jueves, 27 de marzo de 2025

Nota aclaratoria a los lectores: Lo que callé por respeto, hoy decido escribirlo por dignidad.


Este comunicado que hago es para indicar que estos relatos y poemas que aquí vais a ver reflejados están basados en una experiencia personal que he vivido.

A partir del 24 de marzo de 2025, a las 20:00, finalizó de forma definitiva mi relación médico-paciente con la persona aludida de forma simbólica en este texto.

Por tanto, como ciudadana española y como escritora, hoy 27 de marzo, tengo pleno derecho a expresar mi experiencia emocional y personal, siempre dentro del marco del respeto y sin exponer datos confidenciales ni identificativos. 


Me ampara la libertad de expresión y creación literaria, recogida en el artículo 20 de la Constitución Española.

Por mi parte, he cuidado cada palabra escrita, evitando exponer, nombrar o dañar. No nace desde la rabia ni el despecho, ni tiene intención alguna de dañar reputaciones. Simplemente para crear conciencia ya que lo que en su día decidí callar, hoy decido escribirlo por dignidad.

Sin embargo todo lo que un paciente comunica en consulta —sea clínico, emocional o personal— está amparado por el secreto profesional.

Divulgar, comentar o compartir con terceros lo expresado en una conversación médico-paciente, aunque ya finalizada la relación, constituye una falta grave a la confidencialidad, sancionada por el Código Deontológico Médico y la Ley Orgánica de Protección de Datos. Teniendo graves consecuencias económicas hasta la inhabilitación.

Así como a ustedes —los sanitarios— se os exige ética con vuestros pacientes, yo, como escritora, también tengo ética con mis lectores.

Y si alguna vez uno se reflejó en un personaje, fue por su sombra, no por mi luz.


—Carta a quién decidió olvidar.

—Me fui con la cabeza alta, sin hacer ruido y elegante.

—Lo que no se dice también ser recuerda.

—Afrontando lo vivido haciendo catarsis.

—La yegua indómita.

 


viernes, 7 de marzo de 2025

"Un desayuno, una charla y un regalo inesperado"

 

Son las 13:30 del mediodía del 7 de marzo de 2025. Podría ser un día más en mi vida, pero… no lo ha sido. El destino me tenía reservado una sorpresa, algo que llevaba años sin que me sucediera.

El día está gris, llueve, y el dolor en mi pierna me invita a quedarme en casa. Pero no se lo permito. Salgo, aunque tenga que apoyarme en mi bastón de senderismo. Tengo un paquete que recoger y otro que entregar. Y aunque la fuerza en la pierna temporalmente se haya mermado, no voy a tolerar que esto sea un impedimento.

Recojo la casa, me aseo e intento arreglarme un poco, aunque últimamente me siento como el mayor de los patitos feos. Antes de salir, cojo mi bastón, ese punto de apoyo que tanto necesito últimamente.

Hace días que no desayuno fuera. La lluvia y el miedo a caerme me han retenido en casa, pero hoy no... hoy no lo consiguen. Decido ir a la churrería. Me pido un chocolate caliente, una porra y un churro; aunque en el fondo, me siento un poco culpable —las curvas quizás se acentúen— pero, como diría un amigo: "así hay donde agarrar".

Me acomodo en la silla y, al poco rato, el camarero me trae el desayuno. Apenas pasan unos minutos cuando un señor, con su bandeja en las manos, se acerca y me pregunta con amabilidad. 

—¡Buenos días! ¿Le importa si me siento a su lado?

Debe de tener, seguramente, más de 68 años, pero en él se nota una educación, una clase y un saber estar, cualidades difíciles de encontrar en hombres de mi edad. 

En resumen, lo que yo llamo: un Señor.


Le sonrío y le respondo con la misma educación.

—¡Buenos días! Sí, sin problema. Siéntese.


Guardo el móvil por deferencia. Me parece una falta de respeto estar pendiente de la pantalla cuando alguien te habla, aunque, claro, siempre hay llamadas de urgencia que atender.

