gracias por acompañarme en este camino!

Pronto, os la podré enseñar con las manos, no solo con el alma.

🌿 No olvidéis que en la novela vais a encontrar ironía, escenas de sexo, pero sobre todo mucha verdad. Palabras que rascan, sentimientos que laten, y una historia escrita desde dentro, sin disfraces.

Un abrazo, Eva


jueves, 10 de julio de 2025

El manuscrito está terminado.


Tras muchos meses de trabajo íntimo, de escritura sin red, de contarme con la piel expuesta y el alma sin anestesia, hoy puedo decir que El diario de Ena. La paciente que escribía está terminado. 




Terminado… pero no cerrado. Ahora comienza la etapa más delicada: la de las correcciones, la de la criba serena de lo que se queda y lo que se va. Esa parte menos luminosa del proceso, donde una se convierte en editora de sí misma y, a veces, también en verdugo.

Ha sido un viaje lleno de vértigos: literarios, emocionales, físicos. He escrito sobre el dolor, el deseo, la maternidad ausente, el amor sin cuerpo y los cuerpos sin amor. He escrito sobre médicos, pacientes, hombres que miran y mujeres que despiertan. Hay escenas que rozan la piel, otras que la hieren, algunas que harán reír y otras que, quizás, te dejen mudo.

No es una novela convencional. No lo pretende. Está escrita desde la urgencia de quien necesitaba gritar sin hacer ruido. Hay sexo, sí. Hay ironía, también. Pero sobre todo hay verdad. Una verdad subjetiva, imperfecta y mía.

No sé cuándo saldrá publicada, pero sí sé que saldrá. Porque ya no me pertenece del todo. Porque lo que se escribe desde la entraña siempre acaba encontrando a quien sepa leerlo.

Gracias por estar ahí. Pronto será vuestro turno.


Eva Mª Maisanava Trobo

(Ena)

viernes, 20 de junio de 2025

Desde la habitación A210.

Clínica Vithas

Hab. A210

Aravaca, 20 de junio. Madrid.

 

Heme aquí, sentada frente a la mesa junto a la cama donde descansa mi madre convaleciente. 


Como siempre, llevo mi cuaderno y el bolígrafo conmigo, y mientras Javier, mi marido, está comiendo, aprovecho para finalizar el capítulo XXXX de mi próxima novela El diario de Ena y dedicarme unos instantes a vosotros: mis seguidores.

 

Mentiría si os dijera que estoy bien. Un montón de sentimientos se agolpan cada vez que entro en esta clínica. Pero eso, quizás, sea lo de menos, porque solo se asoman de tal forma que una sonrisa se dibuja en mis labios.

 

Ya no hay dolor, sino cariño. Y algo de nostalgia.

 

Y lo he sabido cuando, al bajar a por un café a la planta -2, mi corazón ya no me dolía como antes. Solamente queda el recuerdo de unos días que, aunque dolorosos a veces, en otros momentos me hicieron la mujer más feliz del mundo.

 

Me gustaría escribir con la asiduidad con la que antes lo hacía, pero no es que no quiera… es que no puedo.

 

Primero fue la pérdida de mi padre (el Sr. Maisanava), después mi operación —de la que todavía me estoy recuperando—, y ahora, la reciente intervención de mi madre.

 

A día de hoy, me siento desbordada. Estar pendiente de ella, organizar la planificación de las chicas para no dejarla sola, cocinar para dos casas… es motivo suficiente para estar ausente. Pero no tanto como para no buscar un rato y deciros que sois, en gran parte de las ocasiones, el sustento que logra que en momentos así yo pueda seguir peleando, como siempre se ha esperado de mí.


Os quiere, Ena


jueves, 29 de mayo de 2025

Ser Maisanava... y seguir en pie.

 

Buenos días a todos:

Hace mucho tiempo que no me conecto con la misma ilusión que hace un tiempo, y es normal: son muchas cosas las que han sucedido en mi vida.

