jueves, 27 de marzo de 2025

Me fui con la cabeza alta, sin hacer ruido y elegante.

 

Me fui con la cabeza alta, sin hacer ruido y elegante.

(por Ena)

 


No fue mi voz la que temiste,
sino que alguien, por fin,
pusiera nombre a tu gesto
sin escándalo,
sin rencor,
pero con verdad.

No fue mi presencia lo que incomodaba,
sino mi mirada limpia,
esa que ya no te debía nada.

Fuiste tú quien cruzó la línea
sin saber si quería pasarla,
y fui yo
quien la respetó,
incluso deseándote.

Te ofrecí silencio durante meses,
pero también dignidad cuando hablé.
Y elegiste huir
porque no supiste sostener
lo que provocaste.

No me arrepiento de sentir,
pero sí de haberlo sentido por alguien
que no supo responder
ni con palabras,
ni con altura.

Te deseé bien,
como se hace con quienes alguna vez fueron algo.
Pero me fui sin deberte nada.

Y entendí que no todos saben recibir amor,
cuando ni siquiera saben mirarse sin miedo


 

Carta a quién decidió olvidar.

 

No suelo escribir cartas para quien no va a responderlas. Pero esta vez no lo hago para abrir un diálogo, sino para cerrar una historia.

Una historia que tú comenzaste —aunque ahora lo niegues— con un gesto que cruzó la línea entre lo profesional y lo personal.

Yo, en su momento, puse la prudencia que tú no supiste sostener.

Y ahora me dices que yo he cruzado la barrera.

—¿En serio? ¿Quién fue el primero en hacerlo? ¿Desde cuándo un profesional actúa así y luego se refugia en su título para justificarse?—

No se puede apelar a la ética cuando ya fue violada por ti, con tu gesto, con tus miradas, y más tarde con tu silencio. No se puede pedir disculpas por algo que, según tú, no ha sucedido.

—Eso no es coherencia. Eso es cobardía—.

Durante meses callé. Me contuve. Luché contra el deseo y contra la duda. Y cuando por fin, con madurez —esa que tú no tienes— y serenidad, por el respeto que te tenía, te dije lo que guardaba…

Me cerraste la puerta, literal y simbólicamente.

No porque yo rompiera una norma, que tú ya rompiste antes. Sino porque tú no supiste sostener tu parte y necesitabas silenciarme para seguir con tu máscara de profesional intacta.

Hoy me doy cuenta de algo más. No me arrepiento de haber sentido. Pero sí me arrepiento profundamente de haber deseado a alguien que no supo comportarse como un hombre. Negar lo evidente no es profesionalidad. Solo eres una bata que sostiene tu cobardía.

—No busco justicia. No deseo revancha. Tan solo deseo de todo corazón que seas feliz—. 

Te dije lo que pensaba porque me educaron para decir la verdad y mirar a los ojos a las personas. Aunque comprendo que no sepas qué es eso.

Necesitaba recuperar mi dignidad; esa que tú nunca has tenido, ni tendrás.

Este texto no lleva nombres, ni fechas, ni iniciales. Pero si alguna parte de ti aún guarda memoria, sabrá que fue para ti.

Y si no… ya no me importa.

No sé si algún día leerás esto, pero... si lo llegas a hacer, solo espero que después de leerlo, no digas que no lo leiste.

Como escritora, sé cómo crear finales. Y aunque podría escribir varios, he decidido que sea este:

Ahora sí, la historia que escribiste a medias, la termino yo con esta carta y le pongo punto final.


P.d: Yo callé por respeto. Ahora escribo por dignidad. 



Nota aclaratoria a los lectores: Lo que callé por respeto, hoy decido escribirlo por dignidad.


Este comunicado que hago es para indicar que estos relatos y poemas que aquí vais a ver reflejados están basados en una experiencia personal que he vivido.

A partir del 24 de marzo de 2025, a las 20:00, finalizó de forma definitiva mi relación médico-paciente con la persona aludida de forma simbólica en este texto.

Por tanto, como ciudadana española y como escritora, hoy 27 de marzo, tengo pleno derecho a expresar mi experiencia emocional y personal, siempre dentro del marco del respeto y sin exponer datos confidenciales ni identificativos. 


Me ampara la libertad de expresión y creación literaria, recogida en el artículo 20 de la Constitución Española.

Por mi parte, he cuidado cada palabra escrita, evitando exponer, nombrar o dañar. No nace desde la rabia ni el despecho, ni tiene intención alguna de dañar reputaciones. Simplemente para crear conciencia ya que lo que en su día decidí callar, hoy decido escribirlo por dignidad.