La conversación fluye con una naturalidad asombrosa, como si nos conociéramos de toda la vida. Son esas charlas, aunque aparentemente triviales, no quieres que se terminen. Pero llega el momento en que se levanta y, con la misma elegancia con la que se sentó, me dice:

—Muchas gracias, ha sido una conversación muy agradable. ¡Que tenga un buen fin de semana!—.

—También usted— le respondo.

Le observo mientras se dirige a la puerta. Antes de salir, me dedica una última sonrisa y me dice:

—¡Feliz día, bonita!

—¡Gracias, igualmente! —le contesto, sorprendida.

Termino mi desayuno y me acerco a la barra para pagar.

—¿Cuánto es? —pregunto al camarero.

—Nada —me responde—, el señor te ha invitado.

Me quedé atónita

—¿Pero si no le conozco de nada? Es la primera vez que le veo.

El camarero sonríe.

—Me dijo que le habías dejado sentarse a tu lado y por ese gesto, te ha invitado.

Le pido que, si vuelve a verle, le dé las gracias de mi parte. Y salgo con una sensación extraña, como si el día gris ya no lo fuera tanto.


De ahí me voy a recoger el paquete, luego paso por la joyería en busca de una pulsera de plata con ojos turcos que quiero autoregalarme para mi cumpleaños. Después, hago una parada en el Carrefour Express para hacer algo de compra, y por último, deposito el otro paquete. 

Mientras camino, no dejo de mirar a mi alrededor, con la esperanza de encontrarle para poder darle las gracias.

 

Siempre he creído que todo pasa por algo, y hoy estoy segura de que ese "Señor" tenía que aparecer en mi vida, aunque solo haya sido por un instante, para recordarme, que aunque a veces me sienta un patito feo, sigo siendo un cisne. Y lo más importante: que, aunque pocos, aún quedan auténticos Caballeros.


Ena, 03/07/2025. 14:01.


martes, 4 de marzo de 2025

Solo por y para ti.

 

 

Desde siempre he tenido que escuchar: “Deja de escribir y haz algo de provecho”, una frase que mis “progenitores” repetían con inquina una y otra vez. Pero era como cuando mis “padres” me decían: “No salgas con ese chico, que no te conviene”. —¿Y qué hacía? — Con más ganas salía con él, aunque ni me gustase ni sintiera nada. El caso era fastidiar a mis padres. Y... ¿qué hice con la escritura? Caso omiso. Porque cuando deseas algo o a alguien, es absurdo luchar contra lo que sientes.

Todos sabéis de la existencia de mi hija: La Revista de Todos. Pero muy pocos conocéis que, gracias a ella, a los muchos escritores que confiaron en mí y a la editorial que me ayudó a hacer mi sueño realidad, todo cobró sentido.

Siempre he sentido la necesidad de ayudar a los demás, muchas veces incluso más que a mí misma. Desde que tengo uso de razón, me han gustado los niños. Son el motor, la vida, una fuente de sinceridad sin maleza. Pero cuando enferman, esa luz se desvanece. Y eso me entristece, me araña las entrañas.

Un día, como con la revista, me desperté llorando. Tenía que hacer algo. Sabía que escribiendo podía lograr mucho más que acariciar el corazón de mis lectores. Necesitaba llegar más lejos. Y, por suerte o por desgracia, soy repugnantemente ambiciosa. No paro hasta conseguir lo que quiero... o a quién quiero.

Todo comenzó cuando grabé un vídeo pidiendo ayuda altruista para realizar una antología cuyos beneficios fuesen a parar a la Fundación Aladina. Igual que con la revista, jamás pensé que alguien confiaría en mí. Y no solo confiaron, sino que mi sueño se materializó.

Pronto comenzaron a llegar colaboraciones y, lo más importante, una editorial creyó en en el proyecto. Y todo gracias a un compañero del colegio, que antes escribía en la revista. 

¿Por qué este título? Aunque parezca largo, tiene sin lugar a duda un motivo.

Solo por y para ti, porque es realmente lo que siento y quiero. A lo largo de nuestra ajetreada vida, bien por el trabajo o por otros motivos, en ocasiones nos sentimos como un número, como si en esta sociedad no fuésemos valorados en su justa medida. Y es por eso por lo que en La Revista de Todos queremos valorarte tal y como te mereces, abriéndote nuestros corazones con esta recopilación de relatos que no son sino jirones de nuestros corazones, escritos como solamente sabemos escribir: Desde lo más profundo de nuestro interior.