Primero mi madre se cae, y fruto de esa caída tiene una pequeña fisura en la cadera. El 18 de junio la interviene el Doctor Bau (Traumatólogo en Vithas de Aravaca). El 16 de mayo, mi padre nos dejó. Un día que no olvidaré, ya que se le paró el corazón estando conmigo. Y aunque le reanimaron y cobró pulso, al final poco se pudo hacer.

El 17 fue mi cumpleaños, un día de tanatorio. Dicen que cuando alguien fallece el día de tu cumpleaños o en una fecha cercana, es porque te ha elegido para dejarte su legado. 


Pues como haya heredado su carácter levantisco, sumado al que ya tengo yo… ¡Que me pongan la alfombra roja y que corra el aire!

El 18 fue el aniversario de boda de mi hermano, el 19 el mío, el 20 el preoperatorio, el 22 la operación y el cumpleaños de mi mejor amigo, el 24 el cumpleaños de mi suegro, el 25 me dieron el alta y desde ese día estoy tranquila, dejándome cuidar y centrada en la novela.

El 26 fue el cumpleaños de mi hermano.


Como comprenderéis, el mes más bonito del año para mí ha sido, sin lugar a duda, el más duro de todos.

No me he permitido el lujo de llorar, salvo cuando el Doctor March (vascular de Vithas de Aravaca) me abrazó. Ahí me derrumbé. Porque cuando entró mi padre en parada estaba yo sola. Me echaron de la habitación, me puse en cuclillas y solo recuerdo que alguien con pijama verde me cogió de la mano y me llevó al cuarto donde las enfermeras suelen tener para ellas. Entonces ya había llegado mi hermano. Pero menos mal que, una vez más, no hice caso a mi hermano, y el 16 de mayo a las 9:30 ya estaba en la habitación A212 de planta 2 de Vithas de Aravaca. Estaba muy malito. Cuando le vi la cara, sabía que no iba a superar ese día. Recuerdo que le dije que le quería y él, con sus pocas fuerzas, me apretó la mano. Fui la única que le vio con vida y se pudo despedir de él. Mi hermano y mi madre ya le vieron conectado.

No salí hasta la una de la madrugada del 17 de mayo, es decir, los primeros instantes de mi cumpleaños estaba saliendo por la puerta de urgencias, dejando el cuerpo de mi padre en la UCI, hasta que la funeraria se lo llevó. Murió a las 21:25 de una isquemia intestinal.

Debería llorar, lo sé. Pero si yo lloro, el resto de los míos se cae. A fin de cuentas, tendré que honrar el apellido Maisanava y tener los cojones que mi padre siempre tuvo.

No me voy a conectar tanto ni a publicar tantas cosas en el blog, porque mi próxima novela, El diario de Ena. La paciente que escribía me tiene del todo absorbida. Quisiera publicarla en agosto, y llevo ya 80 páginas, y todavía queda mucho que contar.

Espero que entendáis mi retirada temporal. Pero mi entrega es por completo a esa novela que, a pesar de tener dos padres distintos, no tendrá apellidos.



Con cariño,
Eva

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

Mi pensamiento es tu espejo

 


Era una mujer como tantas. Ama de casa, esposa desde hace años, discreta, educada, buena vecina. Nadie hubiera adivinado que dentro de su pecho había un mundo que no cabía en los márgenes del deber. Que en el fondo de sus pupilas vivía el recuerdo de miradas, de caricias, de cuerpos que supieron verla donde otros no lo hacían.

Nunca mintió. Tampoco necesitó explicarse. Sabía que lo que vivía no cabía en la lógica de los que prefieren la comodidad a la verdad. Pero tampoco podía vivir siendo desleal a ella, a lo que bullía en su interior. Porque durante un tiempo lo intentó: pensó que al casarse todo cambiaría. Que la pasión se haría pequeña, que la fidelidad bastaría.

Con el tiempo entendió que no podía renunciar a sentirse mujer. Que su marido era el compañero ideal para el otoño de la vida, pero no para la primavera del alma. Y que si quería conservar ese amor tranquilo, tenía que encontrar fuera lo que no encontraba en casa. Necesitaba que la balanza estuviese equilibrada para sentirse viva. 