Sin embargo todo lo que un paciente comunica en consulta —sea clínico, emocional o personal— está amparado por el secreto profesional.

Divulgar, comentar o compartir con terceros lo expresado en una conversación médico-paciente, aunque ya finalizada la relación, constituye una falta grave a la confidencialidad, sancionada por el Código Deontológico Médico y la Ley Orgánica de Protección de Datos. Teniendo graves consecuencias económicas hasta la inhabilitación.

Así como a ustedes —los sanitarios— se os exige ética con vuestros pacientes, yo, como escritora, también tengo ética con mis lectores.

Y si alguna vez uno se reflejó en un personaje, fue por su sombra, no por mi luz.


—Carta a quién decidió olvidar.

—Me fui con la cabeza alta, sin hacer ruido y elegante.

—Lo que no se dice también ser recuerda.

—Afrontando lo vivido haciendo catarsis.

—La yegua indómita.

 


viernes, 7 de marzo de 2025

"Un desayuno, una charla y un regalo inesperado"

 

Son las 13:30 del mediodía del 7 de marzo de 2025. Podría ser un día más en mi vida, pero… no lo ha sido. El destino me tenía reservado una sorpresa, algo que llevaba años sin que me sucediera.

El día está gris, llueve, y el dolor en mi pierna me invita a quedarme en casa. Pero no se lo permito. Salgo, aunque tenga que apoyarme en mi bastón de senderismo. Tengo un paquete que recoger y otro que entregar. Y aunque la fuerza en la pierna temporalmente se haya mermado, no voy a tolerar que esto sea un impedimento.

Recojo la casa, me aseo e intento arreglarme un poco, aunque últimamente me siento como el mayor de los patitos feos. Antes de salir, cojo mi bastón, ese punto de apoyo que tanto necesito últimamente.

Hace días que no desayuno fuera. La lluvia y el miedo a caerme me han retenido en casa, pero hoy no... hoy no lo consiguen. Decido ir a la churrería. Me pido un chocolate caliente, una porra y un churro; aunque en el fondo, me siento un poco culpable —las curvas quizás se acentúen— pero, como diría un amigo: "así hay donde agarrar".

Me acomodo en la silla y, al poco rato, el camarero me trae el desayuno. Apenas pasan unos minutos cuando un señor, con su bandeja en las manos, se acerca y me pregunta con amabilidad. 

—¡Buenos días! ¿Le importa si me siento a su lado?

Debe de tener, seguramente, más de 68 años, pero en él se nota una educación, una clase y un saber estar, cualidades difíciles de encontrar en hombres de mi edad. 

En resumen, lo que yo llamo: un Señor.


Le sonrío y le respondo con la misma educación.

—¡Buenos días! Sí, sin problema. Siéntese.


Guardo el móvil por deferencia. Me parece una falta de respeto estar pendiente de la pantalla cuando alguien te habla, aunque, claro, siempre hay llamadas de urgencia que atender.

La conversación fluye con una naturalidad asombrosa, como si nos conociéramos de toda la vida. Son esas charlas, aunque aparentemente triviales, no quieres que se terminen. Pero llega el momento en que se levanta y, con la misma elegancia con la que se sentó, me dice:

—Muchas gracias, ha sido una conversación muy agradable. ¡Que tenga un buen fin de semana!—.

—También usted— le respondo.

Le observo mientras se dirige a la puerta. Antes de salir, me dedica una última sonrisa y me dice:

—¡Feliz día, bonita!

—¡Gracias, igualmente! —le contesto, sorprendida.

Termino mi desayuno y me acerco a la barra para pagar.

—¿Cuánto es? —pregunto al camarero.

—Nada —me responde—, el señor te ha invitado.

Me quedé atónita

—¿Pero si no le conozco de nada? Es la primera vez que le veo.

El camarero sonríe.

—Me dijo que le habías dejado sentarse a tu lado y por ese gesto, te ha invitado.

Le pido que, si vuelve a verle, le dé las gracias de mi parte. Y salgo con una sensación extraña, como si el día gris ya no lo fuera tanto.


De ahí me voy a recoger el paquete, luego paso por la joyería en busca de una pulsera de plata con ojos turcos que quiero autoregalarme para mi cumpleaños. Después, hago una parada en el Carrefour Express para hacer algo de compra, y por último, deposito el otro paquete. 

Mientras camino, no dejo de mirar a mi alrededor, con la esperanza de encontrarle para poder darle las gracias.