A lo largo de estos relatos vas a experimentar diferentes sentimientos: rabia, humor, indignación, comprensión, deseo y tal vez pasión; porque seguramente en cada uno de los relatos te sientas reflejado o te recuerde a la vida de un ser cercano.

Porque por mucho que los escritores queramos dejar de lado nuestra personalidad, es imposible…

Es en esencia parte de nuestra vida o la de los que nos rodean las que usamos para plasmar con letras, lo que muchos piensan y no se atreven a contar.

Es por y para ti que queremos que el tiempo que dediques a leer este libro te sientas tan importante como lo es para nosotros que disfrutes con cada un de las letras y sentimientos que en cada hoja hay plasmados, que no son sino “nuestros jirones, nuestra gran verdad”.

Con cariño, Eva.

 

          La antología Solo por y para ti. Nuestros jirones, nuestra gran verdad fue escrita con un propósito: ayudar a los niños que padecen cáncer. Cada libro costó 10 euros y se vendieron 200 ejemplares. Dos mil euros fueron directos a la Fundación Aladina. Cuando vi materializado ese sueño, me dije: Va a ser que escribir sí es algo de provecho


          Muchos no lo sabéis, quizás pensáis que formaba parte del último capítulo de El regreso de Giselle, donde habla de la enfermedad de Darier.

Pues bien, tengo esa enfermedad. Quise dar visibilidad a algo que siempre me ha avergonzado hasta el punto de negarlo cuando un doctor me ha preguntado, si tenía alguna enfermedad. Porque te sientes defectuosa, no entiendes por qué la genética se ha ensañado contigo. Pero, con los años, te das cuenta de que, siendo yo especial, no iba a tener una enfermedad común, sino una "rara". Bromas aparte...

¿Qué quiero decir con esto? Que no descartéis la posibilidad de que algún día vuelva a liarme la manta a la cabeza y a dirigir otro proyecto de esa envergadura, destinando la recaudación a FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras). Porque hay que dar voz y visibilidad a estas enfermedades y ayudar económicamente.

Y cuando algo se me mete en la cabezota... malo. Soy Tauro, ahí lo dejo.

Ya sabéis un poquito más de mí y, sobre todo, que la literatura, si se usa bien, ayuda mucho más que los escasos "recursos" que el gobierno destina a la investigación, a la ciencia y a la medicina.

Gracias por leerme y, sobre todo, no descartéis que algún día vuelva a meterme en otro proyecto así.

 

Os quiere, Eva Mª Maisanava Trobo

lunes, 3 de marzo de 2025

Ella, mi eterna compañera.

 



Se acerca Sant Jordi, mi día,
y por eso hoy escribo esta poesía.


Es absurdo negar lo que siento por ella,
sí, es una mujer que me hace estar viva.
Me deslumbró cuando era niña,
me atrapó en mi adolescencia,
y ahora, ya siendo mujer,
no la aparto de mi conciencia.


Jamás pensé que sería ella...
la que me hace llorar,
la que me hace soñar,
la que me inspira,
la que me guía,
la que me enseña a volar.


Por ella vivo,
por ella respiro,
por ella escribo.


Ella se llama literatura,
mi amor más leal,
mi eterna locura,
mi fiel compañera
hasta el día en que me muera.

 


Ena 03/03/2025 18:20



miércoles, 26 de febrero de 2025

Enamorada de las letras

 



Dicen que escribir no sirve para nada

que soy una estúpida enamorada;

que la literatura ni te llena la nevera

 ni te paga una sola factura.

 

 Pero para mí,

mi amor hacia las letras

 no tiene más pretensión

 que la de sanar mi alma

 y acariciar tu corazón.

 

Escribir lo hace cualquiera,

pero escribir con el corazón

 no se aprende con el tiempo,

 pues se ha de nacer con ese don;

ya que el escritor se hace,

pero “el poeta” nace.


Ena 26/02/2025 19:02



“Nunca dejes morir a la niña o al niño, que habita en ti”

 


No sé si bastarán cien palabras

 para decir lo que siento por ella.