Así llegaron algunos hombres. No fueron conquistas. Fueron refugios.

Hombres que no pedían, no prometían, pero sí sabían tocarle el cuerpo y el corazón sin juicio. Con ellos había respeto. Había complicidad. Había piel sin relojes.

Uno le dijo una vez: —¿Sabes lo que es estar en el paraíso? Pues ahí estoy contigo.—



Otro la miró y le dijo que ella era ese refugio donde podía ser él mismo. Y ella, que antes se habría escandalizado, ahora comprendía. Porque en su matrimonio también había rutinas, silencios, roles cumplidos por costumbre. Porque el amor no siempre lleva deseo de la mano. Y porque el cuerpo que se niega acaba apagando el alma.

No se sentía culpable. Sabía que actuaba con cuidado, con respeto, sin destruir nada. Y se había prometido una sola cosa: no engañarse nunca a sí misma.

Amaba a su marido. Le planchaba la ropa, lo cuidaba, lo esperaba. Pero cuando se miraba al espejo después de una tarde en brazos de otro, se veía más viva. Más guapa. Más ella.

Alguna vez pensó en lo que quedaría de ella en quienes pasaron por su vida.

Y se respondió sola:  No seré su esposa, ni su firma, ni su deber. Pero seré ese recuerdo que vuelve en silencio, seré esa mujer a la que no pudo olvidar.

 

Nota:

Si después de leer esto, piensas mal de ella o la juzgas, te diré:

Si te has reconocido en este texto, aunque sea en una línea, en un gesto, en una duda… entonces no la juzgues. No te engañes. Porque vida solo hay una. Y es la suya. Y la vivió siempre siendo auténticamente ella.


Ena 14/05/2025 13:15

martes, 13 de mayo de 2025

Detrás de la autora.

 

Introducción:

Hay días en los que no quiero ser la escritora. Solo quiero ser yo. Que alguien me escuche sin leerme, que me vea sin buscar entre líneas.

 

Detrás de la autora.

 


¡Sí! Soy escritora.

 Pero ante todo, mujer y persona.

No sólo quiero que me pregunten por lo que escribo,

sino también qué deseo,

qué siento,

qué me pasa.

 

No siempre encuentro las palabras.

A veces lo único que necesito

es que dejen a la escritora de lado,

a sus relatos,

a sus poemas.

 

Solo quiero ser yo,

con mis días buenos,

con mis días malos.

Con mi piel.

Con mis dudas.

Con todo lo que no expreso con letras.

 

¡Sí! Soy escritora.

Pero contigo

y a tu lado,

quisiera ser yo.


Ena 13/05/2025 13:30

lunes, 12 de mayo de 2025

¡¡Ya tengo portada y contraportada definitiva!!

 


Con el corazón encogido y los dedos temblorosos, hoy comparto con vosotros algo más que una simple imagen. Comparto el alma de lo que será mi próxima novela: El diario de Ena. La paciente que escribía.

Una historia que nace del dolor físico, del silencio que me atravesó durante  bastante tiempo y del poder que descubrí al escribir sobre ello.

Una historia de una mujer real. Que escribe. Que siente. Que calla lo que por respeto, cariño y admiración no se atrevía a contar.

Ena es una mujer casada. Una paciente que la echan de una consulta culpándola de haber traspasado ciertos límites, sin que el profesional reconozca que antes ya los traspasó él. Un hombre que en ocasiones emergía por encima de la bata que portaba.

Otro que observa en silencio. Y una secretaria que sabe lo que pasa y que en una llamada —con una sola frase— la hace cambiar de opinión aunque ella nunca lo llegue a saber, o tal vez sí.

Esta novela no pretende acusar ni justificar. Solo contar. Y al contar, suelto lastre. Porque cuando una mujer decide no callarse más, algo en el mundo tiembla, aunque sea en silencio. 


Basada en hechos reales, esta obra recoge no solo la historia de Ena, sino también la de muchas mujeres que —en algún momento dado— se hayan podido sentir vulnerables, invisibles, desconcertadas... y que quizás, como yo, descubrieron en la escritura una forma de respirar.