 

Siempre he creído que todo pasa por algo, y hoy estoy segura de que ese "Señor" tenía que aparecer en mi vida, aunque solo haya sido por un instante, para recordarme, que aunque a veces me sienta un patito feo, sigo siendo un cisne. Y lo más importante: que, aunque pocos, aún quedan auténticos Caballeros.


Ena, 03/07/2025. 14:01.


martes, 4 de marzo de 2025

Solo por y para ti.

 

 

Desde siempre he tenido que escuchar: “Deja de escribir y haz algo de provecho”, una frase que mis “progenitores” repetían con inquina una y otra vez. Pero era como cuando mis “padres” me decían: “No salgas con ese chico, que no te conviene”. —¿Y qué hacía? — Con más ganas salía con él, aunque ni me gustase ni sintiera nada. El caso era fastidiar a mis padres. Y... ¿qué hice con la escritura? Caso omiso. Porque cuando deseas algo o a alguien, es absurdo luchar contra lo que sientes.

Todos sabéis de la existencia de mi hija: La Revista de Todos. Pero muy pocos conocéis que, gracias a ella, a los muchos escritores que confiaron en mí y a la editorial que me ayudó a hacer mi sueño realidad, todo cobró sentido.

Siempre he sentido la necesidad de ayudar a los demás, muchas veces incluso más que a mí misma. Desde que tengo uso de razón, me han gustado los niños. Son el motor, la vida, una fuente de sinceridad sin maleza. Pero cuando enferman, esa luz se desvanece. Y eso me entristece, me araña las entrañas.

Un día, como con la revista, me desperté llorando. Tenía que hacer algo. Sabía que escribiendo podía lograr mucho más que acariciar el corazón de mis lectores. Necesitaba llegar más lejos. Y, por suerte o por desgracia, soy repugnantemente ambiciosa. No paro hasta conseguir lo que quiero... o a quién quiero.

Todo comenzó cuando grabé un vídeo pidiendo ayuda altruista para realizar una antología cuyos beneficios fuesen a parar a la Fundación Aladina. Igual que con la revista, jamás pensé que alguien confiaría en mí. Y no solo confiaron, sino que mi sueño se materializó.

Pronto comenzaron a llegar colaboraciones y, lo más importante, una editorial creyó en en el proyecto. Y todo gracias a un compañero del colegio, que antes escribía en la revista. 

¿Por qué este título? Aunque parezca largo, tiene sin lugar a duda un motivo.

Solo por y para ti, porque es realmente lo que siento y quiero. A lo largo de nuestra ajetreada vida, bien por el trabajo o por otros motivos, en ocasiones nos sentimos como un número, como si en esta sociedad no fuésemos valorados en su justa medida. Y es por eso por lo que en La Revista de Todos queremos valorarte tal y como te mereces, abriéndote nuestros corazones con esta recopilación de relatos que no son sino jirones de nuestros corazones, escritos como solamente sabemos escribir: Desde lo más profundo de nuestro interior.

A lo largo de estos relatos vas a experimentar diferentes sentimientos: rabia, humor, indignación, comprensión, deseo y tal vez pasión; porque seguramente en cada uno de los relatos te sientas reflejado o te recuerde a la vida de un ser cercano.

Porque por mucho que los escritores queramos dejar de lado nuestra personalidad, es imposible…

Es en esencia parte de nuestra vida o la de los que nos rodean las que usamos para plasmar con letras, lo que muchos piensan y no se atreven a contar.

Es por y para ti que queremos que el tiempo que dediques a leer este libro te sientas tan importante como lo es para nosotros que disfrutes con cada un de las letras y sentimientos que en cada hoja hay plasmados, que no son sino “nuestros jirones, nuestra gran verdad”.

Con cariño, Eva.

 

          La antología Solo por y para ti. Nuestros jirones, nuestra gran verdad fue escrita con un propósito: ayudar a los niños que padecen cáncer. Cada libro costó 10 euros y se vendieron 200 ejemplares. Dos mil euros fueron directos a la Fundación Aladina. Cuando vi materializado ese sueño, me dije: Va a ser que escribir sí es algo de provecho


          Muchos no lo sabéis, quizás pensáis que formaba parte del último capítulo de El regreso de Giselle, donde habla de la enfermedad de Darier.

Pues bien, tengo esa enfermedad. Quise dar visibilidad a algo que siempre me ha avergonzado hasta el punto de negarlo cuando un doctor me ha preguntado, si tenía alguna enfermedad. Porque te sientes defectuosa, no entiendes por qué la genética se ha ensañado contigo. Pero, con los años, te das cuenta de que, siendo yo especial, no iba a tener una enfermedad común, sino una "rara". Bromas aparte...

