Jamás
pensé que me atrevería a escribir un poema para quien nunca conocí.
Pero
hoy, como cada año, no puedo dejar de pensarte. Y no es que el resto del tiempo
no lo haga, sino que siempre —cuando me baja la regla en estas fechas— el
recuerdo amargo de ver sangre en mi ropa interior se apodera de mí.
Desde
aquel día fatídico en el que te perdí. Siempre que me han preguntado si he sido
madre, he dicho que no. Porque no podría confesar que la vida me arrebató lo
que más amaba.
Te llevaste mi corazón.
Nunca
vi tu rostro,
pero te llevé dentro.
Fueron diez semanas maravillosas,
en las que te hablaba cada noche.
Te contaba mis sueños,
y en todos, tú estabas.
Te
hablaba de mi vida,
de mis ilusiones,
de mi anhelo por ser escritora,
y de las ganas que tenía de conocerte.
Nada me hacía más feliz que tenerte.
Tú
has sido —y serás— el amor de mi vida,
por el que habría dado la mía.
Pero
el destino te arrancó de mí.
Quizás no era el momento.
O, tal vez, no era digna de ti.
Hoy
tendrías dieciocho años,
llenos de vitalidad, de ilusión y de vida.
Justo todo lo que a mí me falta
desde tu partida.
Sé
que llegará el momento
en que volvamos a estar juntos.
En otra dimensión,
en otro mundo.
Sería
bonito escribir:
Te amo con todo mi corazón.
Pero es que ya no lo tengo.
Te lo llevaste contigo
el día que me dijiste: adiós.
Eva Mª Maisanava Trobo 12/04/2025 16:45
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