Y cuando todo parecía cerrado, aparece alguien más. Un lector inesperado. Un nombre familiar. Y un final que no busca venganza, sino verdad.

¡¡Muy pronto en Amazon!!

Gracias por acompañarme. Gracias por leerme. Gracias por respetarme.

 

Eva María Maisanava Trobo

La humedad también se escribe.

 


A veces me pasa escribiendo. No siempre, pero cuando sucede, es como si algo se abriera por dentro. Una frase, un pensamiento, una imagen... y de pronto me descubro húmeda, sin haber sido tocada. Como si el cuerpo entendiera antes que yo lo que en ese instante estoy deseando.

Comienza casi siempre por mis pechos. Esa corriente leve, casi tímida, que acaricia mi piel y baja hacia mi vientre. El deseo se coloca ahí: en el centro, en la profundidad, en esa cavidad que pide ser llenada no solo de anhelo, sino de presencia.

No soy de callarme. No lo he sido nunca. Gimo, me dejo oír, dejo que el cuerpo cante lo que la boca no dice. Dicen que eso excita. Yo creo que simplemente libera. Pero al final, cuando ya he alcanzado el orgasmo, aparece el silencio; me repliego como si después del estallido solo habitase en mí la calma. 


Me he excitado solo con mirar. Solo con saber que me están mirando. Que desean lo que soy sin tocarlo, sin pedirlo. Me excita saber que existo así, visible, vulnerable y a la vez poderosa. Especialmente mientras escribo, pensando en ti.

No soy de las que ponen condiciones. No digo “ahí no” ni “así no”.

Cuando me entrego, lo hago por completo. Me encanta tener mis manos encima de mi cabeza y que tú, con las tuyas, las sujetes. Sintiéndome completamente inmóvil, temporalmente tuya.

Mi piel está disponible, mi mente rendida y mi cuerpo abierto a ti, al placer… Es ahí cuando dejo de controlar, cuando dejo de pensar y me vuelvo simplemente cuerpo, gemidos, deseo.

Elijo por química. No por belleza, ni por promesas. Por eso que surge sin explicación y me hace querer estar cerca de ti. A veces es una mirada, otras una conversación. En ocasiones, solo una sensación en el estómago que dice “”. Un sin argumento.

Y entonces escribo. Alguna vez, mientras lo hago, también me he tocado.


Ena 12/05/2025 10:40


viernes, 9 de mayo de 2025

"Ena, la paciente que escribía" ya está en camino.

 

He tomado una decisión: voy a escribir una nueva novela.

 

Después de muchas páginas sueltas, relatos que ardían en los márgenes y textos que parecían no tener destino, por fin lo he entendido: todo lo que he vivido, todo lo que he callado y todo lo que he escrito tenían una dirección. Y esa dirección es esta novela.

 

Porque hay momentos en la vida en los que el cuerpo grita lo que la mente calla. Y hay decisiones que, más que tomarse, te toman a ti. Esta historia no va solo de dolor físico o deseo contenido. Va de mirar de frente lo que una mujer siente cuando el mundo —y los hombres que la rodean— intentan etiquetar su cuerpo, sus silencios, su forma de vivir, de amar y de resistir.

 

Escribo porque, a veces, la escritura es el único lugar seguro. El único espacio donde la vergüenza se convierte en poder y lo que dolía se transforma en belleza.

 

Y por eso, hoy, lo anuncio: “Ena, la paciente que escribía” ya está en camino.

 


🖋️ SINOPSIS:

Una mujer casada.
Un médico que cruza la línea.
Otro que la observa en silencio.
Y una secretaria que también lee lo que ella calla.

Basada en hechos reales, esta novela revela el punto exacto donde el dolor físico se cruza con el deseo, la ambigüedad y el poder de la palabra.
Y cuando todo parecía cerrado, un lector inesperado aparece con un nombre familiar... y un final que consigue romper el silencio.

 

Porque a veces, escribir no es un acto literario. Es un acto de libertad.

 

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