¿Qué quiero decir con esto? Que no descartéis la posibilidad de que algún día vuelva a liarme la manta a la cabeza y a dirigir otro proyecto de esa envergadura, destinando la recaudación a FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras). Porque hay que dar voz y visibilidad a estas enfermedades y ayudar económicamente.

Y cuando algo se me mete en la cabezota... malo. Soy Tauro, ahí lo dejo.

Ya sabéis un poquito más de mí y, sobre todo, que la literatura, si se usa bien, ayuda mucho más que los escasos "recursos" que el gobierno destina a la investigación, a la ciencia y a la medicina.

Gracias por leerme y, sobre todo, no descartéis que algún día vuelva a meterme en otro proyecto así.

 

Os quiere, Eva Mª Maisanava Trobo

lunes, 3 de marzo de 2025

Ella, mi eterna compañera.

 



Se acerca Sant Jordi, mi día,
y por eso hoy escribo esta poesía.


Es absurdo negar lo que siento por ella,
sí, es una mujer que me hace estar viva.
Me deslumbró cuando era niña,
me atrapó en mi adolescencia,
y ahora, ya siendo mujer,
no la aparto de mi conciencia.


Jamás pensé que sería ella...
la que me hace llorar,
la que me hace soñar,
la que me inspira,
la que me guía,
la que me enseña a volar.


Por ella vivo,
por ella respiro,
por ella escribo.


Ella se llama literatura,
mi amor más leal,
mi eterna locura,
mi fiel compañera
hasta el día en que me muera.

 


Ena 03/03/2025 18:20



miércoles, 26 de febrero de 2025

Enamorada de las letras

 



Dicen que escribir no sirve para nada

que soy una estúpida enamorada;

que la literatura ni te llena la nevera

 ni te paga una sola factura.

 

 Pero para mí,

mi amor hacia las letras

 no tiene más pretensión

 que la de sanar mi alma

 y acariciar tu corazón.

 

Escribir lo hace cualquiera,

pero escribir con el corazón

 no se aprende con el tiempo,

 pues se ha de nacer con ese don;

ya que el escritor se hace,

pero “el poeta” nace.


Ena 26/02/2025 19:02



“Nunca dejes morir a la niña o al niño, que habita en ti”

 


No sé si bastarán cien palabras

 para decir lo que siento por ella.

La conozco desde siempre,

 habita en mi mente y en mi corazón.


Soy solo una escriba que,

 sin su niña interior,

 no sabría qué escribir.


 Gracias a ella y a sus sueños,

 hoy estoy aquí,

 frente a una hoja en blanco,

 escribiendo con el corazón,

 como ella me enseñó.


Porque solo así encuentro el valor de escribir,

lo que con palabras,

no me atrevería jamás a decir:

"Nunca dejes morir a la niña o al niño que habita en ti."


Ena 26/02/2025 18:51


viernes, 21 de febrero de 2025

—Gracias a todos—


Buenos días, tardes o noches a todos:

Hace bastante tiempo que no hacía un comunicado para indicar las visitas que recibo. Una semana más tarde, justo el día de San Valentín, este humilde blog tenía 39.744 visitas. Hoy tiene 40.206. En una sola semana, ¡462 visitas!

—Gracias a todos, de corazón—.

En ocasiones, no me resulta sencillo generar contenido; no porque no tenga nada que contar, ya que escribir es vital para mí, sino… porque también tengo una vida privada. Ahora que estoy un poco cojita, mis amigos vienen a verme a casa y así no lo llevo tan mal. Porque con lo activa e independiente que soy, el estar sin poder hacer la vida que suelo hacer me está entristeciendo. Menos mal que con el ordenador y una hoja en blanco de Word, ya soy feliz.

Pero como en todos los trabajos, este también tiene un horario (o por lo menos me lo he puesto). Es de 12:00 a 18:00, de lunes a viernes, con una hora para comer, donde intento repartir el tiempo entre este blog y el de la revista, que es el que más trabajo me da. Al fin y al cabo, en este blog estoy sola y solo tengo que editarme a mí misma. Gracias a la aplicación ChatGPT, que me ayuda a crear imágenes preciosas, seguro que lo habréis notado. De esta manera, no tengo que volverme loca buscando ilustraciones por internet, arriesgándome a que me puedan denunciar. Así, las imágenes son únicas e inéditas, porque soy yo quien le dice a la aplicación cómo quiero que sea. Siempre he sido muy creativa y me encanta que mi blog personal sea lo más atractivo a la vista posible.
 

Hasta el próximo comunicado. Sed buenos, sed malos, pero… no me seáis infieles.


Ena


WhatsApp