Según cuenta la leyenda, Sant Jordi salvó a su princesa matando al dragón, y de su sangre brotó un rosal. Por eso, algunos consideran la festividad de Sant Jordi como el San Valentín catalán, pues se dice que es, por excelencia, el patrón de los enamorados en Catalunya. Para mí, sin lugar a duda, lo es.
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—¿Y de quién estoy enamorada? ¿Quién es el amor de mi vida?—
La
literatura: no hay parangón. Ni me besa, ni me acaricia, ni me hace el amor. Y,
sin embargo, me hace la mujer más plena del mundo. Gracias a ella, tengo varios
“hijos de papel”, y aún quedan muchos por engendrar y parir.
Desde
muy niña, me enamoré de este mundo que me hace tan feliz. Siendo adolescente,
tomé la decisión—aunque a veces de forma titubeante—de escribir como un pilar
indispensable de mi vida, y de leer para enriquecer mi vocabulario y evadirme
de esa realidad que, en ocasiones, me asfixia y no me deja respirar. Ya convertida en
mujer, con mis sentimientos firmes y asentados, decidí casarme con ella.
Por
eso, Sant Jordi es para mí un día muy especial. No porque espere que alguien me
regale un libro o una rosa, sino porque tener el privilegio—o la habilidad, ya
no sé cómo llamarlo—de emocionar a mis lectores es, sin duda, el mejor regalo.
Y,
como mujer, dejando a un lado a la escritora, también está el hecho de que el
23 de abril de 1616 murieron dos grandes genios: William Shakespeare y Miguel
de Cervantes. Si he de decantarme por uno, sin menospreciar al otro maestro, me
quedo con Shakespeare.
Por
todo lo dicho, hoy, 23 de abril de 2025, es mi día. Un día en el que Ena (la
escritora), Eva (la mujer) y Evita (la amiga) queremos compartir con todos
vosotros este especial de Sant Jordi.
Mis
compañeros y yo nos hemos dejado la piel, una vez más, para emocionaros y
recordaros que: "Leer es como besar; quien no lo hace con frecuencia,
se le nota en la lengua."
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