No
sé muy bien por qué sucedió,
o quizás, el destino, caprichoso,
así lo quería.
Pero
desde aquel día
en
que nuestras miradas se cruzaron,
algo
cambió en mí,
pero
sobre todo en mi manera de escribir.
No
es que no encuentre las palabras,
ni
me resulte complicado escribir
pero
cuando recuerdo tu mirada,
estas
fluyen solas.
Y
eso, me da miedo: lo he de admitir.
No
se trata de amor,
ni
de deseo,
¡qué
va!
Es
como si tus ojos
abrieran
un candado en mí.
Y
eso solamente lo has logrado tú,
con
esa manera tuya de mirar.
Por
eso, aunque lo sepas y nunca digas nada,
no
dejes de mirar de esa forma,
porque
aún en la distancia,
mis
musas se alimentarán
del
brillo de tu mirada
y
de esa manera,
yo,
podré seguir escribiendo.
Ena 13:42 04/Abril/2025
Nota: Escrito desde el respeto y si alguien se refleja,
jamás será por mi luz, sino por su sombra.
2 comentarios:
Pensaría que algunas veces son propósitos elevados que no siempre logramos ver pero que en definitiva siempre debemos seguir.
Quizás miradas profundas señalan nuevas sendas gramaticales...
No hay que temer. Hay que ver de frente.
No hay que cambiar. Hay que transformar.
Ver de frente con la espada siempre dispuesta que llevamos: la espada del amor por la escritura. Su brillo siempre ha de estar en constante evolución.
Espada que ha de transformarse en la llave maestra que abrirá todas las puertas.
Gracias por tu comentario, Holly. Pero cada día te complicas más. No es necesario escribir con tantas florituras para decir lo que uno piensa. Igualmente, gracias.
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