La conozco desde siempre,

 habita en mi mente y en mi corazón.


Soy solo una escriba que,

 sin su niña interior,

 no sabría qué escribir.


 Gracias a ella y a sus sueños,

 hoy estoy aquí,

 frente a una hoja en blanco,

 escribiendo con el corazón,

 como ella me enseñó.


Porque solo así encuentro el valor de escribir,

lo que con palabras,

no me atrevería jamás a decir:

"Nunca dejes morir a la niña o al niño que habita en ti."


Ena 26/02/2025 18:51


viernes, 21 de febrero de 2025

—Gracias a todos—


Buenos días, tardes o noches a todos:

Hace bastante tiempo que no hacía un comunicado para indicar las visitas que recibo. Una semana más tarde, justo el día de San Valentín, este humilde blog tenía 39.744 visitas. Hoy tiene 40.206. En una sola semana, ¡462 visitas!

—Gracias a todos, de corazón—.

En ocasiones, no me resulta sencillo generar contenido; no porque no tenga nada que contar, ya que escribir es vital para mí, sino… porque también tengo una vida privada. Ahora que estoy un poco cojita, mis amigos vienen a verme a casa y así no lo llevo tan mal. Porque con lo activa e independiente que soy, el estar sin poder hacer la vida que suelo hacer me está entristeciendo. Menos mal que con el ordenador y una hoja en blanco de Word, ya soy feliz.

Pero como en todos los trabajos, este también tiene un horario (o por lo menos me lo he puesto). Es de 12:00 a 18:00, de lunes a viernes, con una hora para comer, donde intento repartir el tiempo entre este blog y el de la revista, que es el que más trabajo me da. Al fin y al cabo, en este blog estoy sola y solo tengo que editarme a mí misma. Gracias a la aplicación ChatGPT, que me ayuda a crear imágenes preciosas, seguro que lo habréis notado. De esta manera, no tengo que volverme loca buscando ilustraciones por internet, arriesgándome a que me puedan denunciar. Así, las imágenes son únicas e inéditas, porque soy yo quien le dice a la aplicación cómo quiero que sea. Siempre he sido muy creativa y me encanta que mi blog personal sea lo más atractivo a la vista posible.
 

Hasta el próximo comunicado. Sed buenos, sed malos, pero… no me seáis infieles.


Ena


lunes, 17 de febrero de 2025

Comunicado Sant Jordi.

  

Buenas tardes a tod@s, aunque, seguramente much@s seguís disfrutando del especial de San Valentín. Pero...yo: nunca paro.

El próximo especial será el 23 de abril, Sant Jordi, el día más especial del año para mí, porque aúna mis dos grandes pasiones: la literatura y las rosas rojas. 

No puedo hablar en nombre de tod@s l@s que amamos escribir, pero sí puedo decir que mi mayor ambición es, algún día, firmar en Sant Jordi.

Nunca he sido corredora de sprint, sino de fondo, y sé que, si algo está destinado a sucederme, tarde o temprano llegará.

Desde 1995, gracias a la Unesco, Sant Jordi es también mundialmente reconocido como el Día del Libro.

Recuerdo que, cuando era una estúpida adolescente, un niño que me pretendía me regaló un libro… y lo desprecié. En aquel entonces, no sentía esta pasión tan fuerte como ahora.

—Hoy, como escritora, es el mejor regalo que me pueden hacer—.

Y, bueno… si viene acompañado de una rosa, tampoco voy a decir que no. Eso sí, nunca aceptaría una rosa roja. Al igual que el abanico, tiene su propio lenguaje, las rosas también tienen su propio idioma. El significado de la rosa roja es: romanticismo, pasión y sentimientos profundos. Representan el amor por excelencia. 

Espero que disfrutéis de este día tanto como lo habéis hecho hasta ahora. Y si conocéis a alguien que quiera participar, puede enviar su aportación antes del 4 de abril a larevistadetodos@outlook.esEn el asunto tendréis que poner: "Colaboración revista". Cada texto tendrá que ir acompañado de una ilustración y al ser el día del libro, la palabra que debéis incluir en vuestra aportación, será: "libro"


—¡Cuento con vosotros! ¡Gracias!—

Eva Mª Maisanava Trobo

viernes, 14 de febrero de 2025

Escribir es nuestra manera de amar.

