miércoles, 23 de abril de 2025

Un Sant Jordi entre rosas, versos y casualidades.

 

Introducción:

Hoy no es un día cualquiera. Es mi día, ese que espero con ilusión año tras año. Sant Jordi siempre me trae flores, libros… y, a veces, pequeñas sorpresas que solo se entienden cuando se viven. Hoy quiero compartir con vosotros cómo ha sido esta mañana mágica, entre palabras, gestos inesperados y sonrisas que dejan huella.


Miércoles 23 de abril de 2025, día de Sant Jordi

Son las 12:40 del mediodía y, de momento, está siendo un día maravilloso. Como siempre, no podía dejar de contaros cómo lo estoy viviendo.

Esta noche apenas he dormido, porque sabía que hoy me esperaba un día especial. Para mí, el mejor del año.

 

Me he levantado pronto, a las 8:00. Me he duchado, he recogido un poco la casa, he encendido el ordenador y he hecho el pantallazo de las visitas en los dos blogs, justo antes de que se empezase a publicar todo el contenido que tenía programado desde hace tiempo.

He enviado las entradas a las personas que más quiero, me he maquillado, me he vestido… y a las 11:45 tenía cita para que me retirasen el esmalte semipermanente de las uñas. Ya tocaba. 

 

He pasado por la floristería donde suelo comprarme flores. Me han regalado dos marcapáginas que me van genial para mis lecturas.


Luego me he acercado a la churrería. Desde aquella vez en la que me invitó ese “caballero”, no había vuelto. Y, casualidades de la vida, mientras estoy sentada en la misma mesa… lo veo, pidiendo en la barra. Al salir, me mira tímidamente, y yo me quedo igual, sin saber qué decirle.

Al terminar mi desayuno, pago y veo que el señor está sentado en la terraza de fuera. Me acerco y le digo:

 

—¿Se acuerda de mí? Usted me invitó el otro día.

—¡Claro que me acuerdo! —me responde—. Te invité porque fuiste muy amable.

—Espero que algún día volvamos a coincidir y me permita que le invite yo —le digo.

—Cada vez que te vea, siempre te invitaré yo —responde con una sonrisa.

 

Y, de nuevo, por arte de magia, desaparece de mi vida. Pero, al menos, el destino me ha dado la oportunidad de darle las gracias. 

Salgo de la churrería, entro en una tienda de ropa a curiosear, luego paso por una librería donde encuentro un librito de poemas. Entro al Dia, hago una compra rápida y después ya es hora de retirar el esmalte. Al salir, vuelvo a la floristería y me compro mi rosa de Sant Jordi. Rosa bebé, en este caso, porque hoy estoy “fresita”. 


Lo más gracioso es que, al llegar a casa, mis dos hijos, Cejotas y Ena, se han quedado con ella. Unos sinvergüenzas a los que adoro. Por suerte, han entrado en razón, me la han devuelto y ahora está donde tiene que estar: en la mesa de forja y cristal, junto a todas las flores artificiales. Todas, excepto el bambú, que tanto me gusta. 


Espero que estéis disfrutando este día tanto como podáis.

En breve, dejo de ser escritora por hoy para ponerme el delantal y ser ama de casa: preparar la comida y hacer el pedido de la compra por internet.

 


Que seáis muy felices. Os quiero mucho.

Ena — 23/04/2025, 13:00

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantaaaaaaaaaaaa. Es que disfruto de tus vivencias porque las cuentas con tanta ilusión que incluso te veo. ❤️

Eva María Maisanava Trobo dijo...

Gracias por tu comentario, Tata. Qué ilusión que estés un poquito mejor. Te quiero.

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