Ha llegado el día en el que vais a poder escuchar la locución del ultimo capítulo de la historia de Giselle. Lo que para vosotros tan solo son casi 10 minutos de audio, para mí han sido dos días de estar locutando con mis cascos puestos, grabándome, una y otra vez, hasta dar con una entonación medianamente aceptable. Hasta que llegó un momento en el que dejé de grabarme, porque jamás, estoy satisfecha con nada de lo que hago. Fue entonces cuando decidí mandar esta locución que vais a escuchar ahora a quién fue mi jefe y que hoy es mi mejor amigo, para que la escuchase.
Él, que ha estado muchos años, monitorizándome y escuchándome, pero en un registro diferente como lo es el sector bancario, donde has de tener un protocolo exquisito, un tono de voz correcto —siendo amable, pero no cercana—, donde hablas con el cliente de intereses bancarios, de valores, de depósitos, cambios de forma de pago, quitas, condonaciones, etc.
Me dice. —¡Eva!, es como pasar de verte en pijama cuando voy a tu casa a tomar un café a soñar en querer verte en picardías.
Entonces es cuando me digo… ¡Vale!, ésta en la buena.
No ha sido fácil locutarla, ya no tanto, porque me exijo mucho, sino que, debido a estar tantos años con los cascos puestos, tengo micro nódulos en las cuerdas vocales y tengo tendencia a perder la voz. De ahí, a que me hidrate la garganta cada dos por tres y tenga tendencia a bajar el tono de voz, meter aire y de esta manera consigo no hacerme daño.
Espero que os guste y que os emocionéis, al escucharla, como yo lo he hecho, mientras me grababa.
Os recomiendo primero que leáis el capítulo y después escuchéis la locución, porque de hacerlo al revés ya no tendréis la necesidad de leer el capítulo.
No olvidéis que, aunque este sea el último capítulo de la novela que publiqué primero en La Revista de Todos y que después decidí editarla; le sigue ahora El regreso de Giselle, donde ya hay cuatro capítulos y donde hace no mucho subí otro para recordaros en qué momento se quedó su vida.
Como anuncié, el título será. —¡Y si, llegó la niña por Navidad!—. De nuevo Giselle, se enfrenta a una maternidad con las dudas de saber si Roberto asumirá la responsabilidad de afrontar una paternidad, o, por el contrario, de nuevo… será Davinia quien esté a su lado para apoyarla y tantas otras vivencias, con las que nos seducirá de nuevo.
Aunque esto, lo estáis leyendo el 29 de noviembre, yo, lo estoy escribiendo el 21 de noviembre y os aseguro que, a la fecha, no sé, qué haré con la vida de Giselle. Como siempre cuando queden pocos días y vea que voy con el tiempo justo, será, cuando me venga la inspiración y pueda escribir ese capítulo que espero que os guste.
No tengo tan claro, que pueda lograr, excitaros como antaño solo Giselle lo hacía, porque no sólo la vida de Giselle a cambiado, sino que yo, he cambiado mucho desde el 2019.
Intentaré una vez más no decepcionaros, introduciré seguramente alguna escena erótica que otra, pero siempre… justificándolas y nunca de una manera gratuita. Siendo, como siempre, sensual… pero nunca, jamás, vulgar.
Hasta el 22 de diciembre no podréis saber de qué va el capítulo
Luego, no sé si tendré tiempo para escribir algo en el blog. Supongo que tal vez algún —poema/relato o indirecta-directa— que suelo escribir yo. Porque sí, todos los poemas que he escrito tienen nombre y apellido, aunque quién me haya provocado esos sentimientos, no lo sepa.
A partir de hoy, solamente escribiré en La Revista de Todos cada capítulo correspondiente a el El Regreso de Giselle, que por norma general —salvo que algo les suceda a mis padres—, será… ahora en Navidad, San Valentín, Sant Jordi (San Valentín para mi), el especial de verano y de nuevo Navidad.
Creerme que disfruto muchísimo sabiendo que me leéis, pero sino dejo de hacerlo, jamás podré terminar la otra novela.
Os voy a echar mucho de menos, pero… una vez más, aunque en esta ocasión voluntariamente, me tendré que ir otra vez de vuestras vidas, no sé en cuanto tiempo terminaré la novela, y de nuevo… vuelva a llamar a vuestra puertas.
No sé si para entonces, estaréis todos…
Creerme, el reto que me he puesto no es fácil, tengo miedo, mucho. Pero quiero dejar que los personajes me cuenten todo lo que me quieran contar, porque a los personajes, al igual que a las personas, hay que dejarles hablar…
En cierta medida será como perder la virginidad de nuevo, darme tiempo… valdrá la pena esperar.
Nunca olvidéis, que yo siempre estaré, bajo la almohada y a la hora del café.
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