 

Ni siquiera sé cómo pude cometer el error de ser tan cercana con él. Había venido a varias presentaciones de mis novelas y siempre estaba en primera fila.

Nunca, jamás, le había dirigido la palabra, salvo para dedicarle algún libro. Pero ese día, por alguna extraña razón, reparé en su mirada como nunca antes lo había hecho.

Siempre tuve claro que mi vida como escritora era lo que más feliz me hacía, y aunque había recibido alguna propuesta de algún seguidor que otro, nunca me propuse cruzar esa barrera. Porque ya se sabe que los rumores corren a la velocidad de la luz, y ahora que estaba empezando a ser reconocida, no quería, por nada del mundo, dejarme llevar, por muchas ganas que tuviera; puesto que mi relación con Javier, mi marido, comenzaba a hacer aguas, y la necesidad de sentirme mujer de nuevo era algo que no podía ignorar.

Pero ese día, sin saber cómo, acepté su propuesta y, a la salida de la firma, quedamos en un bar cercano para tomar una copa.

El alcohol, sin duda, logró que perdiera esa timidez tan propia de mí. Así que, entre risas sin sentido, le pregunté por qué se había fijado en mí.

Alejandro no dijo nada. Solo me miró y me pidió mi dirección porque quería enviarme un libro. Dijo que estaba convencido de que me iba a gustar.

Pasaron varios días desde la presentación, hasta que, de pronto, llamaron al telefonillo. —Me levanté para abrir la puerta—.

El remitente del paquete era Alejandro, ese seguidor que, con su mirada, me estaba empezando a cautivar. Lo abrí y, en su interior, encontré el ejemplar de la última novela de un amigo mío que no había alcanzado a comprar. Se titulaba Figuras en un espejo. Pero lo que más me sorprendió fue descubrir una carta de Alejandro dentro del libro.



Te extrañará que te responda ahora, pero me gustaría verte. Siempre dejamos que pase el tiempo en exceso, más nunca se borra la emoción de encontrarnos de nuevo. Tal vez me encuentres distinto. Tienes razón, ya no soy la misma persona. He cambiado y por eso no puedo comportarme de la misma manera, supongo que ya estás acostumbrada a ello. Aunque no sé por qué escribo así. He leído cada frase de tus novelas, cada palabra de tus relatos, soy tu seguidor, tu admirador. Y sé que no me responderás o si lo haces será con una frase literaria.

Puedes encerrarte en ti misma, aislarte. Así no tendrás que desempeñar roles, ni poner caras ni falsos gestos. Piensas. Pero… ¿Ves?

La realidad es atravesada, tu escondite no es hermético. La vida se cuela por todas partes. Estás obligada a reaccionar. Nadie pregunta si es real o irreal, si tú eres verdadera o falsa. O tus personajes son reflejos de ti misma o acaso lo que te gustaría ser y tan solo transmites cuando escribes.

Yo he desnudado pocas veces mi interior y en muchas de ellas contando solo lo que a mí me interesaba… pero a ti te conté más… aunque no todo, me resultaba imposible; ahora necesito exorcizar mis fantasmas para continuar adelante. Pero yo no soy escritor como tú y los pensamientos me ahogan cuando los quiero ordenar.

¿Tú te encuentras bien? Porque yo no lo estoy. Me gustaría verte y solucionar esto. Pero sé que es muy difícil, o imposible porque tú ya estás escribiendo otro libro. ¿Cómo será esa nueva obra? Cambiarás de protagonista, solo fui un personaje más de aquel argumento que vivimos sin soñar, o que soñamos sin vivir.

Te pediría que me abraces, pero mejor no lo hago, deduzco que tienes otros amantes. Es cierto, ¿verdad?

Se me atragantan las palabras, me sucede a menudo. Debes tener paciencia conmigo, te repito que no estoy bien. Me faltan incluso las lágrimas.

¿Cuántas veces me has besado en sueños? Se puede acariciar el silencio. Se puede soñar con el vacío, incluso tendremos que vivir con la ausencia.

Mujer y Luna, piel que se eriza al sentir su desnudez. Eres escritora, si no me hablas al menos escríbeme.

