No
todo lo que enciendo, lo toco.
Ni
todo lo que arde, lo provoco.
Hay
una tensión más poderosa que el deseo:
la
que nace entre dos mentes
que se intuyen
sin
tan quisiera rozarse.
De
siempre he sabido que no hace falta provocar con escote,
ni
cruzar las piernas con intención,
ni
sostener miradas para invitar.
A
veces,
solo me basta con una frase,
una
pausa, una presencia, un silencio y una mirada.
Sé
que despierto deseo.
No
por cómo visto,
sino
por cómo pienso.
Porque
escribo lo que muchos no se atreven ni a sentir
y
todavía menos a decir.
No
me interesa excitar por mi cuerpo,
sino
por mi pensamiento.
Porque
lo físico se sacia,
se
acaba,
se
deteriora con el correr del tiempo.
Pero
cuando logras habitar en la mente,
de
ésta, es casi imposible, que te saquen;
pues
ya no eres solo un deseo,
ni
un anhelo, sino: un pensamiento.
Y
eso, lo sé, incomoda.
Porque
hay hombres que saben tocar,
pero
no sostener una conversación.
Otros
que saben observar,
pero
no escuchar.
Otros
que desean,
pero
no entienden
y
aún menos comprenden
que el deseo,
nace
de la mente.
Yo
no busco provocar.
Solo
soy como soy.
Y
eso, a veces, se convierte en una llama
que
algunos no saben cómo apagar
porque
ni están a la altura de lo que sienten
y
todavía menos de lo que significa amar.
No
estoy aquí para ser deseada.
Estoy
aquí para ser respetada.
Porque
la piel se olvida.
Pero
una pluma sutil y afilada
se
recuerda toda la vida.
Ena 09/04/2025 19:30
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por dejar tu comentario. Para mí es muy importante.