Alejandro



Había una tarjeta con su dirección de correo electrónico. Decidí escribirle, aunque no sé si sería lo más correcto, y contestar a su carta con otra mía...

Alejandro,

No sé qué decirte. La verdad, no me esperaba nada de esto.

Y no sé muy bien cómo pude dejarme llevar. Sabes que estoy casada, aunque jamás te lo haya dicho, y no suelo llevar la alianza. Cada libro se lo dedico a él, a Javier, y tú, como seguidor mío que eres, has tenido que leer cada dedicatoria.

Y, pese a que soy escritora, como bien sabes, quien ahora te escribe es la mujer, y no me está resultando nada sencillo.

Porque no es fácil reconocer que mi marido ni siquiera repara en mi presencia. Ni aunque me vea desnuda. Ni aunque lo busque en la intimidad. Lo único que encuentro es rechazo tras rechazo. Y, pese a que mi género es el erotismo —como bien sabes—, mi vida íntima es inexistente. Creo que llevo cinco años sin estar con nadie en la intimidad.

No puedo seguir escribiendo, Alejandro. No sé si tiene sentido que nos veamos o siquiera que respondas a esta misiva.

Te pido perdón por haberte confesado algo que, hasta ahora, nadie sabía.

—¡Qué fácil es escribir siendo escritora, y qué complicado es hacerlo cuando quien lo hace es la mujer que habita en ella!—

Ena.





Hola Ena, no iba a contestar, tal y como señalas en tu carta, pero me puede tu recuerdo, tus palabras escritas resuenan en mis oídos. Verte desnuda. —Eso me hace temblar—.

Como escritora conoces mucha gente, tienes admiradores, estoy seguro de que alguno se te ha acercado. Yo en cambio no tengo más que los recuerdos. Y amigas también, pero llegan y se van. No dejan huella.

—¿Es verdad que te han invitado a unas jornadas literarias en las islas, junto al mar?

Lo leí en algún periódico—.

—¿Y si me acercara allí en secreto para verte?—.

Nadie seguirá mi pista y puedo pedirme en la empresa algunos días de vacaciones. Serían dos días mágicos, aunque luego cada uno siga su camino y yo no vuelva a escribirte.

No te insistiré; comprendo que no puedas aceptar, pero llevo pensando en ello desde que me enteré de la noticia. De hecho por eso me atreví a escribirte de nuevo.

Alejandro

Hola, Alejandro:

Respondiendo a tu pregunta, he de decirte que hay un seguidor que me atrae, pero… tal vez por su profesión y porque estoy segura de que soy poco para él, ni me planteo el hecho de robarle un beso, aunque… me encantaría.

He de confesar que también he temblado cuando escribiste —verte desnuda—, aunque no sé por qué lo menciono. Tal vez porque en sueños…

Sí, Alejandro, la noticia que has leído sobre las jornadas literarias es veraz. Pero José, el editor del autor del libro que me regalaste, me ha invitado a unos eventos en San Sebastián y, como ya sabes, mi siguiente novela es histórica.

Por eso quiero aprovechar, cuando tenga algo de tiempo libre, para acercarme al Palacio de Miramar. Allí fue donde Alfonso XIII pidió la mano a Victoria Eugenia de Battenberg, y necesito documentarme.

Tu oferta de pasar un fin de semana juntos es muy tentadora, y después, que cada uno siga con su vida.

Te seré sincera… —¡Me apeteces!—, que no es lo mismo que gustarme o sentir amor por ti. No sé si me explico…

Pero he de hacerte una pregunta, Alejandro: —¿No será que es la escritora quien te atrae y no yo, la mujer?—


Da igual, sea como fuere, me despido ya…

Ena

P. D.: Hotel María Cristina. Habitación 503. Sin preguntas, ni porqués.




¿Acaso la escritora no es la mujer? ¿Son dos personas distintas? No lo sé, pero a mí me sedujo lo que me mostraste. Así que tú tienes la respuesta. Tu debes saber si lo que me dejaste ver era la mujer o la escritora. O ambas a un tiempo.

Estoy escribiéndote este correo electrónico porque estoy a punto de llegar a tu hotel. Tengo alojamiento en otra planta, solo una noche. Esta noche, desnuda y evanescente, ardiente y real. Mujer o escritora. Pero con el cuerpo desnudo y el alma tejida con sueños.

Mañana he de regresar; tal vez no nos volvamos a ver. O quizás en otro hotel una noche furtiva.

Ya casi estoy llegando. Confío que puedas estar libre ya a esta hora.


Alejandro


No llevaba ni media hora instalada en la habitación cuando me llegó el mail de Alejandro. El solo hecho de pensar que ya estaba en el hotel aceleró mis pulsaciones.

Nunca antes me había planteado ser infiel a mi marido, pero, a fin de cuentas, solo iba a ser una noche. Después, todo volvería a ser igual a mi regreso.

La casa, la limpieza, la plancha, la rutina, la distancia… casi insalvable entre Javier y yo me devolvería a mi habitual estado de melancolía. Hasta que la vida, una vez más, me ofreciera la oportunidad de sentirme algo más que una estatua insultantemente atractiva, pero… sola y vacía.

Estaba saliendo de la ducha, apenas me dio tiempo a ajustarme el albornoz cuando escuché los golpes en la puerta.

Abrí. Era él. Alejandro.

En efecto, no hubo ni preguntas ni porqués…

Solo éramos dos personas dispuestas a disfrutar de ese momento que el destino, caprichoso y veleidoso, nos tenía reservado.

Las palabras sobraron, como nos sobró la ropa. Y fue entonces cuando Alejandro—el seguidor, el hombre—escribió con sus besos, sus caricias y su sexo la mejor ópera prima jamás escrita en el cuerpo de una mujer.

Ya no importaba si yo era la escritora o la mujer, si él era el seguidor o el hombre. Solo éramos dos adultos sin prejuicios, capaces de dejar los tabúes a un lado para entregarnos a la pasión, convirtiéndonos, por unos instantes, en un solo ser.

Dos amantes de la literatura y del placer, incapaces de ponerle puertas al campo y de decirle que no al deseo, al amor...

A la mañana siguiente, cuando desperté, Alejandro ya no estaba a mi lado. Solo me quedaban el recuerdo, su olor en mi piel y el calor en mi vientre…

Me incorporé para ducharme y entonces vi una nota en la mesilla.



No es fácil escribir estas notas. No soy escritor como tú. Me gustaría tener esa capacidad para dibujar las palabras. Me quedan las imágenes grabadas en mi mente. Entré en tu habitación y allí estabas envuelta en aquel albornoz rosa. Había fantaseado con quitarte la ropa poco a poco, pero la impresión recibida fue aún mayor.

Completamente desnuda tu piel refulgía, tu cuerpo brillaba con una luz que silueteaba tu intimidad y la convertía en fuego y fascinación.

No encuentro palabras —no soy escritor como te he dicho, solo ávido lector— para describir ese momento, y los que le siguieron. Tu rostro, tu cuerpo erótico pleno de intimidad y misterio, tus manos traviesas, tus pechos erguidos y tu mirada. Sí; fue tu mirada además de tu desnudez la que me transportó a un mundo lejano. Tal vez al mundo de tus escritos, de tus fantasías. Sentí que por unas horas yo formaba parte de ese mundo tuyo de escritora. Y tú dibujabas tus letras apasionadas en mi cuerpo hasta el límite mismo de la excitación, de la locura…

Ahora estamos lejos. El libro se ha acabado de escribir, como todos los libros, pero la escritura queda y el libro vuelve a vivir cuando se lee de nuevo.

¿Volveremos a leer este relato?, o mejor aún, ¿podremos escribir otro nuevo?

Se que nuestros mundos reales se han separado porque son diferentes. Pero releo a menudo aquella frase de tu novela más famosa: escribir es una forma de vivir.

Si no podemos compartir el mundo real podemos vivir nuestro sueño en tu escritura. Esa será nuestra forma de vivir, nuestra manera de hacer el amor. Concebiremos hijos de papel y tu recuerdo será mi recuerdo hecho de palabras y acentos.

Escribe Ena, porque escribir será nuestra manera de amar, nuestra forma de sentir.



Fin


22/01/2025


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